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– Eso no lo sabes. Es más probable que te diera por muerta y que ese cerebro retorcido y loco que tienes te mantuviera con vida contra toda esperanza.

Era un buen argumento, y más que posible. Como todos los miembros del equipo con dotes parapsicológicas, su cerebro registraba una actividad eléctrica mayor de la normal, así que era muy posible que no hubiera respondido a la descarga como esperaba su atacante.

– Puede ser. -Vaciló y luego confesó-: Anoche me imaginé una situación de pesadilla en la que ese tipo me atacaba con la pistola eléctrica y luego me llevaba a casa y me metía en la cama pensando que al despertarme no recordaría lo que había pasado.

– ¿Quieres decir que cuando te despertaras cubierta de sangre no te darías cuenta de que había pasado algo?

– En eso no pensé hasta esta mañana. -Después de tres tazas de café y de un desayuno maravilloso, cortesía de Ash.

Gordon la miró pensativo.

– No estás funcionando con toda la cilindrada, nena, si no te diste cuenta de eso.

– ¿Por qué los hombres siempre usáis metáforas de coches? -preguntó, aunque ella misma había usado aquélla al describirle su estado a Bishop.

– No cambies de tema.

Riley suspiró.

– Esta tarde, cuando llame para informar, se lo contaré todo a Bishop. Habiendo muerto una persona, no tendría justificación que me lo callara. Ojalá pueda convencerlo de que me deje quedarme. Pero mientras tanto voy a ir al departamento del sheriff. Confío en poder echar un vistazo a las declaraciones, a las fotos y al informe de la autopsia.

– ¿Qué esperas encontrar?

– No lo sé. Seguramente nada que no dedujera ya en la escena del crimen. Pero puede que pasara algo por alto.

Gordon había fruncido el ceño.

– Deduzco que tus facultades extrasensoriales siguen fuera de servicio.

Ella asintió con la cabeza.

– Lo cual tiene más sentido hoy que ayer. Ahora al menos sé qué me pasó. Pero, aun así, tengo la corazonada de que Bishop va a decirme que nadie más en el equipo ha sufrido una descarga eléctrica justo en la base del cráneo. No recuerdo haberlo leído en ningún expediente de la brigada, y creo que lo habría puesto. En negrita. Subrayado. Y con un asterisco.

– Sí, entiendo. Lo que significa…

– Lo que significa que estoy en territorio ignoto y prácticamente sola. Sabe Dios qué especie de cortocircuito se ha producido en mi cerebro o se embarulló en mi cabeza. Y cuáles pueden ser los efectos secundarios.

– ¿Puedes repetirme por qué no vas a ver a un médico?

– Porque un médico sólo me haría pruebas. Y porque funciono bien. Hoy ni siquiera me duele la cabeza, o no mucho, al menos. Lo que esa descarga le hizo a mi cerebro… En fin, digamos que dudo que tengan una pildorita mágica para curarme.

– ¿Podría ser permanente? ¿La amnesia y el daño que le ha hecho a tus sentidos?

– Podría ser. -Riley respiró hondo y exhaló lentamente-. Maldita sea, es probable que lo sea. Si una descarga eléctrica puede despertar dotes parapsicológicas latentes, y eso lo sabemos, es lógico suponer que también pueda provocarles un fuerte cortocircuito o destruirlas.

– ¿Y qué sientes al respecto?

– Toda mi vida he contado con la ventaja que me daban esos sentidos cuando la necesitaba. Cuando mi oponente era más grande o más fuerte, o más listo, o más rápido…, o simplemente más malo. Sin ellos, no sé si sirvo para hacer mi trabajo.

Capítulo 8

– ¿No creo que tengas que preocuparte por eso -dijo Gordon-. Te he visto hacer muchas cosas sin tus sentidos paranormales.

– Gracias por el voto de confianza. Ojalá me quitara la sensación de mareo que noto en la boca del estómago.

Gordon pareció querer cambiar de tema.

– ¿Qué tal fue tu cita de anoche?

Ella sabía que no estaba pidiendo detalles ni quería saberlos; sólo quería saber si su cita con Ash había cambiado algo.

Pero ella no tenía la respuesta.

– Fue…, fue bien. -Titubeó; luego dijo-: Dime que puedo confiar en él, Gordon. Prométeme que puedo confiar en él.

