Soy mamá.
– Le habló en tonos quedos, acariciándola.
De pronto notó que Allyson apretaba su mano débil, tenuemente, y rompió a llorar.
Su hija la había oído.
Sabía que no se engañaba, Allyson la había oído-.
Allie, he sentido tu apretón.
Sé que me escuchas, pequeña mía.
Haz un esfuerzo y abre los ojos.
Venga, ánimo.
Incapaz de contener las lágrimas que surcaban sus mejillas, Page miró los párpados de Allyson y vislumbró en ellos un suave temblor.
Sin embargo, cesó al instante.
La pobrecilla no tenía fuerzas.
La contempló, temiendo que hubiese vuelto a sumirse en el coma, ya que no había signos de vida.
Pero a los pocos segundos Allyson estrujaba su mano, ahora con más vigor.
Page sintió el impulso de cogerla y zarandearla hasta hacerla despertar, llamar a alguien, proclamar a voces que Allie estaba viva, que todavía ardía la llama en algún recoveco de su cuerpo, pero permaneció quieta, hipnotizada, vigilando cada movimiento, alentándola a despertar.
Y, cuando los párpados volvieron a temblar, lloró calladamente sin apartar la mirada.
¿Y si se trataba de una burla cruel, si le decían que eran meros espasmos y que nunca saldría del coma? -Cariño, por favor, abre los ojos.
¡Te quiero tanto, Allie! Estaba sollozando en silencio y besándole los dedos cuando se produjo un nuevo parpadeo y, por primera vez en más de tres meses, Allyson abrió los ojos y vio a su madre.
Al principio parecía obnubilada, como si no distinguiera bien los objetos, hasta que al fin miró a Page directo a los ojos y balbuceó: -Mamá…
Sacudida por el llanto, Page la contempló, se inclinó y la besó en ambas mejillas; las lágrimas resbalaban junto con el cabello sobre la tez de su hija.
Y ella repitió, ahora más fuerte, aquella palabra que surgía como un graznido, pero que era el más dulce acorde que Page había oído nunca: Mamá.
Pasó siglos allí sentada, llorando de emoción y mirando a su niña, antes de que acudiera Frances con expresión de incredulidad.
¡Dios santo, está despierta! -se cercioró, y de inmediato avisó al doctor Hammerman.
Cuando llegó el médico, Allie estaba amodorrada, pero parecía haber salido del coma.
Page le refirió todo lo que había ocurrido y él procedió a realizar un exhaustivo reconocimiento.
Al cabo de un rato, Allyson abrió los ojos y miró al doctor.
No le reconoció y se echó a llorar, a la par que buscaba la protección de su madre.
– Tranquilízate, mi niña.
El doctor Hammerman es un buen amigo que te ayudará a recuperarte.
A Page ya no le importaba nada ni nadie.
Allie había despertado, había abierto sus bonitos ojos y le había hablado.
Lo que pasara a partir de ahora le era indiferente.
El médico pidió a Allie que aferrase su mano y que le mirase, y ella lo hizo.
Luego la instó a decir algo, cualquier cosa, pero ella no lo consiguió.
Clavó la mirada en su madre y meneó la cabeza.
Más tarde, en el pasillo, Hammerman le explicó a Page que Allyson había perdido todo su vocabulario.
Su energía motriz también estaba deteriorada, y restaba por determinar la magnitud de las lesiones cerebrales.
– Su hija volverá a desarrollar la mayor parte de sus funciones básicas, tales como andar, sentarse y comer.
Y aprenderá a hablar por segunda vez.
Ahora debemos comprobar qué aptitudes han quedado intactás y hasta dónde podemos avanzar -dijo llanamente.
Page estaba dispuesta a hacer lo que fuera, a trabajar con todo ahínco, a sacrificar años de su vida para devolverla a la normalidad.
No repararía en medios.
Cuando se hubo despedido de Hammerman, llamó a Trygve y le contó las novedades.
– Aguarda un minuto…
Calma, Page, no te aturrulles.
– En el lago, Thorensen tenía un teléfono portátil y la comunicación era deficiente.
Se enteró de que el médico había comentado algo sobre la energía motriz de Allyson, pero el resto se le escapó.
