– No, yo no soy… – El macho se aclaró la garganta-. Yo no soy tu señor. Y siempre has tenido una familia. Nos fuiste arrebatado. Te he buscado durante un siglo.
– Me temo que se equivoca.
El guerrero se movió como si él fuera a levantarse, y el esclavo dio un salto hacia atrás, dejando caer sus ojos y cubriéndose la cabeza con los brazos. No podría soportar ser golpeado otra vez, incluso si lo merecía por su insubordinación.
Rápidamente, él dijo con su nueva forma enredada,
– No pretendía ofenderlo, señor. Yo le ofrecía sólo mi respeto por su mejor situación.
– Dulce Virgen en las alturas. -Un ruido estrangulado vino a través de la cueva-. No te golpearé. Estás a salvo… Conmigo, estás a salvo. Has sido encontrado, hermano.
El esclavo sacudió la cabeza otra vez, incapaz de escuchar nada de eso, porque se dio cuenta de repente de lo que iba a suceder al anochecer, lo que tenía que suceder. Era propiedad de la Mistress, lo que significaba que tendría que ser devuelto.
– Se lo suplico -gimió -, no me devuelva a ella. Máteme ahora… No me vuelva a regresar con ella.
– Nos mataré a ambos antes de permitir que vuelvas a quedarte allí de nuevo.
El esclavo levantó la mirada. Los ojos del guerrero ardían a través de la oscuridad.
El esclavo miró fijamente el brillo mientras el tiempo pasaba. Y entonces recordó, hace mucho, mucho tiempo, cuando despertó por primera vez tras su transición en su cautiverio. La Mistress le había dicho que adoraba sus ojos… sus ojos amarillo canario.
Entre su especie, había muy pocos con el iris de color dorado brillante.
Las palabras y las acciones del guerrero empezaron a penetrar. ¿Por qué pelearía jamás un extraño para liberarlo?
El guerrero se movió, respingó, y se cogió uno de los muslos.
La parte más baja de pierna había desaparecido.
Los ojos del esclavo se agrandaron ante el miembro perdido. ¿Cómo les había salvado el guerrero a ambos en el agua con esa herida? El tendría que esforzarse para mantenerse simplemente a flote. ¿Por qué no había dejado simplemente ir al esclavo?
Sólo un lazo de sangre podía engendrar esa clase de falta de egoísmo.
– ¿Eres mi hermano? -dijo el esclavo entre dientes a través de su labio destrozado-. Verdaderamente, ¿Soy de tu sangre?
– Aja. Soy tu gemelo.
El esclavo empezó a temblar.
– Mentira.
– Verdad.
Un curioso temor se instaló sobre el esclavo, helándole. Se enroscó en sí mismo a pesar de la fría carne que lo cubría desde la cabeza a los pies. Nunca se le había ocurrido que fuera otra cosa que un esclavo, que podía haber tenido la oportunidad de vivir de forma diferente… vivir como un hombre, no como una propiedad.
El esclavo se mecía de aquí para allá en la suciedad. Cuándo paró, miró una vez más al guerrero. ¿Qué había acerca de su familia? ¿Por qué había sucedido esto? ¿Quién fue él? Y…
– ¿Sabes si tenía un nombre? -Murmuró el esclavo-. ¿Me fue dado alguna vez un nombre?
El guerrero delineó una áspera respiración, como si una de sus costillas estuviese rota.
– Tu nombre es Zsadist. -La respiración del guerrero se acortaba y acortaba hasta sus palabras se estrangularon-. Eres el hijo… de Ahgony, un gran guerrero. Eres el amado de nuestra… madre, Naseen.
El guerrero dejó salir un desdichado sollozo y dejó caer la cabeza entre las manos.
Mientras él lloraba, el esclavo lo miraba.
Zsadist sacudió la cabeza, recordando aquellas silenciosas horas que habían seguido. Phury y él habían pasado la mayor parte del tiempo simplemente mirándose el uno al otro. Los dos estaban en mala forma, pero Phury era el más fuerte de ellos, incluso con el miembro perdido. Había reunido madera flotante y hebras de algas marinas y había juntado las cosas en una balsa raquítica que no daba confianza. Cuando el sol había caído se habían arrastrado por la costa hacia la libertad.
Libertad.
Si, bien. No era libre; nunca lo había sido. Aquellos años perdidos habían permanecido con él, la furia sobre lo que se le había estafado y sobre lo que se le había hecho estaba más viva de lo que lo estaba él.
Había oído a Bella diciéndole que lo amaba. Y quiso gritarle a algo.
En vez de eso, se fue hacia el Pit. No tenía nada digno de ella salvo su venganza, así que estaría malditamente bien que volviera al trabajo. Quería ver a todos los lessers aplastados ante él, apilados en la nieve como troncos, un legado era lo único que le podía ofrecer.
Y para el que la había cogido, el que la había herido, había una muerte especial esperándolo. Z no tenía amor que dar a nadie. Pero el odio que sentía lo canalizaría por Bella hasta el último aliento de sus pulmones.
CAPÍTULO 29
Phury encendió el cigarrillo y le echó una mirada a los dieciséis botes de Aqua Net que estaban alineadas en la mesa de café de Butch y V.
– ¿Qué estáis haciendo con laca de cabello? ¿Vais a aburrirnos, chicos?
Butch sostenía el tubo de PVC mientras lo perforaba.
– Un lanzador de patatas, Amigo. Muy divertido.
– ¿Perdón?
– ¿Nunca has ido a un campamento de verano?
– Las canastas de baloncesto y el taller de madera es para humanos. No te ofendas, pero nosotros tenemos mejores cosas que enseñarles a nuestros jóvenes.
– ¡Ja! Uno no ha vivido hasta que no ha ido a una incursión de pantalones a media noche. De todas formas, pones la patata en éste al final, llenas la base con spray…
– Y entonces lo enciendes -cortó V desde su habitación. Salía en bata, frotándose una toalla en el pelo húmedo-. Hace mucho ruido.
– Un gran ruido – repitió Butch.
Phury miró a su hermano.
– V, ¿has hecho esto antes?
– Si, la noche pasada. Pero el lanzador se atascó.
Butch maldijo.
– La patata era demasiado grande. Malditos panaderos de Idaho. Vamos a enfrentarnos con los pieles rojas ésta noche. Esto va a ser magnífico. Por supuesto, la trayectoria puede ser una puta…
– Pero realmente es como el golf -dijo V, soltando la toalla sobre una silla. Se puso un guante en la mano derecha, cubriendo los tatuajes sagrados que le marcaban desde la palma a las yemas de los dedos y todo el dorso -. Quiero decir, debes pensar en tu arco en el aire…
Butch asintió despotricando.
– Si, es como el golf. El viento juega un gran papel…
– Enorme.
Phury fumó mientras ellos terminaban las frases del otro durante un par de minutos. Después de un rato se sintió obligado a mencionar,
– Vosotros dos estáis pasando juntos demasiado tiempo, ¿me entendéis?
V sacudió la cabeza mirando al policía.
– El hermano no aprecia éste tipo de cosas. Nunca lo ha hecho.
– Entonces apuntaremos hacia su cuarto.
– Es verdad. Y está cara al jardín…
– Así no tendremos que ocuparnos de los coches del patio. Excelente.
La puerta del túnel se abrió balanceándose, y los tres se dieron la vuelta.
Zsadist estaba en la entrada… y el aroma de Bella estaba sobre él. Junto con la sofocante fragancia del sexo. Así como con la más ligera insinuación de la marca de unión.
Phury se tensó y dio una profunda calada. Oh, Dios… Habían estado juntos.