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– Todo esto nos está diciendo qué tipo de máscara llevaba. No es lo que está debajo de el. Se la ha sacado ahora. No hay más necesidad de ella. -

Ella vio en una ranura ilegal, activó la luz de servicio.

– Esto es peor que lo de Coltraine.-

Eve salió, no dijo nada mientras Peabody caminaba a su encuentro.

– La conocíamos.- Sus ojos, oscuros y atribulados, buscaron la cara de Eve. -Ella era una de nosotros. Y salía con Morris. Yo no creo que alguna vez un trabajo golpeara tan duro como ese. ¿Pero esto? La hija de un policía, una chica así, ¿matarla así? Y yo la conocía. Es peor-.

– Él sabe eso-, dijo Eve. -Él sabe que es peor que cualquier cosa. Él quiso que lo fuera, se aseguró que lo sería con el vídeo. Y él está pensando que escapó limpiamente, sacudiéndose de eso. Vamos a probar que está equivocado, y lo vamos a llevar adentro. -

– Sí. Muy bien-. Peabody hizo rodar sus hombros. -Supongo que es una forma de hablar.-

– Es un hecho. Ve hacia el norte. Voy a tomar hacia el sur. -

Un día de paseo, pensó Eve. Bolas de nubes de algodón blandas se extendían en un perfecto y delicado cielo azul. El aire esparcía la fragancia de las flores y arbustos en flor que no podía nombrar, arremolinándose en la isla. Hierva verde, extendida como una alfombra debajo de los árboles altos y majestuosos. La pared de ellos y los arbustos florecidos dejaban fuera el ruido, el ritmo, la prisa de la ciudad y abrían una puerta a un mundo tranquilo y verde.

El estanque brillaba como una joya en estado líquido bajo el arco del puente con el reflejo de los árboles y las nubes de ensueño que empañaban su superficie.

La gente se sentaba en los bancos, bebiendo de go-tazas, hablando entre sí o en enlaces, consultando a sus PPCs. Trajes de negocios, sudaderas, vestidos de verano, harapos de mendigo se mezclaban en el conjunto ecléctico que era Nueva York, incluso en el verde.

Niñeras y padres de familia profesionales aprovechaban el tiempo y empujaban a niños y bebés en extraños dispositivos con ruedas o los transportaban en arneses extraños. A lo largo del camino los corredores con sus auriculares de botón, auriculares, e-pods de fitness, vestidos con pantalones cortos de colores suaves o pieles mostrando cuerpos ya tonificados.

Se imaginó a Deena a lo largo del camino marrón, su vida extendida delante de ella como la hierba verde, verde brillante y las islas de flores. Hasta que se detuvo para ayudar a un chico.

Ya que estaba más cerca, Eve se acercó primero un grupo de adultos con niños -cautelosamente.

Ella miró al grupo en general. -NYPSD. ¿Han visto a esta chica? -. Levantó la foto de Deena.

Consiguió automáticamente un montón de sacudidas de cabeza. Uno de los niños -de la edad que juzgaba tenía Bella de Mavis, la miró con esos ojos inexpresivos de muñeca que Eve encontraba espeluznantes mientras chupaba afanosamente el chupete que alguien había pegado en su boca.

– Tal vez ustedes la hayan visto-, dijo Eva. -Ella corría aquí por las mañanas, a estas horas, varios días a la semana.-

Una de las mujeres, con un muy pequeño niño de cabeza redonda sujeto al frente, se acercó más. Eve tuvo que esforzarse para no inclinarse hacia atrás cuando el niño agitó los brazos y las piernas como un metrónomo humano.

– He estado aquí casi todos los lunes y miércoles desde mayo. No la he notado. ¿Qué hizo ella? -Ella levantó la cabeza con una mirada ávida, con miedo. -Esta parte del parque se supone que es una zona segura, al menos durante el día.-

– Ella no hizo nada. ¿Alguien más? Podría haber corrido aquí más habitualmente a principios de la primavera. Marzo, abril. -

Más sacudidas de cabeza, pero Eve notó que una de las mujeres le daba una mirada más intensa.