Además, Page mezclaba la risa y el llanto, lo que aún dificultaba más su comprensión-.
Empieza otra vez.
– Me ha hablado, Trygve, ¡Allie me ha hablado! -exclamó ella, y a Trygve casi se le cayó el teléfono de las manos-.
¡Está despierta! Ha abierto los ojos, me ha mirado y ha dicho mamá.
– Era el día más hermoso de su vida desde el nacimiento de Allyson y desde que supieron que no perderían a Andy-.
¡Oh, Trygve! -Page sollozaba y chillaba incoherentemente.
A Thorensen también se le saltaron las lágrimas.
Sus hijos se arremolinaron a su alrededor, preguntando qué ocurría.
No estaban muy seguros de si la noticia era buena o si Allie había muerto.
Chloe miró a su padre con angustia en los ojos.
– Bajaremos a la ciudad esta misma noche -anunció Trygve-.
Te llamaré enseguida que llegue.
Ahora se lo diré a los chicos -añadió con atropello y nerviosismo, y ambos colgaron al mismo tiempo.
Page corrió a la UCI para reunirse con su hija, y Trygve anunció a sus hijos que Allyson había despertado.
– ¿Y está normal? -preguntó Chloe, boquiabierta.
– Aún es pronto para saberlo, cariño -repuso Trygve, abrazándola con efusividad.
Podría haber sido ella y no Allie quien hubiese quedado sumida en un coma.
Aquella noche toda la familia se desplazó desde Tahoe.
Entretanto, Allyson había vuelto a dormirse, sólo que ahora en el sentido estricto de la palabra.
Habían empezado a desconectarla de las máquinas que la habían mantenido con vida, pero continuaba en la UCI y todavía pasaría un tiempo en observación.
¿Qué ha dicho? -quiso saber Chloe, sentados todos a la mesa de la cocina de su casa.
– Solamente nnmamá".
Page sollozó mientras contaba toda la historia.
Trygve derramó lágrimas al escucharla.
Y también Chloe y Bjorn.
Andy y él juntaron las manos para darse ánimos.
Aquél fue el día más emotivo de sus vidas.
A la mañana siguiente, Page llevó a Chloe al hospital.
Cuando Allyson abrió los ojos, miró a su amiga durante un rato y al fin, con la frente arrugada, preguntó a su madre.
– Chica -dijo, señalándola con el dedo-.
Una chica.
– Es Chloe -repuso Page cariñosamente-.
Chloe es tu mejor amiga, Allie.
Ella miró de nuevo a su amiga e hizo una señal de asentimiento.
Era como si lo supiera pero hubiese perdido la facultad de expresarlo.
– Creo que me ha conocido -dijo Chloe al salir.
Más tarde comentó a Trygve su desencanto por tan ambiguo reconocimiento.
– Dale un poco de tiempo.
Allie acaba de regresar de un largo viaje.
Será muy dificultoso llevarla al punto donde estaba.
Sólo lo conseguirían si tenían suerte.
– ¿Cuánto de dificultoso, papá? -Lo ignoro.
El doctor Hammerman ha dicho a su madre que podrían pasar dos o tres años hasta que se cumpla toda la rehabilitación de la que ahora es capaz.
Para entonces habría cumplido los dieciocho, y en el ínterin tendría que aprender a incorporarse, a caminar, a comer con tenedor, a hablar…
Era abrumador.
Después de cenar, Page les detalló los progresos de la jornada.
Alrededor de Allie se había reunido todo un ejército terapéutico.
Por un lado la fisioterapeuta, por el otro los expertos en energía motriz y en afasia (pérdida del lenguaje a raíz de una embolia) y demás lesiones cerebrales.
En los próximos meses tendrían que trabajar sin tregua, y Page también.
¿Qué me dices de Tahoe? -preguntó Trygve una vez quedaron a solas.
Volverían al lago por la mañana, y Thorensen quería que Andy fuera con ellos después de visitar a su hermana: -No sé qué hacer -vaciló Page-.
Me preocupa dejarla precisamente ahora.
– ¿Y si Allyson recaía? ¿Y si se quedaba muda e inmóvil? Pero el doctor Hammerman le había asegurado que no, que podía estar sola perfectamente.