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En la pantalla, Eve vio sonreír a Charity al enlace. Ella lo inclinó, tal como le habían dicho, para que Eve pudiera ver su rostro en la pantalla del vínculo.

Ahí estás, cabrón, pensó. Sigue viniendo. Sigue llegando.

– Hola, Denny. Yo estaba pensando en ti! -

– Hola, Sra. M. estoy llegando un par de minutos tarde, sólo quería que lo supiera, y para asegurarme de que nos reuniremos y que su marido y todos se fueron bien.-

– Por supuesto que estamos en pie. Tengo para nosotros una buena limonada y algunos bollos. Mis hombres están en camino a la selva! -Ella se echó a reír, con facilidad. -Será bueno tener un poco de compañía antes de asentarme en mi soledad.-

– Oh, usted no tiene que tomarse esa molestia, señora M. Pero si esas son sus magdalenas, estoy caminando más rápido! Estaré allí en un minuto. -

Sí, vamos, pensó Eve cuando varios equipos transmitieron su progreso a través de su auricular. Ven directamente, hijo de puta.

– Bueno, voy a servir la limonada-, dijo alegremente Charity. -Nos vemos en un minuto.-

Charity apagó el enlace, lo puso sobre el piano. -¿Cómo lo hago?-

– Perfecto-, dijo Eve.

– Creo que podría haber errado mi vocación-, dijo mientras se levantaba para servir la bebida. -Podría haber sido una estrella de la pantalla.-

Eve miró sus ojos ponerse feroces, la vio tomar una respiración larga y profunda antes de que su rostro se volviera inofensivamente agradable otra vez.

– Aquí vamos-, murmuró Charity y se dirigió hacia la puerta.

– Aparece caminando-, le dijo Feeney.

– Mantengan las posiciones. Lo hacemos por los números. No hay charla. Esperen a que les de mi señal. -

Vio a Charity abrir la puerta delantera, y sonreír placidamente, con encanto a la cara de Darrin Pauley.

– Se ve realmente bien hoy, señora M.-

– Oh, escúchate. Ven aquí! Oh, mira esas margaritas. ¿No son bonitas? -

– Sólo quería darle las gracias por dejarme tener mi lección hoy.-

– Esa es la cosa más dulce.- Charity olfateó las flores. -Toma un minuto para sentarte, toma un poco de limonada. Apuesto a que caminar te dio sed. -

– Creo que lo hizo.-

– Un joven como tú siempre tiene hambre. Sírvete un panecillo. -

– Gracias.- Él se encogió de hombros para quitarse la mochila, la puso al lado de una silla antes de retirarse la gorra, sus gafas de sol.

Charity se quedó donde estaba, sonriéndole. -¿Cómo está tu mamá?-

– Oh, ella está bien. Me gustaría que no trabajara tan duro. Me gustaría poder hacer más por ella. -

– Apuesto a que estás haciendo más de lo que ella había pensado alguna vez pedirte-, dijo Charity, y Eve esperaba ser la única que oyó el hielo subyacente en su tono. -¿Y no se sorprenderá cuando toques para ella? No sé, otro chico de tu edad nunca se iba a tomar tantos problemas para complacer a su mamá. -

– Le debo todo. Apuesto a que su familia siente lo mismo por usted. Sobre todo sus hijos. ¿Está segura de que va a estar bien aquí sola? ¿Sola hasta el domingo, me dijo no?-

– Oh, voy a estar bien y feliz de tener el lugar para mí hasta que Deke y los chicos vuelvan el domingo. Ahora come un bollo mientras voy a poner estas margaritas en agua. Vuelvo en un minuto-.

– Está bien.-

Charity salió de la habitación, sin perder la calma, incluso cuando envió una feroz mirada satisfecha en dirección a Eve.

Cuando el eco de sus pasos se alejó, Darrin sacó un pequeño frasco de su bolsillo, vaciando su contenido en el vaso.

– En marcha. Todas las posiciones, vayan. -

Arma en mano, Eve corrió a la sala sólo unos segundos antes que una media docena de policías hicieran lo mismo.

– Hola, Darrin-, dijo Eve. Ella sonrió mientras la miraba. -Las manos detrás de la cabeza. Ahora. De rodillas-.

