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Aquí con los niños nos preparamos para la Navidad. Vamos a ir a ver el Cascanueces en la ópera de San Francisco, que es un espectáculo lindísimo. También hay cánticos antiguos españoles en una iglesia, y música navideña medieval en otra. Iremos a ver lo más posible de estas cosas que son todas de aprovechar. La Mariana está muy entusiasmada y Rodrigo también porque ella va a clases de ballet con la compañía de San Francisco, y algunas de sus compañeritas van a figurar en el Cascanueces. Rodrigo se pone orgullosísimo con todo lo que concierne a su hermana.

Como ves, ya estamos hablando de música otra vez.

Espero que tus Navidades sean lindas. Y te abrazo y te beso con ese amor medio santo y como bien misticón que a uno le entra por estas épocas del año. Y con música de la que tú quieras, por supuesto,

Tu Fernanda

Berkeley, 19 de diciembre de 1981

Mi adorado Juan Manuel, indiscutiblemente incansable,

¡Cuánto me alegro de que me haya llegado tu nuevo disco y de que nunca te canses de mí!

Te oigo y te oigo y cada canción es más lograda y maravillosa que la anterior y todas y cada una de ellas es y son mis favoritas. Y los niños te escuchan a fuerza de escucharme escuchándote. Diríase que ellos empiezan a entenderte y que empieza también a gustarles tu música, sus melodías, sus palabras, tu voz que reconocen, Juan Manuel Cantautor.

Una cosa va a misa, mi amor, una cosa es verdad como una catedral. Si te sigues estabilizando, producirás lo mejor. Tú vas para arriba, Juan Manuel Carpio, cantautor mío.

Y no te escribo más porque te sigo escuchando y te sigo adorando. No te escribo más porque no se pueden hacer tantas cosas maravillosas al mismo tiempo. Pero una última cosa más sí: gracias por haber titulado el disco Motel Trinidad, a sabiendas de que esto del motel apenas existe en la cultura nuestra. Pero es que lo haces sentir con tanta gracia y ternura eso de que el amor lo puede llevar a uno incluso al colmo de la incomodidad y a la más húmeda y fría y feliz sordidez. Eres tan hondo, eres tan triste, eres tan divertido, que, te guste o no te guste, ya no te escribo una línea más.

Musicalmente tuya, eso sí,

Fernanda

La siguiente es una de las contadísimas cartas que Fernanda María copió íntegramente en aquel cuaderno del que me envió fotocopia. Me imagino que lo hizo porque hacía muy poco que le habían robado años de nuestra fiel y entrañable correspondencia y, ante el temor de una nueva pérdida, la reprodujo de principio a fin con esa caligrafía tan suya, entre nítida y ordenada y veloz y catastrófica. En fin, ahí va esa respuesta mía, llena de una alegría tan grande como le produjo a ella la recepción de aquel nuevo fruto de mis andanzas y cantares.

Palma de Mallorca,

enero de este feliz año nuevo

Fernanda María fabulosa y grandaza,

Veo que mi disco te puso la bandera al tope, como te corresponde en tu calidad de amiga que me perdonaría hasta que me casara con otra mujer y te nombrara testigo por lo civil, lo penal, lo militar y lo ocular. En fin, si te despachas con cuchara grande con mi Motel Trinidad, peor tantito, por aquello que los gringos llaman higo y que ha hecho de la Argentina un país tan necesariamente grande en su geografía, ya que hay que darle cabida a tan tremendo y freudiano higueral, repleto además de angustia psicoanalítica, sin duda alguna porque más al sur, Patagonia abajo, como quien dice, los espera le néant del fin del mundo congelado. En conclusión, mi ego está que sobrepasa los límites de la mayor de las islas Baleares y empieza a proyectarse hacia las Ibizas y las Menorcas, las Cabreras y Formenteras.

Te oprime con un abrazo sostenido, al tiempo que te estruja y apachurra tu ínfimo en Xpo. y capellán.

