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– Vete de aquí, muchacho.

John manoseó algo. Un block y un lapicero. Mientras ponía los dos juntos, Z sacudió la cabeza.

– Si, no sé leer, ¿recuerdas? Mira sólo vete. Tohr está arriba en la casa.

Z se dio la vuelta y se sacó la camisa de un tirón. Cuando escuchó un jadeo, miró sobre su hombro. Los ojos de John estaban fijos en su espalda.

– Cristo, muchacho… Vete a la mierda de aquí.

Cuando Z escuchó el sonido de pasos alejándose, se deshizo de los pantalones, se puso los pantaloncillos de futbol negros, y se sentó en un banco. Levantó los Nikes agarrándolos por los cordones y dejó que colgaran entre las rodillas. Mientras miraba las zapatillas para correr, tuvo un estúpido pensamiento sobre cuantas veces había metido los pies en ellas y castigado su cuerpo en la fatigosa rutina a la que se dirigía. Luego pensó sobre cuantas veces había dejado que lo hirieran deliberadamente en peleas con lessers. Y cuantas veces le había pedido a Phury que lo abatiera.

No, no pedido. Demandado Había habido momentos cuando le había demandado a su mellizo que le pegara una y otra vez hasta que su cara con cicatrices quedaba toda hinchada y el palpitante dolor en los huesos era todo lo que conocía. A decir verdad, no le gustaba involucrar a Phury. Prefería que le doliera en privado y si hubiera podido se hubiera hecho el daño él mismo. Pero era difícil golpearse con fuerza a si mismo a sangre fría.

Lentamente Z bajo las zapatillas al piso y se inclinó hacia atrás apoyándose contra el casillero, pensando acerca de donde estaba su mellizo. Arriba en el comedor. Al lado de Bella.

Sus ojos se desviaron al teléfono que estaba ubicado en la pared del vestíbulo. Tal vez debería llamar a la casa.

Un suave silbido se escuchó cerca de él. Dirigió los ojos hacia la izquierda y frunció el ceño.

El muchacho estaba allí con una botella de agua en la mano, y avanzaba tentativamente, el brazo estirado en frente de él, la cabeza ladeada. Como si quisiera congraciarse con una pantera y tuviera la esperanza de salir de la experiencia con todos los miembros todavía unidos.

John depositó la botella de Poland Spring en el banco como a tres metros de Z. Luego se dio la vuelta y salió corriendo.

Z miró la puerta por donde el muchacho había desaparecido. Cuando se cerró, pensó en otras puertas del Complejo. Específicamente en las puertas principales de la mansión.

Dios. Bella también se iría pronto. Incluso podría estar yéndose en ese preciso momento.

Justo en ese mismo minuto.

CAPÍTULO 25

– ¿Manzanas? ¿Qué mierda hago preocupándome por manzanas? -gritó O al móvil. Estaba a punto de romper cabezas, estaba tan cabreado, ¿y U charlaba acerca de las malditas frutas?- Sólo llamo para decirle que tenemos tres Betas muertos. Tres de ellos.

– Pero esta noche había mil ochocientos kilos de manzanas comprados en cuatro diferentes…

O empezó a pasear por la cabaña. Era eso o que lo ayudaran, iba a perseguir a U hasta quemar sus bordes.

Tan pronto como O regresó del Omega fue hacia la granja, sólo para encontrarse con dos marcas chamuscadas en el césped así como la puerta trasera estropeada. Mirando a la cocina a través de la ventana, pudo ver la sangre negra por todo el lugar y otra marca de quemadura en el azulejo.

Maldito infierno, pensó, imaginándose la escena. Conocía al Hermano que había hecho el trabajo, porque dejaba la suciedad en la cocina, al lesser que había muerto en el suelo lo habían cortado en tiras antes de ser apuñalado.

¿Había estado su mujer con el guerrero en ese momento? ¿O fue una visita de la familia tratando de trasladar sus cosas y el Hermano sólo estaba protegiéndolos?

Malditos fueran esos Betas. Esos tres asnos piojosos, pichas-flojas, inútiles hijos de puta, se habían matado a sí mismos, entonces nunca tendría respuestas. Y si su mujer no había estado allí, tan seguro como el infierno que si ella estaba viva no regresaría pronto, gracias a la pelea que había habido.

Las tonterías de U se enfocaron de nuevo.

