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Sólo que no era completamente cierto, ¿no? Bella le hacía sentir cosas. Cuando lo había besado antes, en la cama, lo había hecho sentir… caliente y hambriento. Muy masculino. Sexual, por primera vez en su vida.

Salido de su aguda desesperación, algún eco de lo que había sido antes que la Mistress hubiera empezado con él, buscaba su espacio. Se encontró deseando otra vez ese sentimiento que había obtenido besando a Bella. Y quería encenderla también. La deseaba gimiendo, sin aliento y hambrienta.

No era justo para ella… pero era un hijo de puta, y estaba ávido por lo que le había dado antes. Ella se marcharía pronto. Sólo tenía ese día.

Zsadist abrió la puerta y entró de nuevo.

Bella estaba tumbada en la cama y obviamente sorprendida por su regreso. Mientras ella se incorporaba, su visión le hizo regresar de golpe la decencia. ¿Cómo demonios podría estar con ella? Dios, era tan… hermosa, y él era un sucio, un sucio bastardo.

El momento pasó, se paralizó en medio de la habitación. Prueba que no eres del todo un bastardo, pensó. Pero explícate primero.

– Deseo estar contigo, Bella, y no sólo follarte. -Cuando empezó a decir algo, la silenció levantando la mano-. Por favor, sólo escúchame. Deseo estar contigo, pero no creo que pueda darte lo que necesitas. No soy el hombre adecuado para ti, y definitivamente no es el momento oportuno.

Soltó la respiración, pensando que era un completo gilipollas. Aquí estaba él diciéndole que no, jugando a ser un caballero… mientras en su mente la arrojaba contra las sábanas y las remplazaba con la manta de su piel.

La cosa colgaba al frente de sus caderas golpeando como una perforadora.

¿Cómo sabría, se preguntaba, en ese dulce y suave lugar entre sus piernas?

– Acércate, Zsadist. -Levantó las mantas, dejándose al descubierto para él-. Para de pensar. Ven a la cama.

– Yo… -Palabras que nunca había contado a nadie flotaban sobre sus labios, una confesión del tipo, una revelación peligrosa. Apartó la mirada y sin pensar en ninguna buena razón las dejó ir-. Bella, cuando era un esclavo las cosas fueron… ah, me hicieron cosas. Mierda sexual. -Debería detenerse. Ahora mismo-. Hubo varones, Bella. En contra de mi voluntad, hubo varones.

Oyó un pequeño jadeo.

Eso era bueno, pensó, incluso cuando le avergonzaba. Quizás podría obligarla a salvarse sublevándola. ¿Porque qué hembra podría estar con un varón al que le habían hecho ese tipo de cosas? No era el ideal heroico. Ni mucho menos.

Se aclaró la garganta y se quedó mirando un hueco a través del suelo.

– Mira, yo no… no quiero tu piedad. La razón por la que te le he contado no es debilitarte. Sólo… estoy confuso. Es como si tuviera los cables cruzados, sobre todo… ya sabes, la jodida cosa. Te quiero, pero no está bien. No deberías estar conmigo. Tú estás más limpia que eso.

Hubo un largo silencio. Ah, mierda… tenía que mirarla. En el momento que lo hizo, se levantó de la cama como si estuviera esperando que alzara los ojos. Caminó hacia él desnuda, nada sobre su piel excepto la luz de la única mecha que ardía.

– Bésame -susurró en la penumbra-. Sólo bésame.

– Dios… ¿Qué está mal en ti? -Cuando ella se sobresaltó, dijo- ¿Quiero decir, por qué? De todos los varones que podrías tener, ¿por qué yo?

– Te deseo a ti. -Puso la mano sobre su pecho-. Es una respuesta natural y normal al sexo opuesto, ¿no?

– No soy normal.

– Lo sé. Pero no estás sucio, ni contaminado ni eres indigno. -Tomó sus temblorosas manos y las colocó sobre sus hombros.

Su piel era tan fina, la idea de estropearla de alguna forma lo congeló. Así como lo hizo la imagen de él empujando eso dentro de ella. Salvo que no debería involucrar la parte inferior de su cuerpo, ¿no? Esto podría ser todo por ella.

Oh, sip, pensó. Esto podría ser por ella.

