Выбрать главу

Peabody sorbió los mocos, parpadeó, pero las lágrimas se derramaron de todas formas.

– Ya basta-, ordenó Eve.

– No puedo evitarlo.- Dio un paso atrás, donde ella y Mavis envolvieron los brazos alrededor de la cintura de la otra y sorbieron juntas.

Louise respiró hondo, se volvió.

– Bueno, Mierda.- Eve la miró. -Creo que faltan un par de clics para ser perfecto.-

Romántico, pensó Eve, pero casi de otro mundo con metros de espuma blanca, vaporosa, faldas flotantes, el brillo de las cuentas en el corpiño. El vestido era un ganador, ninguna duda, pero la mirada en la cara de Louise brillaba aún más que eso.

– Me veo como una novia-, murmuró Louise.

– Aquí-. Con las lágrimas goteando, Trina ofreció a Louise su ramo de rosas de dulce corazón que iban de tonos rosa pálido a un rojo más profundo. Luego dio a Eve y Peabody sus ramos más pequeños. -Vamos, Mavis, es mejor que bajemos.-

Mavis recogió al bebé. -Bellarina di adiós. Todo está realmente hermoso. -Suspiró y salió a toda prisa.

– ¿Listo?- Le preguntó Eve a Louise.

– Dallas-. Ella levantó una mano, tomó la de Eve en un apretón duro. -Estoy lista.-

El sol brillaba, y la más tranquila de las brisas susurraba con la música de flautas y violines. Masas de flores perfumaban el aire. Peabody entró primero por el corredor blanco formando un pasillo entre los invitados sentados en la glorieta de rosas blancas, donde Charles estaba con Roarke y McNab.

Eve la siguió. Sus ojos se encontraron con Roarke. Y allí, pensó, ahí estaba la razón para ello. La razón de las flores y la pompa, el alboroto y la formalidad.

Era el amor.

Sólo tú, recordó. Ella se acercó a él en un día de verano también, y solo él la había visto.

Él le sonrió como lo había hecho cuando ella caminaba por un corredor blanco en una glorieta de rosas blancas hacia él. Como entonces, su corazón dio un salto rápido.

A veces, pensó mientras tomaba su lugar, la vida puede ser muy, muy perfecta.

J D Robb

***