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– Sra. Jennings no estamos aquí por una queja. -¿Por qué no le dice que se callen de una puta vez? Eve se preguntó. -Somos de homicidios-.

– No he matado a nadie. Todavía. ¿Hubo un incidente en el edificio? -

– No, señora. Estamos aquí por Deena MacMasters. -

– ¿Deena? ¿Por qué estarían… ¿Deena? -

Eve vio que se hundió, pero se abrió paso. -Ella fue asesinada esta madrugada. Entendemos que ella y su hija, Jo, eran amigas. -

– ¿Deena?-, Repitió, para asegurarse. -Pero, ¿cómo?- Ella levantó la mano, para empujar su pelo. Como lo tenía ya en una cola, sus dedos se quedaron en sus sienes. -¿Está segura?-

– Sí-.

– Entendemos que esto es un shock, señora Jennings,- dijo Peabody. -Si pudiéramos tener unos minutos con Jo, podría ayudarnos.-

– Jo. Jo no sabe nada. Ha estado en casa toda la mañana, peleando con su hermano. Ella no sabe nada. -

– Ella no está en ningún problema-, le aseguró Peabody. -Estamos hablando con todos los amigos de Deena. Es de rutina. ¿Usted conoció a Deena durante algún tiempo? -

– Sí. Sí. Ellas han sido las mejores amigas desde que tenían ocho. Ellas… ellas… oh Dios. Mi Dios. ¿Qué pasó? -

– Si pudiéramos hablar con Jo,- interrumpido Eve. -Usted es libre de permanecer en la sala.-

– Muy bien. Sí. Muy bien. -Ella caminó a la base de la escalera, se agarró a la barandilla hasta que sus nudillos se volvieron blancos. -Jo! Jo! Te necesito aquí. Ahora mismo. ¿Qué le digo a ella? ¿Debo…

– Vamos a decirleselo.- Eve oyó el ruido que se tradujo en pies resentidos, a continuación, una niña con una explosión de rizos castaños y ojos marrones violentamente enojados apareció. Llevaba pantalones negros -cortos hasta la rodilla, algo que desconcertó a Eva, tenía un trío de remeras, azul que se asomaba desde el rojo y negro.

– ¿Por qué siempre yo?- Exigió Jo. -Él empezó. No se… -Se interrumpió, enrojeciendo profundamente cuando vio a Eve y Peabody. -Yo no sabía que alguien estaba aquí.-

– Jo, nena…

– Yo soy el teniente Dallas. Ella es mi compañera, la detective Peabody.

– ¿La policía? ¿Va a llevarse a ese monstruo fuera? -

– Tú eres el bicho raro.- Un niño, de pelo castaño y rizado en el estilo actual, con los ojos tan violentos como los de su hermana, gruñó cuando irrumpió por las escaleras.

– ¡Alto! Los dos! Ahora! -

Por fin, pensó Eve. Evidentemente sorprendidos por el tono y la orden, los niños se detuvieron y miraron a su madre, como si fuera un extraño de dos cabezas.

Eve se acercó, señaló una silla. -Siéntate-.

– ¿Estoy en problemas? No he hecho nada. Te lo juro. -

– Monstruo-, murmuró el joven en voz baja, a continuación, visiblemente se encogió bajo la mirada fría de Eve.

Eve se volvió a Jo. -Lamento informarte que Deena MacMasters fue asesinada esta mañana.-

– ¿Huh?- Fue la incredulidad instintiva. -¿Qué?- Y se le llenaron de lágrimas los ojos y se derramó al instante. -¿Mamá? ¿Mamá? ¿Qué está diciendo? -

Aunque Eve prefería dejar los llorones a Peabody, se sentó al otro lado de Jo, manteniendo su cara a nivel mientras la madre acercó la silla para poner sus brazos alrededor de su hija.

– Alguien la mató. Alguien que conocía. Un muchacho que ha estado viendo en secreto. ¿Cómo se llama? -

– Ella no está muerta. Nos fuimos de compras el sábado con Hilly. ¿Por qué dices eso? -

El hermano se trasladó a su otro lado, la cólera olvidada.

– Ella dejó entrar a alguien en la casa mientras sus padres estaban ausentes. ¿Con quién estaba saliendo? -

– Con nadie-.

