– ¿De qué estás hablando?
– La pieza más grande del rompecabezas, Ash. Soy yo.
Él le dio la vuelta para mirarla, sin apartar las manos de sus hombros.
– ¿Cómo es posible? Cariño, todo ese rollo ocultista comenzó semanas antes de que llegaras. Semanas antes de que tuvieras intención de venir aquí.
– Pero era un buen señuelo, ¿verdad? -Iba entendiéndolo a medida que hablaba, encajando lentamente datos y acontecimientos que parecían dispares. Recuerdos deshilachados y visiones borrosas-. Posibles prácticas ocultistas en un apacible pueblecito de la playa, nada violento ni macabro, no hacía falta que viniera a investigar un equipo completo. Sólo un agente. Sólo yo. Sólo la experta en ocultismo de la unidad.
Las manos de Ash se crisparon sobre sus hombros.
– Gordon Skinner fue quien te pidió que vinieras. Alguien en quien confiabas. ¿No?
– Sí. Y eso tenía que formar parte del plan. Sabiendo que tenía un amigo de confianza que me cubriría las espaldas si era necesario, no dudaría en venir sola.
– ¿Insinúas que está involucrado?
– No. -Riley sacudió la cabeza, titubeó, luego levantó las manos para agarrar las muñecas de Ash. Casi inmediatamente, comenzó a sentirse más fuerte. Su cabeza se aclaró, sus ideas y sus conclusiones volvieron a ordenarse rápidamente en el interior de su mente.
Tenía razón.
«Se trata de conexiones. Y necesito esta conexión para resolver el caso. Qué demonios: puede que la necesite simplemente para sobrevivir.»
– No, no creo que Gordon esté implicado en esto. Voluntariamente, al menos. A sabiendas. Pero podría ser un peón. Puede que lo hayan manipulado, como han manipulado a tanta gente y tantos acontecimientos.
– Riley…
– Ash, esto, lo que me está pasando, no es natural. No debería estar ocurriendo. Las lesiones que me causó la pistola eléctrica deberían estar curándose. Lo que significa que hay algo más, alguna otra cosa que me está afectando. Algo que estaba aquí desde el principio. Algo que me roba las fuerzas, las capacidades, que juega con mis recuerdos, con mi noción del tiempo, de lo que es real y lo que no.
– ¿Qué puede hacer todo eso?
– La energía negativa. La energía oscura. Creada, controlada, canalizada y dirigida por alguien.
– ¿Por otra persona con poderes? Dijiste que era posible.
– No creo que sea otra persona con poderes paranormales. O, si lo es, no se parece a ninguna que yo conozca. Creo que es alguien que fue a sitios muy oscuros en busca de poder para lograr aquello que persigue.
– ¿Qué es?
Lentamente, ella dijo:
– Sea lo que sea, creo que tiene que ver conmigo. Acabo de tener un fogonazo de recuerdos. Al menos, creo que era un recuerdo. Del domingo por la noche. Llegaba al claro y encontraba el cuerpo allí colgado, ya muerto. Estaba sola. Pero me sentía inquieta, mis sentidos no parecían funcionar bien. Y entonces entré en el círculo.
– ¿En el círculo hecho de sal?
– Sí. Estaba cerrado. Cuando lo pisé, cuando entré en él, quedé atrapada. Encerrada. No podía moverme. No podía oír. Todo se oscurecía. Fue entonces cuando me atacaron con la pistola eléctrica. Me inmovilizaron, como una mosca metida en resina, y luego me electrocutaron intencionadamente.
– ¿Que te inmovilizaron? ¿Cómo? ¿Estás hablando de fuerzas elementales? ¿O de algo sobrenatural?
– De ambas cosas. Estoy hablando de alguien con la capacidad de utilizar la energía negativa. Torturar y matar a un ser humano es lo más negativo que puede haber. El sufrimiento genera energía. Morir violentamente crea una cantidad increíble de energía. La destrucción siempre crea algo que reemplaza a lo que se destruye, aunque sólo sea pura energía. Si a eso se suma una ceremonia de magia negra destinada a generar aún más energía oscura, habría suficiente veneno psíquico para incapacitar incluso a un enemigo muy fuerte.
