En el capítulo 36 de los Viajes de Marco Polo se lee:
Los habitantes de la isla de Madagascar refieren que en determinada estación del año llega de las regiones austra-les una especie extraordinaria de pájaro, que llaman roc. Su forma es parecida a la del águila, pero es incompara-blemente mayor. El roc es tan fuerte que puede levantar en sus garras a un elefante, volar con él por los aires y dejarlo caer desde lo alto para devorarlo después. Quienes han visto el roc aseguran que las alas miden diez y seis pasos de punta a punta y que las plumas tienen ocho pasos de longitud.
Marco Polo agrega que unos enviados del Gran Khan llevaron una pluma de roe a la China.
BAHAMUT
LA FAMA de Behemoth llegó a los desiertos de Arabia, donde los hombres alteraron y magnificaron su imagen. De hipopótamo o elefante lo hicieron pez que se mantiene sobre un agua sin fondo y sobre el pez imaginaron un toro y sobre el toro una montaña hecha de rubí y sobre la montaña un ángel y sobre el ángel seis infiernos y sobre los infiernos la tierra y sobre la tierra siete cielos. Leemos en una tradición recogida por Lane:
Dios creó la tierra, pero la tierra no tenía sostén y así bajo la tierra creó un ángel. Pero el ángel no tenía sostén y así bajo los pies del ángel creó un peñasco hecho de rubí. Pero el peñasco no tenía sostén y así bajo el peñasco creó un toro con cuatro mil ojos, orejas, narices, bocas, lenguas y pies. Pero el toro no tenía sostén y así bajo el toro creó un pez llamado Babamut, y bajo el pez puso agua, y bajo el agua puso oscuridad, y la ciencia humana no ve más allá de ese punto.
Otros declaran que la tierra tiene su fundamento en el agua; el agua, en el peñasco; el peñasco, en la cerviz del toro; el toro en un lecho de arena; la are-na en Bahamut; Bahamut, en un viento sofocante; el viento sofocante en una neblina. La base de la neblina se ignora.
Tan inmenso y tan resplandeciente es Bahamut que los ojos humanos no pueden sufrir su visión. Todos ¡os mares de la tierra, puestos en una de sus fosas nasales, serían como un grano de mostaza en mitad del desierto. En la noche 496 del Libro de las mil y una noches, se refiere que a isa (Jesús) le fue concedido ver a Baharnut y que, lograda esa merced, rodó por el suelo y tardó tres días en reco-brar el conocimiento. Se añade que bajo el desafora-do pez hay un mar, y bajo el mar un abismo de aire, y bajo el aire, fuego, y bajo el fuego, una ser-piente que se Llama Falak, en cuya boca están los infiernos.
La ficción del peñasco sobre el toro y del toro so-bre Bahamut y de Bahamut sobre cualquier otra cosa parece ilustrar la prueba cosmológica de que hay Dios, en la que se argumenta que toda causa requiere una causa anterior y se proclama la necesidad de afirmar una causa primera, para no proceder en infinito.
EL BASILISCO
EN EL curso de las edades, el basilisco se modifica hacia la fealdad y el horror y ahora se lo olvida. Su nombre significa pequeño rey; para Plinio el Anti-guo (VIII, 33), el basilisco era una serpiente que en la cabeza tenía una mancha clara en forma de corona. A partir de la Edad Media, es un gallo cua-drúpedo y coronado, de plumaje amarillo, con gran-des alas espinosas y cola de serpiente que puede ter-minar en un garfio o en otra cabeza de gallo. El cambio de la imagen se refleja en un cambio de nom-bre; Chaucer, en el siglo xiv, habla del basilicock. Uno de los grabados que ilustran la Historia natural de las serpientes y dragones de Aldrovandi le atri-buye escamas, no plumas, y la posesión de ocho patas [2].
Lo que no cambia es la virtud mortífera de su mirada. Los ojos de las gorgonas petrificaban; Lucano refiere que de la sangre de una de ellas, Medusa, nacieron todas las serpientes de libia: el áspid, la anfisbena, el amódite, el basilisco. El pasaje está en el libro IX de la Farsalia; Jáuregui lo traslada así al españoclass="underline"
El basilisco reside en el desierto; mejor dicho, crea el desierto. A sus pies caen muertos los pájaros y se pudren los frutos; el agua de los ríos en que se abreva queda envenenada durante siglos. Que su mirada rompe las piedras y quema el pasto ha sido certificado por Plinio. El olor de la comadreja lo mata; en la Edad Media, se dijo que el canto del gallo. Los viajeros experimentados se proveían de gallos para atravesar comarcas desconocidas. Otra arma era un espejo; al basilisco lo fulmina su propia imagen.
Los enciclopedistas cristianos rechazaron las fá-bulas mitológicas de la Farsalia y pretendieron una explicación racional del origen del basilisco. (Estaban obligados a creer en él, porque la Vulgata traduce por basilisco la voz hebrea Tse pha, nombre de un reptil venenoso.) La hipótesis que logró más favor fue la de un huevo contrahecho y deforme, puesto por un gallo e incubado por una serpiente o un sapo. En el siglo XVII, Sir Thomas Browne la declaró tan monstruosa como la generación del basilisco. Por aquellos años, Quevedo escribió su romance El basilisco, en el que se lee:
EL BEHEMOTH
CUATRO siglos antes de la era cristiana, Bebemoth era una magnificación del elefante o del hipopótamo, o una incorrecta y asustada versión de esos dos ani-males; ahora es, exactamente, los diez versículos fa-mosos que lo describen (Job 40: 10-19) y la vasta forma que evocan. Lo demás es discusión o filología.
El nombre Behemoth es plural; se trata (nos dicen los filólogos) del plural intensivo de la voz hebrea b'bemah, que significa bestia. Como dijo fray Luis de León en su Exposición del Libro de Job:
"Behemoth es palabra hebrea, que es como decir bestias; al juicio común de todos sus doctores, signi-fica el elefante, llamado ansi por su desaforada gran-deza, que siendo un animal vale por muchos".
A título de curiosidad recordemos que también es plural el nombre de Dios, Elohim, en el primer ver-sículo de la Ley, aunque el verbo que rige está en singular ("En el principio hizo los Dioses el cielo y la tierra") y que esta formación ha sido llamada plural de majestad o de plenitud…o
Éstos son los versículos que figuran el Behemoth, en la traducción literal de fray Luis de León, que se propuso "conservar el sentido latino y el aire hebreo, que tiene su cierta majestad" [3]: