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1… No juzgues tus nuevas limitaciones como un síntoma de debilidad

2… No dudes en relacionarte con gente, estar acompañado, expresarte libremente.

3… No reprimas los sentimientos de tristeza que pueden invadirte

4… No trates de ser lo que no sos.

5… No le pongas frenos a tu vida y dejala fluir.

6… No tengas prejuicios ni acumules rencores.

Pero ¿qué es envejecer? El drama de la vejez no consiste en ser viejo, sino en haber sido joven. OSCAR WILDE. Algunos de los signos más notables del envejecimiento normal en los humanos son: la disminución de la fuerza de los músculos, el deterioro de la habilidad del sistema inmunitario para responder a las enfermedades, la pérdida de la densidad de los huesos, la caída del pelo, las arrugas y la disminución de algunas funciones psíquicas complejas. Fenómeno Hayflick y factor tiempo:

Envejecer no es una enfermedad, es el efecto de la senescencia que ocurriría aunque todas las enfermedades desaparecieran de la Tierra. La senescencia empieza un poco después de la pubertad con pequeños cambios, como el depósito de placas de ateroma en las arterias mayores y se va instalando en mayor magnitud a medida que transcurre el tiempo. El doctor Hayflick encontró que el envejecimiento está programado dado que cada célula tiene normalmente un límite a priori en su potencial de crecimiento y división. Hayflick llamó a eso el Efecto Reloj y demostró que el número de células que son capaces de duplicarse es inversamente proporcional al tiempo vivido por un organismo (a más edad menos duplicación). La llegada a este límite es el principal cambio del proceso de senscencia y el causante del aumento de la susceptibilidad a ciertas enfermedades y la disminución de la capacidad homeostática (la habilidad del cuerpo para acomodar pequeñas distorsiones fisiológicas o daños en el cuerpo). Las células "scenescent" (no tan jóvenes) paran de dividirse y no funcionan en plenitud,.desciende su síntesis de ADN y ARN y disminuye su capacidad para aceptar nutrientes. La cantidad de células "scenescent" contribuye a disminuir la función del organismo total. La teoría de los radicales libres: Otra teoría dice que los cambios celulares se deben al proceso de convertir oxígeno en energía.

En este proceso se producen moléculas llamadas radicales libres que en cantidades normales ayudan a mantener el cuerpo saludable, pero en grandes cantidades resultan dañosas para las células. Esto se llama reacción oxidativa. Cancelando este proceso actuarían los medicamentos y alimentos antioxidantes como las moras, las frutillas, las espinacas y la vitamina E. El envejecimiento es una de las pocas características que nos

unifican y definen a todos en nuestro mundo pleno de diversidad y tan cambiante. Todos estamos envejeciendo.

Tengamos 25 o 65 años de edad, 10 o 110, también estamos envejeciendo y esto significa que estamos vivos y es motivo de celebración. Uno de los principales logros de todos los tiempos es el aumento de la expectativa de vida del ser humano conseguida en el curso de estos últimos cien años. En el siglo XX, la expectativa media de vida en los países desarrollados ha aumentado de unos 47 años a más de 75 años. El promedio de edad de la población en los países desarrollados aumenta a un ritmo sin precedentes y esta tendencia se observa en la mayoría de los países en desarrollo, a pesar de haber comenzado más tarde. La expectativa de vida para los que nacen hoy es de más de 82 años. (Aunque todavía nos falte mucho pata el límite natural de nuestras vidas, que según los gerontólogos está alrededor de los 120 años). Al acercarnos al siglo XXI, la tendencia mundial a la disminución de la fecundidad y a la prolongación de la esperanza de vida ha dado al fenómeno del envejecimiento de la población una importancia sin precedentes. El envejecimiento poblacional ha sido asociado habitualmente con los países más industrializados de Europa y América del Norte, donde una quinta parte o más de la población tiene más de 60 años. Sin embargo, entre nosotros, para el año 2020 la población latinoamericana mayor de 60 años sumará 82 millones de personas. Más allá del envejecimiento "biológico" del que hemos hablado existe también un envejecimiento "social", que se refiere al papel que impone la sociedad a la persona que envejece. En este último están involucrados todos los prejuicios que la sociedad manifiesta con relación a los ancianos. Ambos tipos de envejecimiento son responsables de los problemas que aquejan a las personas de edad avanzada. En nuestras sociedades, frente al envejecimiento tenemos prejuicios y caracterizamos a las personas ancianas como pasivas, crónicamente enfermas, sin deseos sexuales o con necesidad desmedida de atención y de cuidados constantes, estigmatizando a los ancianos y condenándolos a la marginalidad social. Sin embargo la mayoría de las personas no manifiesta alteraciones que influyen marcadamente en su funcionamiento físico, intelectual o social hasta que pasan los 70 años. A pesar de que al aumentar la edad los procesos motores, cognoscitivos y sensoriales se hacen más lentos, la motivación y la práctica permiten superar esas desventajas y hacen que las personas de edad se desempeñen con eficiencia. Las personas en edad avanzada mantienen sus capacidades de desarrollo; el adulto mayor saludable y activo es un recurso para la familia y la sociedad. La vejez es cada vez menos sinónimo de dependencia; a pesar de que el riesgo de enfermedad crónica y de discapacidad se incrementa con la edad, solamente una de cada cinco personas en la edad de 70 años presenta alguna discapacidad funcional importante.