Le dio la vuelta y la apretó contra su cuerpo. Con lentas caricias recorrió su cuerpo arriba y abajo por las curvas de la cintura y las caderas. Cuando ella arqueó la columna y suspiró, pudo ver las puntas de sus senos por encima del hombro. Quería tocarla allí… y se dio cuenta que podía. Movió sus manos sobre la caja torácica, sintiendo el diseño de huesos delicados hasta que las palmas envolvieron los senos. La cabeza se relajó mucho más y su boca se abrió.

Cuando se abrió así para él, tuvo el instinto de gritar de entrar en ella de cualquier forma posible. En respuesta, lamió su labio superior mientras hacía rodar uno de los pezones entre el pulgar e índice. Se imaginó a sí mismo metiendo la lengua a la fuerza en su boca, entrando entre los dientes y colmillos, tomándola de esa manera.

Como si supiera lo él estaba pensando, trató de darse la vuelta y ponerse frente a él, pero parecía demasiado cerca en cierta forma… demasiado real que ella se estaba entregando a él, que le iba a dejar a alguien como él hacerle cosas íntimas, eróticas a su cuerpo. Se detuvo agarrándola por las caderas y empujándola contra sus muslos. Rechinó los dientes y sintiendo su trasero contra la erección tirante en sus pantalones.

– Zsadist… déjame besarte. -Trató de darse la vuelta otra vez y él la detuvo.

Cuando lucho contra su agarre, la mantuvo en su sitio fácilmente.

– Será mejor para ti de esta manera. Si no puedes verme, será mejor.

– No, no quiero.

Bajo la cabeza hasta su hombro.

– Si pudiera sólo conseguirte a Phury… una vez me parecí a él. Podrías fingir que soy yo.

Liberó el cuerpo de sus manos.

– Pero no serías tú. Y tú eres a quien yo quiero.

Mientras le miraba con femenina expectación, se dio cuenta que ellos se encaminaban hacia la cama justo detrás de ella. E iban a ir al grano. Pero, Dios… no tenía ni idea de qué hacer para que se sintiera bien. Podría muy bien ser virgen para toda la mierda que sabía sobre el placer de una hembra.

Con esa pequeña y feliz revelación, pensó sobre el otro varón que ella había tenido, ese aristócrata quien indudablemente sabía mucho más de sexo que él. De la nada fue golpeado por un deseo totalmente irracional de perseguir a su anterior amante y hacerlo sangrar.

Oh…demonios. Cerró los ojos. Oh… mierda

– ¿Qué? -preguntó ella.

Ese tipo de impulso violento y territorial era característico del varón vinculado. La distinción de uno, realmente.

Z alzó el brazo y puso la nariz en su bíceps, respirando profundamente… El perfume vinculante salía de su piel. Era débil, probablemente sólo reconocible para él, pero estaba allí.

Mierda. ¿Ahora que iba ha hacer?

Desafortunadamente, sus instintos respondieron. Como si su cuerpo bramara, la levantó y se encaminó hacia la cama.

CAPÍTULO 27

Bella miró la cara de Zsadist mientras la llevaba a través de la habitación. Sus ojos negros eran angostas rendijas, una oscura, erótica ansia brillaba en ellos. Mientras la dejaba sobre la cama y miraba hacia su cuerpo, ella tuvo el claro pensamiento de que iba a comerla viva.

Excepto que sólo se inclinó sobre ella.

– Arquea la espalda para mí -pidió.

Ok… no era lo que ella esperaba.

– Arquea la espalda, Bella.

Sintiéndose extrañamente expuesta, hizo lo que le pedía, levantando su cuerpo sobre el colchón. Mientras ella se movía en la cama, miró al frente de sus calzoncillos. Su erección dio un tirón violento, y la idea de que iba a estar pronto dentro de ella la ayudó a relajarse.

Él se inclinó y rozó uno de sus pezones con sus nudillos.

– Quiero esto en mi boca.

Una deliciosa ansia arraigó en ella.

– Entonces bésalo.

– Shh. -El nudillo viajó por en medio sus senos y bajó al estómago. Se detuvo cuando llegó al ombligo. Con su dedo índice trazó un círculo pequeño alrededor del ombligo. Entonces se detuvo.