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– Santo hablaba conmigo -dijo Tammy.

– Ah.

La chica parecía esperar una respuesta más larga, así que Bea dijo, para ayudarla:

– ¿Cómo lo conociste?

– En la tienda de surf Clean Barrel. Es donde trabajo. Va allí a buscar cera y esas cosas. Y a mirar el mapa de isobaras, aunque creo que tal vez sólo era una excusa para verse con otros surfistas. Se puede consultar en Internet y supongo que en el hotel tendrán conexión.

– ¿Adventures Unlimited?

Tammy asintió. La depresión que formaba su garganta era profunda y sombreada. Por encima del cuello de su jersey emergían las puntas de sus clavículas, como la prueba protuberante de la grafiosis en la corteza de un olmo.

– De eso le conozco. De eso y del Sea Dreams.

Bea reconoció el nombre del parque de caravanas y ladeó la cabeza. Tal vez se había equivocado con esta chica y Santo.

– ¿Allí os conocisteis? -le preguntó.

– No. Ya le he dicho que le conocí en el Clean Barrel.

– Lo siento. No me refería a conocer de conocer -contestó Bea-. Me refería a conocer de conoceros bíblicamente.

Tammy se sonrojó. Había tan poca sustancia entre su piel y sus vasos sanguíneos que se puso casi púrpura, y muy deprisa.

– Quiere decir… Santo y yo… ¿Para acostarnos? Oh, no. Yo vivo allí, en el Sea Dreams. Mi abuelo es el propietario del parque de caravanas. Conocía a Santo del Clean Barrel, como le he dicho, pero iba al Sea Dreams con Madlyn. Y también iba solo porque hay un acantilado que utilizaba para practicar a veces y el abuelo le dijo que podía pasar por nuestras tierras si quería hacer rápel. De todos modos, le veía allí y a veces hablábamos.

– ¿Solo? -preguntó Bea. Aquello era una novedad.

– Ya se lo he dicho. Hacía escalada. Subía y bajaba, pero a veces sólo subía, así que empezaba desde abajo… O supongo que simplemente bajaba y luego subía, no lo recuerdo muy bien. También visitaba al señor Reeth, a veces con Madlyn. El señor Reeth es un hombre que trabaja para el padre de Madlyn en…

– Sí, lo sé. Hemos hablado con él. -Pero lo que no sabía era que Santo iba al Sea Dreams solo. Era un enfoque nuevo.

– Santo era un buen chico.

– Era especialmente bueno con las chicas, tengo entendido.

Tammy ya no estaba tan colorada y no volvió a sonrojarse.

– Sí, supongo que sí. Pero conmigo no era así porque… Bueno, eso no importa. La cuestión es que hablábamos de vez en cuando, cuando terminaba de escalar o cuando se marchaba de casa del señor Reeth; a veces mientras esperaba a que Madlyn llegara del trabajo.

– ¿No iban juntos?

– No siempre. Ahora Madlyn trabaja en el pueblo, pero antes no. Tenía que venir de mucho más lejos que Santo, de las afueras de Brandis Corner. Trabajaba en una granja haciendo mermelada.

– Imagino que prefería dar clases de surf.

– Oh, sí, lo prefería. Lo prefiere. Pero las clases las da durante la temporada. El resto del año tiene que dedicarse a otra cosa. Ahora trabaja en la panadería del pueblo. Hacen empanadas, principalmente al por mayor, pero también venden algunas en la tienda.

– ¿Y dónde encaja Santo en todo esto?

– Santo, claro. -Había utilizado las manos para gesticular mientras hablaba, pero ahora volvió a juntarlas en su regazo-. Hablábamos de vez en cuando. Me gustaba, pero no me gustaba en el sentido que seguramente gustaba a la mayoría de las chicas, ya sabe a qué me refiero, así que creo que eso me hacía diferente y quizá más segura o algo así. Para aconsejarle o lo que fuera, porque no podía hablar con su padre o su madre…

– ¿Por qué no?

