El portero de Marte se puso de pie, con un ruido terrible de su silla de metal que provocó un gesto de aprobación de Pop Jones mientras extendía la mano para tomar la lata de Bovril y una cuchara. En esta etapa los sentimientos de Pop por su colega marciano tenían muchos puntos de apoyo: desde la solidaridad hasta la admiración por alguien a quien consideraba un héroe. La actitud brusca de no permitir pasar, la expresión poco hospitalaria de sus ojos; y había algo más, algo más sutil, que a Pop le parecía la quintaesencia del arte de la portería: el estado de alerta ante la amenaza del esfuerzo. Eso era. Ha llegado el día, pensó. El día en que por fin los porteros…
– Bien, el tiempo apremia -dijo el robot con cierta dureza (quizá considerando que su público había hecho un viaje de cuatro meses y medio para verlo). Incluidas las suelas de crepé de sus zapatos, el portero de Marte no medía más de un metro con cincuenta. Pero transmitía una formidable convicción, una autosuficiencia metálica. Se movía como un ser vivo, pero de ninguna manera era posible confundirlo con un ser vivo. Es verdad que el rostro tenía una expresiva gama de actitudes y grados de exaltación, pero no había nada propio de un ser humano, ni siquiera de un ave, nada que fuera ni remotamente orgánico en su severidad. Se acercó al borde del escenario y dijo:
– No transformemos esto en una sesión de preguntas y respuestas. Yo tengo un programa que cumplir aquí. Iremos por partes y examinaremos nuestros respectivos viajes paralelamente. Entonces: hace tres mil setecientos millones de años aparece la semilla de la vida. Hace tres mil cuatrocientos millones de años, como he dicho, los marcianos están en actividad. “Cazadores y recolectores” es el eufemismo que ustedes usan por “buscadores de carroña”, que se acerca más a la verdad. En esta etapa, por supuesto, ustedes todavía son una burbuja de pedorreo. Materia pegajosa. Yogur macrobiótico dejado al sol. Pasan cinco siglos: Marte ya está íntegramente industrializado. Otros cinco, y entramos en lo que ustedes llamarían nuestra fase pos-histórica. La llamábamos Riqueza Total. En esta etapa lo único que ustedes logran hacer es ensuciar los estuarios y los lechos de los ríos, pero entre tanto en Marte estamos en la gravedad cuántica, la luz fatigada, el poder del cromo, la superposición de las ondas y la ortogonia. Éramos dueños de nuestro hábitat, ya que nos habíamos liberado de todos los animales, de los océanos y así sucesivamente, y las fluctuaciones troposféricas que ustedes llaman clima. En otras palabras: estábamos listos.
– ¿Listos para qué? -preguntó alguien.
– No soy más que un portero, ¿verdad? no soy que más que un… robot. Cuando me fabricaron, en Marte no se distinguía entre lo sintético y lo orgánico. Cada uno de nosotros era una mezcla, semieterealizada, autoduplicante. La división natural/mecánica pertenecía a los antiguos recuerdos. Pero esto que ustedes ven es un robot. Un robot… vulgar y silvestre. Es como si, en la Tierra, en el año 2050, una empresa como Sony produjera un gramófono con una caja de púas de repuesto y una trompetilla de estaño. -El portero de Marte se interrumpió, moviendo la cabeza inclinada. Luego levantó la mirada. -Y sin embargo los que me fabricaron, con inteligencia… En fin. En los últimos millones de años he tenido acceso a una fuente de información que no poseían los anteriores habitantes de este planeta. Y con esa perspectiva está claro que Marte era un mundo absolutamente mediano en su tipo. Un mundo Tipo-V, y hacía lo que invariablemente hacían los mundos Tipo-V en la fase pos-histórica.
– Señor -dijo Incarnacion-, perdón, pero, ¿esto es un sistema de grados? ¿Qué es un mundo Tipo-V?
– Un mundo que ha minado su estrella.
