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– A veces, en algún hotel, después de un concierto en cualquier parte, te juro que todavía suelto unos lagrimones por ti, y ya al borde de mis sesenta, Mía. Pero me alegra mucho hacerlo, porque en el fondo de aquella callada tristeza, también aquellos lagrimones contienen su dosis de alegría profunda. Y la dosis sin duda será mayor desde esta noche en que bendigo el momento en que decidí venir a verte en Londres, por primera vez desde que nos conocimos. Y realmente me alegra comprobar, una vez más, hasta qué punto has encontrado la paz, Fernanda Mía…

– Créeme que la paz no es más una manifestación muy profunda de la nostalgia, Juan Manuel Carpio. La paz, en el fondo, es una nostalgia, mi viejo y querido…

Montpellier, Madrid, Las Palmas de Gran Canaria,

enero de 1997 / abril de 1998.