– Lo sé -dijo esperando que él no se diera cuenta de la confusión de su voz-. Me podría haber roto la pierna otra vez -dijo mientras se sentaba y buscaba los esquís.
– No me refería a eso -dijo bajándose las gafas y cubriéndose los ojos-. Te recogeré el equipo.
Mientras Thomas recogía las cosas, Brina se sacudió la nieve de los guantes a la vez que se preguntaba qué habría querido decir él. Cuánto más tiempo pasaba con Thomas, más confundida se sentía. La ayudó con los esquís y cuando estuvieron listos, él esquió a su lado esta vez. Le decía cuando necesitaba girar y cuando por fin llegaron abajo sólo se había caído dos veces más.
Mientras esperaban en la cola del telesilla, Thomas le daba instrucciones sobre como usar mejor los esquís y la entretenía con historia de la vez que había chocado con una «galleta muerta» y se había caído con el «culo sobre los codos» por la montaña. Entraron en una agradable conversación, como la que comparten dos personas que se conocen bien pero que han cambiado con el tiempo. Habían crecido en direcciones diferentes pero todavía seguían unidos profundamente, donde la memoria guardaba maravillosos regalos que esperaban volver a ser reabiertos.
Brina escuchaba el sonido de su voz y su profunda risa y pensó que seguramente podría oírle durante toda su vida. Por primera vez desde que había entrado en su habitación esa mañana, se sentía relajada por completo. Hasta que Holly Buchanan fue hacia ellos como si fuera campeona olímpica y creando una nube de nieve al pararse, su traje de una pieza ciñéndose a sus curvas como si fuese una Barbie. Sólo Holly podía parecerse a las que acompañaban siempre a Hugh Hefnier [3] mientras que Brina parecía como si estuviera repartiendo huevos pintados.
– Pensé que nos íbamos a encontrar en la parte de atrás -le dijo Holly a Thomas sin molestarse en mirar a Brina.
Habían pasado diez años pero algunas cosas no cambiaban. Brina tenía una vida que le encantaba y un trabajo que disfrutaba. Era feliz y triunfadora, pero estar junto a Holly todavía la hacia sentir insignificante.
– Estoy enseñando a Brina a esquiar.
Finalmente, detrás de las lentes azules de sus gafas, Holly desvió su atención a Brina y ésta se sintió como si volviera a estar en séptimo curso.
La perfecta Holly Buchanan la miraba como si fuera algo que no mereciera hacerla perder el tiempo, y como en séptimo curso, Brina casi esperaba que Holly la observara por encima de la nariz y le preguntara si había comprado toda su ropa en Sears.
– Mark me dijo que habías cambiado -dijo Holly y volvió a centrar su atención en Thomas-. Deberías venir, todo el mundo está allí. Alguien abrió las verjas y todo el mundo está haciendo carreras de slalom.
– Quizá más tarde -le dijo Thomas mientras él y Brina avanzaban un poco más en la cola del telesilla.
Holly avanzó con ellos.
– Oh, bien -miró a Brina otra vez como si finalmente se diera cuenta de ella y viera algo inesperado. Una amenaza-. Es muy divertido, tú también deberías venir.
Brina sacudió la cabeza.
– No lo creo.
Ella y Thomas se pusieron en posición para montarse en la silla siguiente. Puso los bastones en la mano que quedaba dentro de la silla y miró por encima del hombro. Cogió la silla junto a Thomas y ésta los elevó del suelo dejando a Holly detrás.
– Wow, eso si que era una figura -dijo Brina mientras Thomas bajaba la barra de protección.
– Si, el yoga te ayuda.
Una furia incomprensible hizo que Brina frunciera el cejo y se ajustara los bastones a las manos.
– No tienes que esquiar más conmigo. Puedes esquiar con ella si quieres.
– Ya lo se.
Brina volvió la cabeza y estudió los árboles. Quería decirle que Holly era una buscona.
– Así que… ¿realmente ella se puede transformar en una cabra?
Como él no respondió le miró. Estaba mirando al frente, como si ella no le hubiera hecho una pregunta.