– ¿A ti?
– Soy yo quien cayó en la trampa. Soy yo quien se despertó incapacitada.
– Podría rebatir esa afirmación, pero da igual. ¿Estás diciendo que todo esto fue pensado para ese fin? ¿Para incapacitarte y hacerte daño? ¿Usando energía?
Saltaba a la vista que lo dudaba, y Riley no podía reprochárselo. Lo que estaba sugiriendo era increíble.
«Apuesto a que ésa es la conclusión a la que yo había llegado justo antes de los episodios de amnesia, lo que empecé a explicar en el informe: que, por increíble que pareciera, alguien estaba manipulando energía oscura premeditadamente y que había sido todo un montaje para traerme aquí. Y destruirme.»
Pero había algo con lo que su enemigo no había contado, estaba casi segura de ello. Algo que ella misma sólo empezaba a entender.
El comodín de la baraja era Ash.
Capítulo 18
– Riley…
– Ash, esto no tiene nada de mágico. Nada de antinatural, excepto por cómo se usa. Es la degeneración de la capacidad perfectamente humana de manipular los campos eléctricos y magnéticos. Todo el mundo lo hace a diario en grado mínimo: nuestro cuerpo está lleno de impulsos eléctricos que se disparan constantemente. Es automático. Involuntario. Pero en este caso alguien ha encontrado un modo de absorber energía oscura, energía negativa, y servirse de ella, e incluso dirigirla hacia fuera con un propósito concreto.
– ¿Eso puede hacerse, Riley? ¿Absorber energía de otra cosa? ¿De otra persona? Ella tomó aire y exhaló despacio.
– Espero de verdad que esto no te asuste. Fíjate bien en mi cara.
Él obedeció, y su ceño se hizo más profundo.
– Pareces… Tu cara no parece tan flaca, tan exhausta como hace unos minutos. ¿Qué…?
Ash era muy rápido. Fijó la mirada en las manos de Riley, que seguían aferradas a sus muñecas, y lo entendió.
– Espera un momento. ¿Estás extrayendo energía de mí? ¿De los dos?
Satisfecha porque hubiera añadido aquello último, Riley asintió con la cabeza.
– Estoy segura, sí. Cada segundo que pasa me siento más fuerte. Antes nunca había podido hacer esto. Y lo hemos intentado, te lo aseguro.
– ¿Quiénes?
– La UCE. Una de las formas que tiene Bishop de emparejar a sus agentes es complementando sus habilidades. Compensar una debilidad con un punto fuerte. Mi debilidad ha sido siempre que consumo tanta energía durante un caso que acabo exhausta, a veces en los momentos más críticos. Así que intentó emparejarme con miembros del equipo que tuvieran energía de sobra. Pero nunca funcionó porque yo no podía conectar con esa otra fuente de energía, ni siquiera tratándose de personas en las que confiaba, gente que estaba absolutamente dispuesta a compartir sus fuerzas conmigo. Bishop decía…
– ¿Qué decía?
Riley titubeó. Pero por frágil que fuera su memoria, su cuerpo tenía al menos una certeza (la tenía, estaba claro, desde hacía algún tiempo).
– Decía que hay una forma de confianza muy rara que sólo ha visto entre algunos hermanos y algunos amantes. Una confianza tan profunda y absoluta que todas las barreras que separan a las personas desaparecen. Es lo que le pasa a él con su mujer. Comparten sus pensamientos, sus capacidades, todo lo que son. Como dos mitades de una sola alma.
Respiró hondo y concluyó diciendo:
– Decía que probablemente yo lo descubriría cuando me enamorara. Y que, si eso pasaba, encontraría también una fuente de energía asombrosa con la que podría conectar. Miranda y él son precognitivos, así que cuando él dice «probablemente», uno puede darlo por sentado.
Al ver que Ash no respondía inmediatamente, se apresuró a añadir:
– No es que sea una vampira de la energía ni nada parecido, es sólo…
Ash la besó. Larga, lenta y profundamente.
Cuando pudo, Riley murmuró: