Yo he viajado, he jugado, fui trivial y he trabajado, tuve amigos y desgraciados amores; no busqué puestos ni he logrado gloria; soy rico sin tener un centavo; acosado por el hastío, he visto en todas partes el mal y, orgulloso, jamás me he doblegado ante él. Tú eres todo lo que tengo en mi vida, un ser débil, pero un ángel de belleza. Tu amor, tu sonrisa, tu mirada y tu aliento... Yo soy un hombre y mientras vivo, todo eso será mío; sin ello no existe para mí la felicidad, ni los sentimientos, ni me hace falta la existencia. Pero si he sido engañado... si he sido engañado... si sobre mi pecho una vil víbora encontró amparo durante tantos días... y si he descubierto la verdad y por el cariño que te tengo no la he visto antes y he sido burlado por otro..., escucha, Nina... Yo he nacido con un alma ardiente, hecho de lava volcánica; mientras no se enciende es dura como la piedra fría... Pero mala suerte si chocan contra mi corriente. Entonces, entonces no esperes mi perdón; no llamaré a las leyes para cumplir mi venganza. ¡Solo, sin lágrimas, y sin piedad destrozaré nuestras dos vidas!
(Quiere tomarla de la mano, pero ella retrocede).
NINA. - ¡No te acerques!... ¡Oh, qué horrible estás!
ARBENIN. - ¿En serio estoy horrible? No; bromeas. ¡Estoy ridículo! ¡Ríanse, ríanse ustedes, ya que después de haber conseguido vuestro fin palidecen y están temblando. ¡Rápido! ¿Dónde está él, el apasionado amante, juguete de ese baile de máscaras? Que venga a entretenerse. Usted me ha dado a probar casi todos los tormentos del infierno y eso es lo único que falta.
NINA. - ¡Conque ésa es vuestra sospecha! Y la culpable de todo eso es la pulsera. Créame usted que su conducta motivará no sólo mi risa, sino también la de todos mis amigos.
ARBENIN. - ¡Sí! Reíd, imbéciles, maridos desgraciados, que yo también los he engañado algún día, mientras ustedes vivían como santos, sin saber nada, en el paraíso. Pero tú, mi paraíso celestial y terrenal, adiós... adiós, yo ya sé todo. (Dirigiéndose a ella) ¡No te acerques a mí, hiena! Creía yo, muy tonto, que tú, conmovida, tristemente, confesarías todo, poniéndote de rodillas; entonces yo me hubiera ablandado al ver aunque sea sólo una lágrima... una... ; pero no, la risa fue tu única respuesta.
NINA. - No sé quién me ha calumniado. Yo te perdono, yo no soy culpable en nada. Me das lástima, aunque no puedo ayudarte, pero para que te consueles, desde luego, no puedo mentir.
ARBENIN. - ¡Oh, cállate, te pido!... ¡Basta!...
NINA. -Pero escucha... Soy inocente... Que Dios me castigue, escucha...
ARBENIN. - Sé de memoria todo lo que tú me puedes decir.
NINA. - Me duele escuchar tus reproches... Yo te amo, Eugenio.
ARBENIN. - Entonces, confiesa al fin...
NINA. - ¡Escucha, por favor! ¡Oh, Dios mío!, ¿qué quieres de mí?
ARBENIN. - ¡Venganza!
NINA. - ¿Pero a quién quieres vengar?
ARBENIN. - La hora llegará y estoy seguro de encontrarlo.
NINA. - ¿Es para mí la amenaza?... Y entonces,
¿por qué tardas?
ARBENIN. - El heroísmo no te queda bien.
NINA. - (Disgustada) ¿A quién?
ARBENIN. - ¿Usted por quién teme?
NINA. - ¿Será posible que continúes todavía en ese estado? ¡Oh, deja! Con esos celos terminarás por matarme... Yo no sé pedir y tú eres implacable... Pero esta vez también yo te perdono.
ARBENIN. - Está de más.
NINA. -Sin embargo, hay un Dios... Y él no perdonará.
ARBENIN. - ¡Qué lástima! (Ella se va llorando)..
(Solo) ¡Qué mujer!... Ya hace mucho que a ustedes las conozco. Y a vuestras caricias y vuestros reproches.
¡Muy caro me ha costado esta lección! ¿Y por qué será que ella me quiere? ¿Acaso porque tengo un aspecto y una voz terrible? (Se acerca a la puerta de la habitación de su esposa y escucha) ¿Qué hace ella? Tal vez está riendo... No, llora... (Apartándose) Lástima que ya es tarde...
ACTO SEGUNDO
ESCENA PRIMERA
(La baronesa está sentada en un sillón, y algo fatigada abandona el libro que está leyendo).
BARONESA. - ¿Para qué será la vida? ¡Para satisfacer siempre deseos ajenos, costumbres ajenas y vivir esclavizada! Jorge Sand casi tiene razón. ¿Qué es la mujer ahora? Un ser sin voluntad, un juego de pasiones o un capricho de los demás. Teniendo juicio vive sin defensa en la sociedad, ocultando siempre el ardor de sus sentimientos o bien sofocándolos en plena flor.
¿Qué es la mujer? Vende su juventud según ciertas conveniencias y como a víctima de un sacrificio la preparan. La obligan a querer a un hombre solamente, prohibiéndole todo otro afecto. En su pecho se agita a veces la pasión, y el temor y la razón alejan los nuevos pensamientos; y si alguna vez, olvidando la fuerza de la sociedad, deja caer su honor entregándose con toda el alma a sus sentimientos, entonces deberá olvidar la tranquilidad y la felicidad. El mundo es así; no quiere conocer los secretos; juzga por el aspecto y por el vestido a la honradez y al vicio y jamás ofenderá a la decencia y es muy cruel en sus castigos... (Intentando leer) No, no puedo leer..., estoy turbada por todos estos pensamientos y temo... Y al recordar lo sucedido, yo misma me asombro. (Entra Nina).
NINA. - Paseando en una troika, tuve la idea de venir a verte, mon amour.
BARONESA. - C'est une idée charmante, vous en avez toujours. (Sentándose)
Me parece que estás más pálida que antes. Hoy, sin embargo, a pesar del viento y del frío, tienes los ojos colorados. ¿Me imagino que no es de haber llorado?
NINA. - He pasado mala noche y no me siento bien.
BARONESA. - Si tu médico es malo, elige otro.
(Entra el príncipe Zviezdich).
BARONESA. - (Fríamente) ¡Oh, príncipe!
PRÍNCIPE. - Estuve ayer en su casa para comunicarle que nuestro picnicse ha postergado.