– Ojalá pudiera, nena, pero no le conozco lo bastante bien como para prometer nada. Lo único que sé es lo que oigo y lo poco que he visto, y es casi todo bueno, si te sirve de algo. A mí me gustaría tenerlo de mi lado en una pelea. Las tripas me dicen que podría confiar en él para que me cubriera las espaldas. Pero los dos sabemos que eso no significa que no pueda ser un cabrón con la mujer que comparte su cama.

– No creo… No es eso lo que temo.

– ¿Qué es, entonces? ¿Te da miedo que rajara a un ser humano en el bosque?

– No creo que sea capaz de eso. Pero no estoy segura. Estoy acostumbrada a intuir a la gente, Gordon. Es algo más profundo que saber interpretar una expresión o una voz, o que observar cómo se comportan. Casi siempre sé en quién puedo confiar y en quién no, pero no es sólo eso. Intuyo cómo son en el fondo. Con Ash, tengo la inquietante sensación de que percibí algo muy importante en él. Algo que necesito saber. Y sea lo que sea, no puedo sentirlo, ya no lo noto. Se ha esfumado.

– Puede que no para siempre. Puede que sólo esté fuera de tu alcance en este momento.

– Sí. Sí, puede ser. -A pesar de que la conocía bien, Gordon no tenía dotes parapsicológicas, y como nunca había perdido un sentido no comprendía lo que significaba quedarse de pronto sin algo con lo que uno contaba para moverse en un mundo a menudo hostil.

La propia Riley sólo empezaba a cobrar conciencia de ello. Su sensación de mareo aumentó.

Pasado un momento, Gordon dijo:

– Te liaste con Ash, y me cuesta creer que lo hubieras hecho si sintieras que hay algo podrido dentro de él.

– Espero que tengas razón. -Riley contempló el apacible paisaje veraniego visible desde el muelle y deseó fugazmente poder unirse al grupo de pescadores al que Gordon esperaba de un momento a otro y navegar durante horas sin preocuparse por nada. Sonaba mucho más apetecible que mirar las fotografías de una autopsia.

Miró a su amigo y luego se apartó del banco en el que estaba medio reclinada.

– Más vale que me vaya. Jake me espera en el departamento del sheriff desde hace media hora.

– Tengo un amigo que puede encargarse de esa partida de pesca.

Agradecida por el ofrecimiento implícito, Riley negó con la cabeza.

– ¿Y qué le diríamos a Jake? ¿Qué me siento tan amenazada que llevo a un ex compañero del ejército para que me cubra las espaldas a plena luz del día? Soy una agente del FBI que está de vacaciones y él me ha pedido que le asesore en una investigación. Todo muy amable y muy informal. Así que ¿por qué voy a llevar de pronto un guardaespaldas? Nadie más sabe lo que pasó el domingo por la noche, y quiero que siga siendo así, al menos hasta que tenga un poco más claro qué está pasando aquí.

– Quien te atacó sabe lo que pasó. Y si te dio por muerta, se va a llevar una buena sorpresa cuando te vea andando por ahí como si nada hubiera pasado. Se va a llevar una buena sorpresa…, y se va a preocupar mucho pensando en qué sabes.

– He estado dándole vueltas y no estoy segura de que vaya a preocuparse en absoluto. Que yo sepa, no llegué a sacar el arma. No puedo estar totalmente segura de ello, claro, pero en cambio sé que no disparé. Y me atacaron por la espalda. Está claro que me pillaron desprevenida. Y no es por alardear, pero no es tan fácil pillarme por sorpresa.

– Ya lo creo.

– Sí. Así que es muy probable que no viera a quien llevaba la Taser. Creo que él… o ella, supongo, contaba con que no hubiera visto u oído nada que pudiera ponerle en peligro, o se habría asegurado de que estaba muerta.

– Eso es mucho suponer, y te va la vida en ello, nena.

– Sí, bueno. -Señaló la pistola automática que llevaba enfundada a la altura de la cadera-. A partir de ahora, iré armada abiertamente casi todo el tiempo y, en lo que respecta a la mayoría de la gente, estoy oficialmente de servicio. -Lo había decidido esa misma mañana, después de que Ash se marchara-. No quería que fuera así, porque eso significa que habrá gente que esté menos dispuesta a hablar conmigo. Pero, después de pensarlo, he llegado a la conclusión de que ir desarmada tenía más riesgos que ventajas.