Oprimí la tecla de avance rápido a lo largo de otras cuatro llamadas de los medios y después escuché una que me hizo pegar un salto.
«¿Paige? ¿Paige? ¡Vamos, levanta el auricular!», gritó una voz conocida sobre una música fuerte de rock y un murmullo de conversación de muchos decibelios. «Sé que estás ahí. Son las ocho de la noche. ¿Dónde más podrías estar? ¿En una cita?». Una carcajada y luego un pito que casi me perforó el tímpano para lograr mi atención desde cualquier rincón de la casa donde yo pudiera estar agazapada. «¡Soy Adam! ¡Contesta!». Pausa. «Muy bien, a lo mejor no estás en casa. Yo todavía estoy en Maui. Llamé a casa y recibí tu mensaje. En este momento papá está en una conferencia. Yo acababa de salir a tomar un trago, pero por tu voz me pareció que no estabas nada bien, así que volveré al hotel y le daré el mensaje. ¡Aloha!».
¿Qué hotel? ¿Un nombre? ¿Quizá un número de teléfono? ¡Típico! De nuevo oprimí la tecla de avance rápido hasta el final de los mensajes con la esperanza de no haberme perdido la llamada de Robert, casi segura de que estaba allí.
«¿Paige? Soy Robert. Llamé a casa y recibí tus mensajes… Uno nunca puede confiar del todo en Adam para que transmita un mensaje de manera coherente. Impaciente como siempre, parece que solo escuchó el primero tuyo. No le diré nada acerca del que tiene que ver con Leah o tomará el primer vuelo para ayudarte, cosa que seguro que es lo último que quieres. Supongo que estás buscando la información que me pediste que reuniera sobre los semidemonios Voló. Por suerte, la tengo aquí conmigo. Sabes de sobra cómo preparo mi equipaje: un bolso de mano con ropa y dos maletas repletas de libros y notas que no necesito. Ahora mismo te estoy enviando por fax las notas relativas a los Voló. Dentro de una hora salimos para tomar nuestro vuelo, pero si regresas a casa antes de eso, llámame al (808) 555 3573. De lo contrario, yo te llamaré mañana».
Le había pedido a Robert información sobre los Voló hacía varios meses, en un impulso de previsión que después olvidé continuar. Tendría que esperar al día siguiente para averiguar qué pensaba Robert de las Camarillas. Hasta entonces, no me vendría nada mal saber todo lo posible acerca de Leah.
Demonología 101
El fax estaba tirado en el suelo, justo donde mi máquina lo había escupido. Gracias a Dios la policía no había pasado por casa para realizar otro registro. Imaginen lo que habrían pensado si encontraban esto. «No, detective, en realidad no soy satanista. ¿Que por qué, entonces, estoy recibiendo faxes sobre Demonología? Bueno, es por esta nueva idea de diseño en la Web en la que estoy trabajando…». A partir de ahora tendré mucho más cuidado con respecto a lo que dejo tirado en casa.
Para encontrarle sentido a lo que Robert me dijo acerca de los Volos era preciso conocer algunos antecedentes de los demonios. Sobre la Demonología 101, por así decirlo.
Los demonios existen tanto en el mundo físico como en el espiritual. Están ordenados en jerarquías, según su grado de poder. Probablemente existe un demonio que rige a todos, alguien que realmente uno no desea invocar, pero sospecho que ese cargo cambia de manos, como gran parte de los liderazgos en nuestro mundo.
Entre los distintos niveles, desde cortesanos a archiduques, tenemos buenos demonios y malos demonios o, para utilizar la terminología correcta, eudemonios y cacodemonios. Cuando digo «buenos» demonios, o eudemonios, no me refiero a que corren de aquí para allá ayudando a la gente de nuestro mundo. A la mayoría de los demonios no les importamos un pepino. Por eudemonios me refiero a los que no buscan activamente arruinar el mundo humano.
