– Sí-. Ella miró hacia atrás, al chico de pelo oscuro y la chica bonita pálida, -Jamie está bien.-
Ella meditó sobre él un poco, cuando se dirigían a casa. -Por lo tanto, el chico, Darian, va a una fiesta en la víspera de Año Nuevo, y el asesino pasa, entra y roba su identificación. Demasiada puta suerte en mi mundo. -
– De acuerdo, aunque no es imposible que fuera un momento de oportunidad. Más probable es que su asesino hubiera echado el ojo a Darian, o a otros candidatos incluidos Darian, a continuación, aprovechara la oportunidad para caer en la fiesta, entre la multitud. No es difícil de enganchar el ID de el entonces, si lo tenía Darian, o estaba en su habitación. La gente entra y sale, muy juntos, sin duda, indudablemente con alcohol o algunos ilegales en la mezcla. -
– Él conoce el campus, a los que andan por allí. El apuntaba a Deena, así que tenía que saber que era cercana a Jamie, que va allí. -
– Estás pensando que Jamie lo conoce, o por lo menos se ha encontrado con él en algún momento. Un amigo de un amigo de un amigo. -
– Se ajusta, ¿no? Él podría haber utilizado incluso algunos nombres que le eran vagamente familiares para hacerla sentir más cómoda con él de inmediato. Esos dos chicos reconocieron a Deena y la pusieron con Jamie. Así que el asesino menciona su nombre, u de otros. Ella automáticamente se siente segura. Él tuvo la identificación por meses antes de acercarse a ella. Paciente como una araña de mierda. -
Volvió a trabajar para redactar la entrevista con Darian, y comenzar el laborioso proceso de estudiar los resultados de su búsqueda de los expedientes de MacMasters.
Eran casi las dos de la mañana, cuando Roarke la encontró asintiendo con la cabeza ante los datos.
– No se puede trabajar con sueño-, señaló. -Es hora de los dos estemos en la cama.-
– Tengo un puñado de posibles.- Ella presionó las palmas de sus manos sobre los ojos que se habían puesto borrosos. -Las conexiones de las personas que MacMasters envió por largos períodos, los que murieron en la cárcel. Él no tuvo ninguna terminación en los últimos cinco años. Tengo que ir más atrás, tal vez. Y tengo que hablar de esto con él. -
– Lo cual será para mañana.-
– Sí. Sí, lo será. -Se empujó hacia arriba. -¿Por qué estás despierto?-
– Trabajaba en la búsqueda de borrado de datos, lo que con el sistema MacMasters es como tratar de encontrar un fantasma en un cuarto oscuro con los ojos vendados-.
Dado que ambos estaban muy cansados para subir por las escaleras, llamó al ascensor. -Y haciendo el análisis de la copia de la grabación. Y eso sería un infierno mucho más conciso con el sangriento original. No hay reflejo. No está en los ojos. -
– Hubiera sido muy afortunada.- Bostezó camino al dormitorio. -Organicé una sesión informativa aquí para las 7:00, después Peabody y yo vamos a golpear el parque. Feeney puede tener el disco en registro y comenzar el análisis. -
Se desnudó camino a la cama. -Me reuniré con Mira, ella va a tener un perfil. Y yo voy a refrescar la memoria de Jamie. Este hombre ha estado cerca, en la periferia, sin mezclarse, pero ha estado por allí. No es un fantasma. Habrá pistas. -Ella se dejó caer boca abajo sobre la cama.
– Siempre hay pistas en alguna parte.-
– Has encontrado algunas en menos de veinticuatro horas.- Él se deslizó a su lado, pasó un brazo alrededor de ella para atraerla más cerca. -Encontrarás más.-
– Tal vez fue una víctima.- Su voz se arrastraba. -Y acusa a MacMasters de no hacer lo suficiente… culpa a la policía, castiga a los policías. Tal vez… -
En la oscuridad, Roarke le acarició la espalda mientras se iba durmiendo, cuando Galahad se dejó caer sobre la cama a sus pies. Pensó, aquí estamos, todos sanos y salvos por esta noche.