– ¿Cuál es el problema? ¿Te da vergüenza?
¿Por qué tendría que estar avergonzado?
– Porque has tenido una relación sexual un poco extravagante con Holly Buchanan. Yo estaría avergonzada si fuera tú.
– ¿Por qué? ¿Eres una puritana? ¿Has tenido alguna vez una relación sexual extravagante?
No estaba segura. Una vez lo había hecho en un baño público con un antiguo novio.
– Por supuesto.
Finalmente la miró, pero sus gafas de sol le impedían ver sus ojos.
– ¿Como de extravagante?
No se lo quería decir.
– Lo que yo pensaba, eres una puritana.
– No lo soy
Por encima de sus gafas, una oscura ceja elevó la frente en un gesto dudoso…
– ¡¡No lo soy!! -insistió Brina-. Puedo volverme extravagante -y con énfasis añadió-: Extremadamente extravagante.
Él elevó la otra ceja.
– Cuéntamelo.
– No.
– Si lo haces, te contaré lo que quieres oír sobre Holly.
– En los cuartos de baño del Rose Garden -pero no mencionó que su novio trabajaba allí, que los Trail Blazers estaban de viaje y el estadio estaba virtualmente vació-, dos veces, ahora es tu turno.
Él esperó unos momentos antes de preguntar.
– ¿Quieres saber todos los jugosos detalles sobre Holly y sobre mí?
No estaba tan segura de seguir queriendo saber algo ahora mismo, pero había llegado demasiado lejos como para echarse atrás.
– No, sólo quiero saber como es la postura de la cabra.
– No lo se, no me acosté con ella.
– ¿Qué?
– Es eso lo que realmente querías oír, ¿no? Que no me acosté con la niña que solía atormentarte.
Eso era exactamente lo que quería saber.
– ¿Lo dices en serio? ¿No pasaste la noche con ella?
– No.
– ¿Por qué me dijiste que lo hiciste?
– No lo hice, tú lo asumiste.
Pero él, a propósito, había dejado que ella pensara lo peor, él porqué ella no lo sabía. Había cosas sobre el Thomas adulto que no sabía. Cosas básicas.
– ¿Donde vives? -preguntó.
Él se quitó los guantes.
– Realmente en ningún sitio por ahora. Hace varios meses vendí mi casa de Seatle y me fui al apartamento de Aspen por un tiempo, pero desgraciadamente he tenido que pasar meses en Palm Springs con mis abuelos.
– ¿Por qué desgraciadamente?
La miró, y luego volteó a otro lado.
– Mi abuelo tiene problemas de salud -fue todo lo que dijo-. Algún día me gustaría vivir en Boulder.
– ¿Puedes recoger todo e irte a donde quieras?
Se encogió de hombros.
– Llevo sin trabajo algún tiempo.
– ¿Qué has estado haciendo?
– Viajar un poco, algo de esquí, y viendo demasiado tiempo Rally Jessy.
Brina se preguntó cuánto dinero tendría para poder permitirse tener tiempo libre para esquiar y ver talk shows. Mindy había mencionada algo de millones, pero podía haber exagerado como con el rumor de Kathy Ireland.
– ¿Que hacías antes de volverte un maestro del esquí?
– ¿Has oído hablar alguna vez de BizTech?
– No, lo siento.
– No lo sientas. Es una compañía de software que empecé con dos amigos hace cinco años.
4
Thomas le contó a Brina que inició la compañía vendiendo sus acciones de Microsoft. Le explicó como creaba programas para predecir tendencias en los negocios, pero Brina no tenía ni idea a qué se estaba refiriendo. No le interesaba. Mientras ascendían sobre las copas de los pinos lo único que le importaba era estar sentada en la misma silla que él y escuchar su voz.
Hicieron varias carreras más antes de que atardeciera y a pesar de que Brina mejoraba cada vez, no pensaba que Picabo Street [4] tuviera algo de qué preocuparse. Pararon para comer, pero los restaurantes del hotel estaban llenos así que se cambiaron las botas y se fueron paseando algunas manzanas a un restaurante de las afueras.