– ¿Y la Tierra qué tipo de mundo es?
– Un mundo Tipo-Y.
– ¿Qué son los mundos Tipo-Y?
– Mundos muertos. Pero me estoy yendo por las ramas. Ustedes se ponen pos-históricos y la pregunta es “¿Y ahora qué?”. Como dije, hace 3.399 millones de años, los marcianos eran los dueños de todo lo que veían. Estaban listos. ¿Listos para qué? Listos para la guerra.
El robot emitió esta frase en el aire húmedo, sobre las hileras de sillas metálicas.
– Sí, así es. Marte, el Planeta de la Guerra. Felicitaciones. Uno sólo llega a alguna parte cuando sigue su impulso artístico. Hasta puede llegar a las lunas. Lo que voy a decir es una cita: “Dos estrellas menores, o satélites, giran alrededor de Marte, de las cuales la más cercana está a una distancia del centro del planeta de exactamente tres veces su diámetro; la más externa está a cinco”. Esta cita no pertenece a uno de los primeros terráqueos observadores de Marte, algún imbécil como Schiaperelli o Perceval Lowell, sino a los Viajes de Gulliver. Fobos y Deimos. Eso es. Miedo y Pánico. Hasta ese momento no había existido ruptura alguna en la armonía de Marte. El gobierno mundial, firme pero sabio, avanzaba sin fricciones. Nunca hubo esos escarceos y riñas que abundaban entre ustedes. Marte había ensayado la paz, pero ahora el momento parecía bueno. ¿Qué otra cosa se podía hacer? Nos dividimos, casi arbitrariamente, en dos alas. Estábamos listos. Una parte llamaba a la otra “Gente del Miedo”. Y los otros los llamaban a ellos “Gente del Pánico”. No había una sola voz en contra en todo el planeta. Absolutamente todos estaban a favor. Imagínense dos cultos bélicos japoneses superfuturistas, con arquitectura de Albert Speer. Creo que así tendrán alguna idea.
”Adquirimos un ritmo. Carreras armamentistas seguidas de conflictos masivos. Nos incitábamos unos a otros con todo tipo de armas superexóticas en sucesiones deliciosamente elaboradas de amenazas, fintas y contragolpes. Pero finalmente nada pudo igualar al intercambio termonuclear. Siempre terminábamos arrojándonos uno al otro lo que teníamos a mano, en despliegues de nuestros arsenales. Después de cada devastación, reconstruíamos hasta la próxima devastación. Nadie se quejaba. Hacía mucho que existía la cultura de los refugios. A los heridos los dejaban como nuevos. Y a los muertos simplemente los resucitaban… excepto en casos de evaporación directa. Tomaban sus inviernos nucleares como marcianos. Los períodos de paz duraban siglos. Las batallas terminaban en una tarde.
”No parece muy racional, ¿verdad? Más tarde argumentaron que era una etapa necesaria en nuestro desarrollo militar. Se sentían… ricos en tiempo. No sabían (como yo sé ahora) que esto les sucede a todos los mundos Tipo-V en la fase pos-histórica. Sin excepción. Se vuelven locos.
” La Guerra de Hidrógeno de las Dos Naciones duró 112 millones de años, y fue seguida, seis meses después, por la Guerra de los Setenta Millones de Años, en la cual el uso de armas de gravedad cuántica incrementó la potencia de fuego en ambas líneas geométricamente. En esta época otro factor asolaba la salud mental de los marcianos. Pero ésta no es una palabra muy adecuada. Digámoslo así: en Marte todos creían en un futuro infinito. Y en un contexto Tipo V eso siempre causa un desequilibrio mental. Hubo todavía otra gran guerra, la Guerra de la Gran Fuerza, que se arrastró durante 284 millones de años. Cuando salieron de ésa, la impresión general era que Marte estaba en una especie de rutina. De manera que decidieron dejarse de joder. En esta etapa ustedes todavía estaban haciendo la buena imitación del tanque séptico.