– Su padre, dijo, se llevaría la impresión equivocada y su madre… No conozco a su madre, pero me da la sensación de que no es… Bueno, no es muy maternal, al parecer. -Se alisó la falda. Parecía una prenda áspera para la piel y apenas tenía forma, un castigo para la moda-. Da igual, Santo me pidió consejo sobre algo y pensé que debería saberlo.

– ¿Qué tipo de consejo?

La chica pareció buscar una forma delicada de contestar y, al no encontrar un eufemismo, optó por dar un rodeo para llegar a la verdad.

– Estaba… Verá, había conocido a otra persona y la situación era irregular (es la palabra que utilizó cuando me lo contó, dijo que era «irregular»), y me preguntó que qué creía yo que debía hacer.

– Irregular. ¿Esa fue la palabra que utilizó? ¿Estás segura?

Tammy asintió.

– Me dijo que creía que quería a Madlyn, pero que también deseaba estar con esa otra persona. Dijo que la deseaba mucho y que si la deseaba tanto podía significar que en realidad no quería a Madlyn.

– Entonces, ¿te habló de amor?

– No, era más bien Santo hablando con Santo. Quería saber qué pensaba yo sobre toda la situación. ¿Debía ser sincero con todo el mundo?, quería saber. ¿Debía contar la verdad de principio a fin?, me preguntó.

– ¿Y qué le dijiste?

– Que debía ser sincero. Le dije que había que ser sincero siempre, porque cuando la gente es sincera sobre quién es, qué quiere y qué hace, da a las otras personas, a aquellas con las que se relaciona, la oportunidad de decidir si realmente quieren estar con el otro. -Miró a Bea y su expresión era seria-. Así que supongo que fue sincero. Y por eso he venido. Creo que tal vez esté muerto por eso.

* * *

– Ante todo, tiene que estar equilibrado -declaró Alan para concluir-. Lo ves, ¿verdad, cariño?

Kerra echaba chispas. «Cariño» era demasiado: ella no era su «cariño». Pensaba que se lo había dejado bien claro, pero el maldito hombre se negaba a creerlo.

Estaban delante del tablón de anuncios acristalado en la zona de entrada del viejo hotel. «Tus instructores» era el tema de su discusión. El argumento de Alan era buscar el equilibrio entre hombres y mujeres en la plantilla. Como Kerra era la encargada de contratarlos, había permitido que la balanza cayera a favor de las mujeres. Esto no era bueno por varias razones, según Alan. Para propósitos de marketing, necesitaban un número igual de hombres y mujeres que impartieran los cursos de las diversas actividades y, si era posible y sumamente deseable, necesitaban más hombres que mujeres. Necesitaban que los hombres tuvieran buen cuerpo y fueran guapos porque, en primer lugar, podían ser un reclamo para atraer a mujeres solteras a Adventures Unlimited y en segundo, Alan tenía pensado utilizarlos en un vídeo. Había contratado a un equipo de Plymouth para que grabara imágenes, así que los instructores que Kerra decidiera emplear tenían que estar allí dentro de tres semanas. O tal vez podían contratar a actores… No, especialistas… Sí, los especialistas podrían venirles muy bien para el vídeo, en realidad. El desembolso inicial sería más elevado, porque seguro que los especialistas tenían una especie de escala salarial según la cual cobraban, pero el rodaje tampoco se alargaría mucho porque serían profesionales, así que el coste final no subiría tanto. Conque…

Era absolutamente exasperante. Kerra quería discutir con él y lo había hecho, pero él la rebatió punto por punto.

– La publicidad de ese artículo del Mail on Sunday nos ha ayudado muchísimo, pero ya han pasado siete meses y vamos a tener que hacer algo más si vemos que empezamos a entrar en saldo negativo. No pasará, por supuesto, este año no y el próximo seguramente tampoco, pero la cuestión es que debemos rebajar las deudas. Así que todo el mundo debe plantearse cuál es la mejor manera de salir de los números rojos.

El rojo le servía. El rojo la mantenía entre querer huir y querer discutir.