Soñó con habitaciones oscuras, y la búsqueda de pistas en las calles duras de su ciudad. Detrás de ella las cosas se movían a lo lejos, en las sombras. Soñó con una joven que la miraba con los ojos muertos.
Mientras ella seguía, una cartelera animada saltó a la vida, contando historias y mostrando la imagen de una niña llorando, indefensa, sangrado. Su voz llenaba la oscuridad con dolor, con miedo.
Él estaba allí con ella, ella lo sentía detrás de ella, a su lado, delante de ella. Respirando, esperando, observando mientras la chica le rogaba, sangraba y moría.
Él estaba allí cuando la imagen pasó a otra chica, una chica en una habitación iluminada con luz roja. Allí, mientras la niña Eve había rogado, desangrado y muerto.
Así que se arrancó del sueño con su corazón golpeando y el aire atrapado en sus pulmones. Se obligó a dejar salir el aire. -Luces. Luces encendidas, al diez por ciento. -
Sus manos temblaban ligeramente mientras las miraba, las giraba, buscando sangre.
No había, por supuesto que él no estaba allí. Era solo un sueño, y no tan malo. No tan malo. Cerrando los ojos ella esperó que los latidos de su corazón se calmaran, para mantener el equilibrio. Pero ella no podía alejar el frío, y Roarke no estaba allí para darle calor.
Sus dientes querían rechinar, por lo que los apretó mientras se levantaba, se ponía una bata. Ella miró la hora, vio que eran apenas eran las 5:30. Fue hacia la pantalla de la casa, se aclaró la garganta.
– ¿Dónde está Roarke?-
Buenos días, querida Eve. Roarke está en su oficina principal.
– ¿Qué diablos?- Preguntó ella, y se fue a averiguarlo.
Estúpida, se dijo, una estupidez estar demasiado incómoda para volver a la cama, dormir la media hora que le quedaba. Pero ella no podía hacerle frente, no, estando sola.
Ella lo escuchó mientras se acercaba a la oficina, pero las palabras eran extrañas, confusas, extranjeras. Pensó con nostalgia en el café, y pensó que necesitaba el golpe para aclararse el cerebro porque hubiera jurado Roarke estaba hablando en chino.
Se acercó, con cara de sueño, a la puerta abierta de su oficina. A lo mejor todavía estaba soñando, pensó, porque Roarke hablaba muy bien chino. O, posiblemente, coreano.
En la pantalla de pared un asiático ponía fin a su conversación en un perfecto inglés. Roarke se paró, rodeando el holo-modelo de algún tipo de edificio. De vez en cuando la estructura cambiaba, o se abría en una vista interior, como si él o el otro hombre hicieran un pequeño ajuste.
Extensas ventanas asomaban abriéndose en forma de arco.
Fascinada, se apoyó en la jamba de la puerta y lo miró trabajar.
Se había vestido para el día, pero no se había molestado, hasta ahora, con la chaqueta del traje o corbata. Eso le dijo que el hombre en la pantalla era un empleado en lugar de un socio de negocios.
Estudió el holo, se fue a buscar una taza de café de su escritorio. Mientras bebía escuchó la conversación con el otro hombre sobre el espacio, flujo y luz ambiental.
Roarke interrumpió con otra serie en chino, indicando lo que parecía ser para Eve, la esquina sureste del edificio.
Momentos más tarde lo que había sido sólido se convirtió en cristal. El techo de ese sector se levantó, cambiaron los ángulos, luego se relajó en una especie de curva suave.
Roarke asintió con la cabeza.
Ella empujó el batiente cuando la conversación terminó. La pantalla quedó en blanco, y el holo se esfumó.
– ¿Desde cuándo hablas con fluidez en chino? O lo que sea. -
Se volvió hacia ella, con la sorpresa parpadeando en la cara. -¿Qué estás haciendo? Has dormido apenas tres horas. -
– Tarro, hervidor de agua. ¿Era chino? -
– Lo era. Mandarín. Y no hablo más que un puñado de palabras básicas. El traductor de la Computadora, me guía en ambos sentidos. -
Frunció el ceño cuando él se acercó al AutoChef. -Nunca he visto-ni oído-un traductor. Sonaba como si no fuera generado por una computadora.-.