– ¿Usted ha la visto?-

– No estoy segura. Creo que tal vez. Pero no fue en el parque. No creo. -

– Alrededor del barrio-, dijo Eve, -en una tienda, en la calle. Tal vez más de una vez, si ella le resulta familiar. O tal vez usted habló con ella. -Miró a los dos niños montados en tándem en el carro. -Le gustaban los niños. Déle otra mirada. -

– Creo que… Sí. Claro. Ella es la que me ayudó. -

– ¿Le ayudó?-

– Tenía todas estas diligencias. La mujer para la que trabajo, a veces no se acuerda que sólo tengo dos manos, ¿sabe? Tenía a los dos niños, Sterling y el pequeño Max. Sterling se maneja por sí mismo. Y yo tenía que recoger un vestido para ella, hacer la compra, y además, ella quería flores. Lirios. Así que estaba cargada, y, de repente Sterling grita, me apuñala el oído. -

Ella cambió su mirada a una de las otras mujeres y tuvo una sonrisa de comprensión.

– Así que estoy tratando de lidiar con él, y estoy haciendo malabares con las cosas para poder guardarlas en el coche, y esta chica, -ella es-me llama y viene corriendo rápidamente. Tenía a Mister Boos. -

– ¿A quién?-

– Mister Boos, el oso de Sterling. Ve-. Ella hizo un gesto al muchacho en el segundo asiento de la silla de paseo en tándem. Estaba sentado lanzando miradas de sospecha a Eve y agarrando un oso de peluche azul brillante con los oídos destrozados y una expresión de asombro en su cara.

– Es mío-gritó Sterling, y mostró los dientes en desafío.

La mujer dio vuelta a los ojos. -Si él no puede tener a Mister Boos, la vida no vale la pena. Lo había dejado caer, o tal vez lo lanzó, y yo no había notado. Así que ella lo recogió y se lo trajo, y en ese momento Max comenzó lamentarse por Sterling. Ella preguntó si podía darme una mano, y le dije que sólo necesitaba unas seis más o algo por el estilo. Hice que Sterling le diera las gracias por salvar a Mister Boos, y le dije que sólo tenía que ir alrededor de otra cuadra. Y ella dijo que se iba por ese camino, y que iba a llevar la bolsa del mercado si quería. Fue muy amable de su parte. -

– Caminó con usted.-

– Sí, lo hizo,- La mujer, que debía tener un radar de niños, dando vueltas en la cabeza señaló con un dedo de advertencia un segundo antes de que Sterling pudiera seguir adelante y darle una paliza a su hermano pequeño con el señor Boos.

El se paró, con una sonrisa angelical y una mirada satánica en sus ojos. Eve se preguntó si estaría dándole caza en unos veinte años.

– Lo siento, es el aburrimiento. ¿Dónde estaba yo? Oh sí, esta chica. Ella me ayudó con las bolsas, me acompañó hasta el edificio. Ella fue muy amable, y educado en realidad. Una gran cantidad de chicos de esa edad, ni siquiera te ven, usted sabe lo que quiero decir. Hizo reír a Sterling, dijo cuánto le gustaban los niños. Cuidaba a un par de gemelos, me acuerdo que dijo, así que sabía que podían dar mucho trabajo. -

¿Cuándo fue eso? -

– Lo sé exactamente porque al día siguiente fue mi cumpleaños. El cinco de abril. -

– ¿Estaba sola?-

– Eso es correcto. Caminando a casa desde la escuela, dijo. Tenía una mochila, creo. No estoy segura de eso, de verdad. Pero la vi un par de semanas más tarde. Tal vez un mes o seis semanas. No lo sé. Estaba lloviendo, -el cielo acaba de abrirse, y yo estaba corriendo para llevar a los niños a casa. Eso fue en la Segunda, en algún lugar entre la Quincuagésima y Quincuagésima quinta. Porque había llevado a los niños al Museo de los Niños que está allí para un programa. Ellos tenían un espectáculo de magia. -

– ¿Hablo usted con ella?-

– No, yo me apresuraba a llegar a la parada de autobús, porque el maxi iba a llevar la silla de paseo en tándem, y estaba lloviendo a cántaros. Yo no quería caminar todo el ancho de la ciudad bajo la lluvia con los niños. Pero la vi y la saludé y traté de llamar su atención. Pero ella y el chico simplemente se subieron a un airboard y se fueron.-