Juan Manuel

Berkeley, 2 de febrero de 1982

Mi adorado Juan Manuel Carpio,

No sé cuándo te llegará esta carta con tanto ir y venir de Palma a París. Pero me gustaría que te llegara rápido, por dos razones. Una, que pronto tendré que viajar yo también. Parece que la mamá de Enrique sigue grave en Chile y está reclamando a sus nietos. De manera que el viaje se hace ya inevitable. Saldré con los niños a fines de este mes. Con mil temores de que quieran acapararnos allá, pero pensando que es una injusticia saber la gravedad de la pobre señora y tener aquí a sus únicos nietos asoleándose en California. Se supone que estaría en Chile más o menos un mes. Camino al sur, pasaremos dos semanas en San Salvador para ver a mi familia (el peligro directo, para nosotros, ha pasado por completo, y además me interesa ver con mis propios ojos cómo va mi pobre paisito), de manera que estaremos llegando a Chile a mediados de marzo. Me parece bien pronto, y no deja de asustarme. Ojalá sea un buen viaje.

Bueno, no dejes de escribir. Si puedes hacerlo antes de que salga a este horrible viaje, será muy alegre siempre saber de ti. Estaremos aquí todavía todo febrero.

Tu disco sigue y sigue sonando en esta casa de música.

Te quiere cada día más y más,

Tu Fernanda

California, todavía un ratito más. 18.2.82

Mi queridísimo Juan Manuel Carpio,

Tienes razón y así lo he sentido también, que al dejar esta linda, soleada, pacífica tierra, que ha sido buena, tranquila y solitaria para mí, dejo en cierta manera tu casa, tan parecida a la mía, siempre llena de música, de nostalgia y de soledad. No sé cuándo nos encontraremos otra vez. Tampoco sé a lo que voy, ni por qué, para decir la verdad. Pero de alguna manera este reposo tan necesario se ha terminado. Ha sido tan bueno para mí que a veces pienso que esta soledad es mi verdadero aire de vida, y que en este aire estoy bien. Siendo tan torpe con los contactos habituales.

Pero, en fin, a lo habitual volvemos. Cediendo hasta el fin a todas las presiones. Y pienso que por eso no estamos juntos. Los dos lo hemos respetado todo de una manera increíble. Nunca nos hemos permitido presionar al otro. Por temor, por respeto, por amor, por todo lo que tú eres y yo amo en ti, como una presencia tan cercana, como un espejo que sólo conoce mi más bonito yo. Y es por amor también a ese bonito yo que no he hecho presión en tu vida en momentos en que quizás un leve peso hubiera cambiado la balanza a favor nuestro. Ni tú ni yo nos hemos atrevido a ser ese peso.

Sea como sea, te quiero para siempre y eso ya es algo.

No sé si te veré pronto. Créeme, Juan Manuel, que nada en esta vida me gustaría como verte muy pronto, encontrarnos incluso antes de que esta carta llegue a tus manos. Pido imposibles, lo sé, y no voy a insistir para no desesperarme y que los niños lo puedan notar.

Y sin embargo, sigo: creo que por esa cita misteriosa que me gustaría tener contigo sería capaz incluso de retrasar mi llegada a Santiago. ¿Será todo eso pura locura, tú crees? ¿Será posible que los dos nos encontremos siempre con manos más urgidas que las nuestras, más posesivas y más exigentes?

Creo que la vida nos dirá eso. Por suerte, todavía confío en la vida y esa confianza me salva de mucho.

Además, confío en que todo lo que suceda entre nosotros será bueno, y eso me da una gran tranquilidad.

Te abrazo y te beso, buenas noches por hoy y hasta no sé cuándo,

Tu Fernanda María

La suerte nos acompañó y mucho, aquella vez, a Fernanda y a mí, porque justo cuando estaba leyendo su carta sobre el viaje a Chile y la escala en El Salvador, recibí una muy correcta oferta para cantar en un hotel de la ciudad de México. Nada más lógico, pues, que improvisar una pascanita en el Distrito Federal, con niños y todo, para que a Fernanda no se le complicaran aún más las cosas. Linda, Mía creo que lo adivinó todo en el momento mismo en que descolgó el auricular, allá en Berkeley, y escuchó mi voz.