– La mentira no le ayuda ahora.-

– Teniente, por favor. ¿No puedes ver lo trastornada que está? Todos lo estamos. -

– Sus padres están trastornados, también. Regresaron a casa y encontraron a su hija muerta. ¿A quién estaba ella viendo, Jo? ¿Cómo se llama? -

– No lo . Mamá. Mamá. Haz que se vaya. -Volvió la cara, presionándola contra el pecho de su madre -Haz que desaparezca.-

– No puedo irme.- Le dijo Eve con frialdad-, antes de que la señora Jennings pudiera hablar. -Sucedió. ¿Eras su amiga? -

– Sí. Sí-.

– Voy a conseguir un poco de agua -murmuró Peabody, y se volvió para buscar la cocina.

– Dime todo lo que sabes. Es la única manera de ayudarla ahora. Si eras su amiga, querrás ayudarla. -

– Pero yo no lo sé. Realmente no lo sé. Yo nunca lo conocí, ni siquiera lo vi. Ella sólo lo llamaba David. Ella dijo que se llamaba David, y que era maravilloso. Se encontraron en el parque hace unas semanas. Corría allí un par de veces a la semana. Más veces. -

– Está bien. ¿Cómo se conocieron? -

– Le gustaba correr, y ese día él estaba por el mismo camino, y se tropezó. Cayó muy duro, por lo que se detuvo para ver si estaba bien. Él estaba avergonzado, y se había golpeado un poco la rodilla, torcido el tobillo, ¿sabes? Y él le dijo que estaba bien, que no parara, pero cuando trató de levantarse, su botella de agua se rompió y se derramó por todos lados, y estaba más avergonzado porque tenía los zapatos mojados. Fueron a sentarse en la hierba, empezaron a hablar un poco, para que ella pudiera hacer que se sintiera mejor. Y fue muy lindo. -

– ¿Qué aspecto tiene?-

– No lo sé. Ella sólo dijo que era muy lindo. Adorable al cuadrado, y que era de Georgia y tenía un acento que hizo que se fuera su vergüenza. Era torpe y muy dulce y cortés. Anticuado. A ella realmente le gustaba eso de él. -

Peabody trajo un vaso de agua. Jo la miró. -Gracias. Yo no entiendo. No lo entiendo. -

– ¿Por qué lo guardaba en secreto?-Preguntó suavemente Peabody.

– Era romántico. Ni siquiera me lo dijo hasta el mes pasado, y sólo porque ella dijo que iba a estallar si no podía hablar de él. Y… bueno, ella sabía que sus padres le iban a hacer preguntas, y él le dijo que había estado en algunos problemas en casa, en Georgia cuando él había estado en la escuela secundaria. Con ilegales. A su padre no le habría gustado, aunque él le dijo que estaba en línea recta, y que había hecho su rehabilitación y servicio a la comunidad y todo. Ella quería algo más de tiempo antes de decir nada de él.-

– Pero nunca lo conociste tampoco-, señaló Eve.

– Él era tímido, y dijo que -creo- le gustaba que sólo fueran ellos dos por un tiempo. No hacían nada. En serio, mamá, no… Ya sabes. -

– Está bien, cariño. Está bien, Jo. -

– Ellos se reunían en el parque a veces, o se hacían paseos a pie o en su computadora, y se fueron a ver un par de videos y hablaban por el vínculo mucho. Pasaron semanas antes de que incluso la besara. Y él tenía diecinueve años. Tenía miedo de que a sus padres no les gustara que fuera mayor. -

– ¿Tenían una cita ayer por la noche?-

Jo asintió con la cabeza, miserablemente. -Ella lo iba a ver, sólo para comer y pasar el rato porque él iba a llevarla a un espectáculo. Le gustaba ir al teatro, y él consiguió entradas para Costa a Costa. Es por eso que fui de compras, sobre todo. Ella quería un traje nuevo. Ella compró está realmente mag- falda púrpura -es su color favorito, y zapatos nuevos para ir con ella. Ella estaba muy emocionada. -

Eve pensó en los zapatos cerca de la mesa por las escaleras, la falda púrpura arrugado hasta los muslos magullados.

– Ella salió ayer por la tarde para una mani y pedi.- Ojos llenos de lágrimas, miraron a su madre. -Ella me llamó para ver si lo podía conocer, pero tuvimos que cenar con los abuelos. Ella quería que fuera especial. Ella estaba tan feliz. Él no la habría herido. Era agradable. Tiene que haber un error. -