– ¿Qué es eso?- Él obedeció, pero volvió la cabeza de lado a lado, con la perfecta mezcla de miedo y confusión en su rostro. -Denny Mi-mi nombre, Denny Plimpton. Tengo mi identificación. -

– Apuesto a que la tienes. Darrin Pauley, también conocido como Denny Plimpton, entre otros, está bajo arresto por asesinato, dos cargos. -Eve lo agarró de la muñeca, tiró su brazo a la espalda.

Ella levantó la vista y miró a MacMasters. -Capitán, ¿podría leer a este hijo de puta sus derechos?-

– Yo…- MacMasters despejó el óxido de su voz. Miró el arma en su mano, luego, lentamente, la enfundó. -Usted tiene el derecho a guardar silencio-, comenzó mientras ella aseguraba en las muñecas de Darrin las esposas.

– Pensaste que se la jugarías, ¿no es así, Darrin?- Eve lo levantó. -Que se la jugarías a una anciana. Pero ella te la jugó. Ella se desempeñó como en un piano. ¿En esta ocasión? Tú eras la marca. -

El niño asustado desapareció, y sonrió. Y cuando sonrió, volviendo la cara hacia MacMasters, la sombra del monstruo acechaba detrás de sus ojos. -Tal vez tenga intención de robar, pero eso es todo lo que obtendrá.-

Eve lo tiró para que se enfrentara a ella. -Sigue diciéndote eso, Darrin.-

– Mira lo que encontré-. Baxter levantó un par de esposas como las que los agentes judiciales utilizaban en los tribunales. -Hay una grabadora, también, una lata de sellar, y hmmm.-, Abrió otro bolsillo y sacó un pequeño paquete de píldoras -Apuesto a que éstas contienen sustancias ilegales-.

– Embólsalas, regístralas y guárdalas. Y también el contenido del vaso de la señora Mimoto. Transporta a esta cosa a la Central y resérvalo. Voy a ir muy pronto, y vamos a charlar.

– Sácalo.- Ella empujó a Darrin hacia Jenkinson, a continuación, se acercó a MacMasters. -Se hizo el trabajo. Usted se mantuvo. Ya lo tenemos. Debe ir a casa, decirle a su esposa que ya lo tenemos. Debe estar con ella. -

– Me gustaría observar la entrevista.- Su cara era como la piedra, pálida y duramente tallada.

– Vamos a dejar que sude un rato. Tiene tiempo para ir a casa, decirle a su esposa. Ella tiene que escuchar esto de usted. -

– Sí, tiene razón.- Él le tendió la mano. -Gracias, teniente.

– Capitán-.

Se encaminó hacia la puerta, se detuvo, se volvió. -Pensé en ello, incluso después de lo que hablamos. Yo podría haberlo hecho. Una línea clara, una corriente. Yo podría haberlo hecho. Ahora tengo que pensar en eso. -

– El bastardo hizo su trabajo ahí-, murmuró Eve. -Socavó la base de un buen policía, el maldito.-

– Creo que, con algo de tiempo, la base va a resultar sólida. Él hizo el trabajo, como usted dijo, -señaló Peabody. -Fue bueno para él haberle leído al bastardo sus derechos.-

– Sí. Ponte en contacto con el juez, asegúrale que su madre está bien, y que lo tenemos. Podemos contactar con su padre, pero supongo que querrá hacerlo ella misma. -

Se dio la vuelta. -Muy bien, chicos y chicas, buen trabajo. Vamos a cerrar. -

En la Central, Eve notificó formalmente a su comandante, a la oficina de la APA, contactó con Mira con una solicitud para observar. Escribió su informe.

Se sentó, apoyó sus botas sobre el escritorio, y bebió una taza de café.

Peabody golpeó en la puerta. -Ha sido reservado y procesado, y estará sentado en la entrevista en una hora.-

– Mmm-hmm-.

– Reo y el comandante están aquí, MacMasters acaba de llegar, y Mira está en camino.-

– Estoy en eso.-

– ¿No crees que deberíamos empezar a trabajar con él?

– ¿Estás nerviosa?-

– No. Sí. Bueno, Nadine está masticando para romper la historia. -

– Todavía no. Nada todavía. -

– Bueno… se supone que debemos estar de vuelta, ya sabes, con el ensayo. Sé que están utilizando sustitutos, pero si terminamos esto, todavía podemos… -

Eve sólo volvió la cabeza, la miró fijamente.