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Alicia soltó una risotada.

– No digas disparates mami, que tú de marxismo nunca entendiste nada…

Que Margarita asimilase aquella situación con tanto aplomo, fue decisivo. Era el empujoncito que Alicia necesitaba.

Mientras conduce de regreso a Siboney, evoca con ternura y gratitud la solidaridad sin vacilaciones que siempre le dispensara Margarita. ¡Todo un hombre, su madre, coño! El compañero ideal para los trances difíciles. Con los ojos húmedos, se dice que jamás se separar de ella.

Bien, ánimo pues. Su suerte está echada. Por aquel trabajo, se va a ganar un millón y medio de fulas. En toda tu vida no va a tener otra oportunidad como aquella… Sería estúpido dejarla pasar…

Y sobre todo, tiene dos razones supremas: la primera es que también ella prefiere morirse antes que volver a una vida mediocre; y la segunda y principal, que el mundo no se hizo para los pendejos: "El que quiera pescado, que se moje", como decía su abuelo gallego.

Cuando regresa a Siboney, él la espera ansioso. No ha podido dormir.

La espera con la puerta abierta, la hace pasar, y se sienta en una butaca, ávido por escucharla.

– ¿Y bien? -pregunta, sin mirarla, con algo infantil en la voz.

Ella enciende un cigarro, deja su bolso sobre una mesa y se queda de pie frente a él.

– Yo no puedo saber si ese tipo se accidentó o lo mataste tú.

Víctor intenta levantarse:

– ¿Pero cómo se te ocurre…?

Alicia autoritaria, lo empuja suavemente dentro de la butaca:

– ¡Me toca a mí, coño! ¡Oye y no interrumpas!

Alicia hace una pausa. Es Víctor quien enciende ahora un cigarro.

– Yo, a tí, no te conozco, Víctor. Sólo sé que me echaste una pila de mentiras… Primero me hiciste creer que estabas muy interesado en mí y hasta insinuaste un posible futuro conmigo. Luego me entero de que eres voyeur, y lo que querías era reclutarme para tus shows, con Elizabeth. Ahora resulta que estuviste preso, que Elizabeth no existe, y que después de templarte tres años a tu jefe, ahora quieres sacarle tres millones con el cuento del secuestro. ¿Qué quieres que piense de ti, Víctor?

Hace otra pausa y da unos pasitos hacia la ventana. Se apoya contra la pared, de frente a él.

– En cuanto a tu plan, seguro que me ocultas algo…

– Tú no tienes el derecho…

– ¡Tengo el derecho y el izquierdo! -grita ella, desaforadamente-. ¡Y cá llate, coño!

El cabecea disgustado, pero finalmente se encoge de hombros y obedece.

Mientras reordena sus ideas, Alicia echa una larga humarada con sus labios en u.

– Pero algo me dice que no eres un asesino, y parece evidente que necesitas mi ayuda. Y como tampoco quiero volver más nunca a una situación tan rejodida, me voy a arriesgar a seguirte. ¡Qué más remedio! Estoy dispuesta a todo. Pero no intentes trampearme porque será tu ruina. Ya he tomado mis medidas…

– Me lo esperaba; y me parece perfecto. Ni tú ni yo tenemos otra alternativa. Y ahora te falta conocer otros detalles del plan.

– No, ahora no me expliques nada. Dime sólo qué hay que hacer para que desaparezca ese cadáver. Me enferma tenerlo al lado.

– Está bien. Es lo primero que vamos a hacer. Pero antes, inmediatamente, tenemos que reunir algunas cosas que tengo aquí en una lista.

Víctor se instala frente a su computadora, y se pone a leer.

26

RIGHT NOW DON'T FORGET

gato Anillo

cinta métrica Huellas carretilla

guantes de goma Borrar listas computer

toallones Quemar página impresa

lona barb. Quemar ropas

alcohol Rastrillar cenizas

Jeans anchos Perder reloj de V.

tijeras Borrar hidden text (A)

cable eléctrico Mucama, jardinero. freezer

pinza

peluca

espejuelos oscuros

billetes de dólares

esparadrapo

medicinas y un líquido potable

agujas, hilo

pañoleta

vestido ancho

horquillas

sandalias

cinto (bolso de A.)

