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Ziller estaba añadiendo algo a la cazoleta de la pipa.

¿Supone alguna diferencia la casta del enviado? preguntó Kabe.

En realidad, no repuso Ziller. Me da igual qué o a quién envíen. No quiero hablar con ellos. Está claro que mandar a uno de tantos camarillas militantes que, además, resulta ser una especie de violento venerado demuestra que no están intentando congraciarse conmigo, precisamente. No sé si sentirme insultado o halagado.

A lo mejor es un devoto de sus composiciones.

Sí, a lo mejor se desdobla o se triplica como profesor de musicología en las universidades de mayor prestigio respondió Ziller, chupando de nuevo la pipa. Un hilillo de humo salió de la cazoleta.

Ziller continuó Kabe, quiero preguntarle algo. El chelgriano lo miró a los ojos. Esa extensa obra en la que está trabajando, ¿marcará el final de la era de las Dos Novas? ¿Se la ha encargado el Centro? De pronto, Kabe se encontró a sí mismo mirando sin querer en dirección a la luz de Portisia.

¿Entre nosotros? sonrió Ziller.

Por supuesto. Tiene mi palabra.

En ese caso, sí dijo Ziller. Una sinfonía desarrollada para conmemorar el fin del periodo de luto del Centro y abarcar una meditación sobre los horrores de la guerra, así como una celebración de la paz que ha reinado desde entonces, excepto por alguna mancha puntual y trivial. Será interpretada en directo, justo tras la puesta de sol del día de la ignición de la segunda nova. Si mi dirección es tan precisa y minuciosa como de costumbre y calculo correctamente el tiempo, la luz se hará justo al inicio de la última nota. Ziller hablaba con deleite. El Centro tiene previsto preparar alguna especie de espectáculo de luces para el concierto. No estoy seguro de permitirlo, pero ya veremos.

Kabe sospechó que el chelgriano sintió cierto alivio de que alguien le preguntase y pudiese hablar del tema.

Ziller, esa es una maravillosa noticia dijo. Sería la primera pieza musical completa del compositor desde su exilio autoimpuesto. Había gente, entre la que se incluía Kabe, preocupada por si Ziller no volvía a crear otra obra de la monumental escala de la que se había proclamado maestro. Estoy ansioso por escucharla. ¿Está terminada?

Casi. Ahora estoy con los arreglos. El chelgriano levantó la vista hacia la luz que desprendía la nova de Portisia. Ha quedado realmente bien continuó, pensativo. Una materia prima maravillosa. Algo de lo que puedo sentirme bien orgulloso. Sonrió a Kabe con frialdad. Incluso las catástrofes de los otros Implicados parecen encontrarse a otro nivel de elegancia y refinamiento estético comparadas con las de Chel. Las abominaciones de mi propia especie son lo suficientemente eficaces en cuanto a muerte y sufrimiento, pero no dejan de ser pedestres y horteras. Cualquiera pensaría que tuvieron la decencia de proporcionarme una inspiración mejor.

Kabe guardó silencio durante unos momentos.

Es triste odiar tanto a su pueblo, Ziller observó.

Lo es coincidió el compositor, contemplando el lejano Gran Río. Aunque, afortunadamente, ese odio me aporta una inspiración realmente vital para mi trabajo.

Sé que no existe la posibilidad de que vuelva con ellos, Ziller, pero al menos, podría ver a ese emisario.

¿Debería? preguntó Ziller, mirándolo fijamente.

Si no lo hace, podría parecer que tiene miedo de sus argumentos.

¿En serio? ¿De qué argumentos?

Supongo que le dirá que lo necesitan a usted prosiguió Kabe, con paciencia.

Para ser su trofeo, en lugar de ser el de la Cultura.

Creo que «trofeo» no es la palabra adecuada. Símbolo, diría yo. Los símbolos son importantes, los símbolos funcionan. Y cuando el símbolo es una persona, el símbolo entonces se vuelve… dirigible. Una persona simbólica que, hasta cierto punto, puede guiar su propio recorrido, determinar su destino e incluso el de su sociedad. En cualquier circunstancia. A cierto nivel, le dirán que la sociedad a la que usted pertenece, su civilización entera, debe reconciliarse con su disidente más notorio, de forma que también pueda hacerlo consigo misma, y reconstruirse a continuación.

Han hecho una buena elección con usted, ¿no, embajador? dijo Ziller, mirando fijamente a Kabe.

No de la forma a la que creo que se refiere. Ni coincido ni discrepo con tal argumento. Pero es probable que sea el que vengan a ofrecerle. Incluso si usted no ha pensado en ello, ni ha intentado anticiparse a sus propuestas, debe saber que, de haberlo hecho, se lo habría imaginado de todas formas.

Ziller miró a los ojos del homomdano. Kabe se percató de que no era tan complicado como creía encontrarse con aquella mirada oscura y penetrante. Pero tampoco era algo que habría escogido como mero divertimento.

¿Realmente soy un disidente? preguntó finalmente Ziller. Es que me he acostumbrado a verme a mí mismo como un refugiado cultural, o como alguien que busca asilo político. Esta es una recategorización potencialmente inquietante.

Sus comentarios previos los han incitado a actuar, Ziller. Lo mismo que sus actos; primero viniendo aquí y luego quedándose en segundo plano, hasta el fin de la guerra.

La tesitura de la guerra, querido compañero estudioso homomdano, son tres mil años de opresión despiadada, imperialismo cultural, explotación económica, tortura sistemática, tiranía sexual y el culto a la avaricia arraigado hasta el punto de la herenciabilidad genética.

Eso no es más que amargura, estimado Ziller. Ningún observador externo resumiría con mayor hostilidad la historia reciente de la especie chelgriana.

¿Tres mil años conforman una historia reciente?

Está cambiando de tema.

Sí, es que me parece cómico que tres milenios le parezcan «recientes». Está claro que eso resulta más interesante que discutir sobre el grado exacto de culpabilidad atribuible al comportamiento de mis compatriotas desde que se nos ocurrió la brillante idea del sistema de castas.

Nosotros somos una especie longeva dijo Kabe, con un suspiro, y formamos parte de la comunidad galáctica desde hace muchos milenios. Tres mil años distan mucho de resultar insignificantes según nuestros cálculos, pero en la historia de una especie inteligente que ha viajado por todo el espacio, sí se pueden definir como recientes.

Todo esto le molesta, ¿verdad, Kabe?

¿A qué se refiere?

El chelgriano señaló, con la caña de la pipa, hacia un lado de la nave espacial.