– … el día más corto del año, el veintiuno de diciembre, será la semana que viene. El solsticio de invierno es…

– Tengo una idea -habló bruscamente O-. Por qué no corta el rollo del calendario. Quiero que vaya a la granja y recoja el Explorer, deje a esos betas detrás en el bosque. Entonces…

– Escuche lo que digo. Las manzanas se utilizan en la ceremonia del solsticio en honor a la Virgen Escriba.

Esas dos palabras, Escriba y Virgen, captaron la atención de O.

– ¿Cómo sabes esto?

– He estado por aquí los últimos doscientos años -dijo U secamente-. El festival no se ha celebrado en… Jesús, no lo sé, quizás un siglo. Se supone que las manzanas representan la expectación de la primavera. Las semillas, el crecimiento, esa clase de mierda de la renovación.

– ¿De qué tipo de festival estamos hablando?

– En el pasado centenares de ellos se reunían, y supongo que hacían algún tipo de cántico, algún ritual. Realmente no lo sé. De cualquier manera, durante años hemos estado observando cierto tipo de pautas en las compras durante épocas específicas del año. Manzanas en diciembre. Caña de azúcar en abril. Ha sido más por costumbre que cualquier otra cosa, porque esos vampiros han estado condenadamente tranquilos.

O se apoyó contra la puerta de la cabaña.

– Pero ahora su rey ha ascendido. Así es que ellos revivirán las llamas de las viejas costumbres.

– Y a usted le gustara el sistema ISBN. Mucho más eficiente que ir preguntando por ahí, lo cual es lo que solíamos hacer. Cómo dije antes, una enorme cantidad de manzanas Granny Smith han sido compradas en varias localidades. Como si difundieran las órdenes.

– Entonces estás diciendo que en una semana un montón de vampiros se van a reunir. Haciendo una especia de cancioncilla-y-baile. Rezando a la Virgen Escriba.

– Sí.

– ¿Comiendo manzanas?

– A mi entender sí.

O se frotó la nuca. Había sido reticente sobre plantear todo el asunto de convertir-a su-mujer-en-un-amigo durante la sesión con el Omega. Necesitaba averiguar primero si estaba viva, y luego trabajar sobre algunos giros del concepto. Obviamente, el problema potencialmente insuperable era que ella era un vampiro, y el único contrapunto que él podía hacer de eso el arma secreta final. ¿Una hembra de su propia especie? Los Hermanos nunca la verían llegar…

Aunque, claro está, que eso sólo sería un argumento para el Omega. Su esposa nunca pelearía con nadie excepto con él.

Sip, el proyecto sería como una venta agresiva, pero una cosa que tenía a su favor era que el Omega estaba abierto a los halagos. ¿Entonces no sería un gran y refrescante sacrificio en su honor hacer maravillas para suavizarle?

U todavía estaba hablando.

– … estaba pensando que podría verificar en los mercados…

Mientras U hablaba y hablaba, O empezó a pensar en veneno. En un montón de veneno. En una cuba llena.

Manzanas envenenadas. ¿Cuantas Blanca nieves estarían?

– ¿O? ¿Está ahí?

– Sip.

– Entonces me voy a los mercados y averiguo cuando…

– No ahora no. Lemme le dirá lo que tiene que hacer.

Cuando Bella abandonó el estudio de Wrath temblaba de furia, y ni el rey ni Tohr trataron de detenerla o de hacerla entrar en razón. Lo cual probaba que eran varones sumamente inteligentes.

Caminó pesadamente por el hall, con los pies desnudos, hacia la habitación de Zsadist, y luego cerró la puerta de golpe, fue por el teléfono como si fuera un arma. Marcando el número de su hermano.

Rehvenge descolgó y contestó bruscamente.

– ¿Quién eres y cómo has conseguido este número?

– No te atrevas a hacerme esto.

Hubo un largo silencio. Entonces:

– Bella… yo… espera un segundo. -Un sonido arrastrado se oyó a través del teléfono; entonces dijo en voz cortante-, mejor que acabe ahora mismo. ¿Queda claro? Si tengo que ir tras él, no le va a gustar. -Rehvenge se aclaró la garganta y regresó-. Bella, ¿dónde estás? Déjame que vaya a buscarte. O dile a uno de los guerreros que te lleve a nuestra casa y nos encontraremos allí.