NEXT DAYS

ACTIONS

Escoger hotel (V)

Buscar o crear escondite texto n° 3 cerca hotel escogido (V)

Reservar habitación adecuada con ventana que se abra (A)

Redactar textos para maletín, bib. y escondite (V)

Ejercicios para desfigurar la voz (A)

MATERIALS

Maletín adecuado (Alicia consigue y sitúa en Miramar = AcseM)

Papel carbón (Acsem)

Plumón negro de punta gruesa (AcseM)

Pintura roja en tubo (AcseM).

maleta grande (AcseM)

cadena (AcseM)

destornillador (V)

tornillos (V)

equipo para pesca mayor (A)

tubo que le sirve de sostén (A)

stick adhesivo (seM) (A)

gancho especial (seM) (V)

binoculares (seM) (V)

esponjas de baño (finca) (A)

juego de roldanas (finca) (V)

rollo de soga de c ñamo (finca) (V)

soga de nylon gruesa (finca) (V)

Entre las 10:20 y las 11:30 elaboran el guión circunstanciado de lo que se proponen acometer ese día; más un esquema provisional, que perfeccionar n sobre la marcha, para las acciones de los próximos días. Una vez de acuerdo, sólo se quedan con la lista de utilería.

Han trabajado como para una película. Y como los buenos guionistas, han comenzado por el final. Ante todo, quieren una película con desenlace feliz.

En la casa del estanque, el freezer está montado sobre una armazón de hierro con cuatro rueditas. Alicia trae el gato del descapotable, pero no cabe por debajo. Víctor va por el suyo, un hidráulico alemán a modo de pala. Y ese sí, cabe. Resuelto el primer punto.

Lo segundo es medir el freezer. En el cobertizo, en una caja de herramientas, encuentran un metro de carpintero. Por fuera, el freezer de Alicia mide ciento cuarenta por setenta centímetros y tiene noventa de alto. Víctor calcula que por dentro, las tres dimensiones deben reducirse en unos diez centímetros.

Cuando terminan las mediciones, cambian el freezer de lugar. Lo ubican de modo que con la puerta de la cocina abierta, no se lo pueda ver desde la sala.

Se trasladan a la casa donde está el cadáver y lo miden. Estatura: ciento sesenta y cuatro centímetros. Desde las corvas a los talones, cuarenta y tres centímetros. Cabrá perfectamente. Alicia hace una señal en su lista.

– ¿Qué sigue en el guión? -pregunta Víctor.

Alicia mira su lista.

– Ponernos guantes de goma.

– Bien: ¡acción! -ordena Víctor hacia una cámara imaginaria.

– ¡Toma uno! -grita ella, en papel de script-girl.

Ambos tratan de atenuar la sordidez de lo que están haciendo con un poco de humor negro. Intercambian una primera sonrisa. Ella lo besa en el cuello. Él le acaricia las nalgas. El cadáver los incita a abrazarse, a sentir el calor, la sangre, la vida en sus cuerpos.

Alicia busca en la cocina y encuentra varios guantes de goma. Se pone un par; y al ver que Víctor manipula los suyos con torpeza, lo ayuda a ponérselos.

Víctor sale al patio, se dirige al cobertizo, empuja la puerta y entra. Regresa con la carretilla del jardinero. La lleva hasta la sala. Cargan el cadáver tal como está, con peluca y maquillaje.

Lo tapan con dos toallones y Víctor se lo lleva en la carretilla. Alicia lo sigue.

Al salir nuevamente al descubierto, inspecciona el mundo circundante. Sabe que nadie puede verlos. Sólamente quien se trepara a alguna de las palmas reales que bordean la carretera. Y para ver algo, tendría que usar binoculares. A los que pudieran fisgonear desde un edificio de tres pisos, a unos doscientos metros, el propio Rieks les ha vedado la vista hacia las dos viviendas: un año antes había mandado construir la cancha de squash, con tres muros de ocho metros.