Respecto de que la sexualidad es cosa de la juventud, nada está más lejos de la verdad. Después de los 60 años existen por supuesto deseos y fantasías. Lo que cambia en todo caso son las formas y los valores. En esta época de la vida, la sexualidad se asocia más que antes al contacto y a la compañía. Nuestra sociedad nos hizo creer que la sexualidad es genitalidad, pero no abrazos, compañía, caricias. La sexualidad sigue tan viva como antes y en todo caso ha madurado. Según José Fernando, "se ha descubierto que la sexualidad muere un día después de que lo entierren a uno". Nuestras correspondientes políticas de asistencia social no coinciden con las realidades actuales ni con los probables escenarios del siglo XXI. Desarrollar una cultura donde el envejecimiento y la vejez sean considerados como símbolos de experiencia, sabiduría y respeto, y contribuir al fortalecimiento de la solidaridad y al apoyo mutuo entre generaciones, constituye también un reto en nuestra sociedad:.eliminar la discriminación y la segregación por motivos de edad.

Según el actual paradigma de la vejez, los hijos se vuelven tarde o temprano padres de sus padres: consideran la vejez como una etapa "dependiente" de la vida. Yo opino que los hijos son hijos y lo serán siempre; trastocar ese orden conlleva una imagen de venganza o en el mejor de los casos de pago de deuda que contraría el verdadero significado del amor. Envejecer es amargo. Ignacio Quintana dice: "…El hombre que envejece con amargura, crece en odios y en resentimientos. Sus arterias se envenenan, mortifican el cerebro y producen la metamorfosis de la sangre en bilis. Colapsa el aparato circulatorio, detenido por su pesadez. Momifica el cuerpo, degrada la visión, paraliza las manos. La amargura es Tánatos. Tánatos es la muerte y la tragedia. "En la antigüedad, los viejos que no eran respetables eran expulsados en una nave para que murieran en el mar.

Para alejarlos y permitir la tranquilidad de la polis griega. "El viejo amargo reprime la violencia y la transforma en odio social, en quejas vindicativas, en reclamos de supuestas injusticias. A veces se compensan con mecanismos de falta de grandeza, de falsa virtud, megalomanía e indignación reprimida. No existe otro fenómeno que contenga tanta fuerza destructora reprimida como la del viejo que exterioriza la maldad bajo el disfraz de la virtud con su patética necesidad de reconocimiento, cargos públicos y condecoraciones afeado aun por una fatua afirmación del yo…" Y digo yo: ¡¡¡un viejo de mierda!!!

Envejecimiento fecundo. El dulce envejecimiento consiste en llevar una vida productiva y sana dentro de la familia, la sociedad y la economía. La vejez activa refleja el deseo y la capacidad de la persona, cualquiera sea su edad, para mantenerse involucrada en actividades productivas. Una política cultural evolucionada debe alentar la actividad social y política de las personas de edad, reconociendo el valor de su contribución social. La vejez no depende de la suma de una cantidad de años sino de la calidad de vida que hayamos tenido a nivel biopsicosocial como seres integrales que somos. No es la sociedad, ni la herencia, ni el medio ambiente; no son los mitos sobre el envejecimiento ni los estereotipos de la vejez los que marcan por sí solos el estilo de vida que tengamos en esta última etapa. Cada uno de nosotros es responsable de su propio envejecimiento. Hay dos situaciones tristísimas y lamentables: un viejo que se cree joven y un viejo que se cree muerto. En cambio hay una tercera que me parece estupenda: un viejo que sume la segunda parte de su vida con tanto coraje como la primera. Un día a los cuarenta años pensé: en el fondo del espejo me espía la vejez, es incansable, al final me atrapará. Me he debatido contra las etiquetas, pero no he podido evitar que los años me aprisionen. He vivido tendida sobre el provenir y ahora, recapitulando el pasado, diría que el presente me ha sido escamoteado. Elena Jabif. El duelo por la salud perdida. Freud afirma que el deseo de vivir procura imponerse a los deseos de muerte. La enfermedad produce sentimientos de peligro. Al lado del envejecimiento aparece un desamparo impensable, aquel que surge cuando la ilusión de ser inmortal pierde certeza.