Una descripción más exacta sería dividirlos en demonios caóticos y no caóticos. Los demonios caóticos o cacodemonios son, casi exclusivamente, de la clase que entra en contacto con el resto de nosotros. Un hechicero o bruja podría convocar a un eudemonio, pero de todos modos, la mayoría de nosotros conoce tan poco acerca de la demonología que no sería capaz de distinguir un eudemonio de un cacodemonio. Incluso si alguien afirmara ser un eudemonio, lo más probable sería que estuviera mintiendo. Alguien capaz de lanzar hechizos se mostraría suficientemente sensato como para no invocar absolutamente a ninguno.
Pasemos de los demonios a los semidemonios. Una de las formas predilectas de los cacodemonios de causar problemas en nuestro mundo consiste en engendrar hijos. Además, la parte sexual les fascina bastante. Para lograrlo, adoptan forma humana, porque ya han descubierto que ninguna mujer con menos de un litro de whisky en vena responde favorablemente a la seducción por parte de bestias monstruosas, cubiertas de escamas y con pezuñas.
Para ser sincera, debo reconocer que no sabemos cuál es la verdadera forma de un demonio, y que lo más probable es que no se parezca en absoluto al mítico monstruo con pezuñas y cuernos. Cuando entran en el mundo físico, toman cualquier forma que les permita lograr sus fines. ¿Quieren seducir a una mujer joven? Utilizan el disfraz de «muchachito muy apuesto y atractivo de veinte años». ¿Mi consejo a las chicas jóvenes a las que les gusta ligar con tipos en bares? Pues que los condones no sólo evitan las enfermedades venéreas.
Los semidemonios heredan el poder de sus padres. El poder de Adam es el fuego. El de Robert es un Tempestras, término que significa que fue engendrado por un demonio de tormenta, y por tanto, tiene cierto control sobre los elementos climáticos, como el viento y la lluvia. El grado de poder depende del rango que ocupa el demonio dentro de la jerarquía. Tomemos, por ejemplo, a los llamados demonios del fuego. Un ígneo sólo puede causar quemaduras de primer grado. Un Aduro puede provocar quemaduras y, además, encender objetos inflamables. Un Exustio, como Adam, no sólo puede quemar y encender, sino también incinerar. El número de demonios decrece por nivel. Hay probablemente una docena de demonios ígneos allá afuera engendrando bebés. Pero hay sólo un Exustio, y ello significa que lo más probable es que Adam sólo tenga dos o tres «vastagos» en el mundo.
Pasemos entonces a Leah. Ella es una Voló, que representa la categoría superior de un demonio telequinético. Al igual que Adam, es una rareza, engendrada por un demonio singular del más alto rango. La diferencia es que Adam, a los veinticuatro años, hace muy poco que aprendió a usar sus poderes en plenitud. Como sucede con los especializados en lanzar hechizos, el aprendizaje lleva su tiempo. Aunque Adam era capaz de infligir quemaduras cuando tenía doce años, tardó otros doce en poder incinerar. Lo más probable es que Leah, a los treinta y un años, haya estado en total posesión de su poder durante por lo menos cinco años, algo que le ha permitido tiempo más que suficiente de práctica.
La muerte de Cary era una buena prueba de lo que Leah podía hacer, y constituía, además, el único ejemplo que yo tenía de sus poderes. Sí, nos habíamos encontrado con ella el año pasado y muchos objetos habían volado por los aires, pero hubo un problema. Yo no sólo no había presenciado nada de primera mano, sino que hubo un hechicero involucrado, o sea, que era difícil saber dónde terminaban las contribuciones de él al caos y dónde comenzaban las de Leah.
Las investigaciones de Robert indicaban que un Voló podía impulsar un objeto tan grande como un automóvil, aunque la precisión, la distancia y la velocidad disminuyen a medida que el peso del objeto aumenta. Por ejemplo, podría desplazar un coche que estuviera aparcado alrededor de medio metro. En cambio, podría arrojar un objeto tan pequeño como un libro a través de una habitación con suficiente fuerza como para decapitar a una persona. Los Volos tampoco necesitan ver lo que están moviendo. Si pueden lograr una imagen visual de una habitación cercana gracias a la memoria, son capaces de desplazar objetos que se encuentran dentro de ella.