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Envolviéndose en una toalla, se fue a la cama y arregló las mantas arrugadas. Antes le echó un ojo al teléfono y pensó que debería llamar a su hermano. Necesitaban encontrarse cara a cara, y necesitaban hacerlo pronto, porque el periodo de gracia de Wrath no iba a durar mucho más. Y como Rehv nunca dormía, podría ser ahora.

Sin embargo, mientras otra oleada de calor la atravesaba, supo que no podía tratar con su hermano ahora. Esperaría hasta que cayera la noche, después de descansar algo. Cuando el sol se pusiera podría llamar a Rehvenge y encontrarse con él en algún sitio público y neutral. Y lo persuadiría de que cortara el rollo.

Se sentó en la orilla de la cama y sintió una extraña presión entre las piernas.

El sexo con Zsadist, pensó. Había pasado mucho tiempo desde que había tenido a un hombre dentro. Y el único otro amante que había tenido no había estado así de dotado. No se había movido así.

Las imágenes de Zsadist balanceándose sobre ella, su cara tensa y oscura, su cuerpo duro esforzándose, enviaron un pulso que la dejó temblando. Rápidamente una sensación aguda le traspasó su propio centro, como si él estuviera penetrándola de nuevo, una combinación de miel y ácido recorriéndole las venas.

Frunció el ceño, apartó la toalla, y miró su cuerpo. Sus pechos parecían mucho más grande de lo normal, las puntas de un profundo rosa. ¿Vestigios de la boca de Zsadist? Absolutamente.

Con una maldición, se echó y se tapó con una sábana. Más calor bulló en su cuerpo, y se giró sobre el estómago. Abriendo las piernas. Intentando calmarse. A pesar de eso, el dolor pareció volverse más agudo.

Cuando la nieve empezó a caer en serio y la luz de la tarde comenzó a debilitarse un poco, O condujo su camión hacia el sur por la Ruta 22. Cuando llegó al lugar correcto se bajó y miró a U.

– El Explorer está a 100 yardas en línea recta desde aquí. ¡Sácalo ya de esos bosques! Después empieza a comprar todos los materiales que necesitamos y fija los días de entrega. Quiero esas manzanas localizadas y el arsénico listo.

– Excelente. -U bajó desabrochando el cinturón del asiento-. Pero, escucha, necesitas dirigirte a la Sociedad. Es lo habitual para el Lesser Principal.

– Lo que sea.

O miró por el parabrisas, observando cómo los limpiaparabrisas apartaban los copos de nieve. Ahora que ya tenía a U organizando la gilipollez del festival del solsticio, volvió a atormentar su cerebro con las respuestas a su principal problema: ¿cómo demonios iba a encontrar a su mujer ahora?

– Pero el Lesser Principal siempre se ha dirigido a los miembros la primera vez que ocupa el sitio del antiguo jefe.

Cristo, la voz de U estaba empezando realmente a sacarle la mierda que llevaba dentro. De modo que era del tipo de mentalidad de ‘ir por el libro’.

– O, necesita…

– Cállese la jodida boca, tío. No estoy interesado en organizar encuentros.

– Ok. -U alargó la palabra, su desaprobación era obvia-. Así que ¿dónde quiere a los escuadrones?

– ¿Dónde cree? En el centro.

– Si encuentran civiles mientras luchan con los Hermanos, ¿quiere que los equipos hagan prisioneros o sólo que los maten? y ¿vamos a construir otro centro de persuasión?

– No me importa.

– Pero necesitamos… -la voz de U era monótona.

¿Cómo iba a encontrarla? Dónde podría…

– O.

O miró a través del camión, listo para explotar.

– Qué.

La boca de U pareció la de un pez por un momento. Abriendo. Cerrando.

– Nada.

– Está bien. Ni una más de sus tonterías. Ahora saque de aquí mi camión y manténgase ocupado haciendo algo que no sea cotorrear conmigo.

Apretó el acelerador en el segundo en que las botas de U tocaron la grava. Pero no fue muy lejos. Giró por la vereda de la granja e hizo un reconocimiento a la casa de su mujer.

No había huellas en la nieve fresca. No había luces. Estaba desierta.

Malditos Betas.

O se dio la vuelta y se dirigió al centro. Tenía los ojos secos por la falta de sueño, pero no quería malgastar las horas nocturnas recargándose.A joderse.

Tío… Si no conseguía matar algo ésta noche, iba a volverse loco.

CAPÍTULO 30

Zsadist pasó el día en el centro de entrenamiento. Trabajó contra el saco de boxeo. Levantó pesas. Corrió. Levantó más pesas. Practicó con las dagas. Cuando volvió a la casa eran casi las cuatro y estaba listo para salir a cazar.

En el momento que puso un pie en el vestíbulo, se paró. Algo iba mal.

Miró alrededor del vestíbulo. Levantó la vista hacia el segundo piso. Escuchó los misteriosos sonidos. Cuando olió el aire, todo lo que pudo oler era que el desayuno que se estaba sirviendo en el comedor y fue hacia allí, convencido de que algo estaba mal, pero incapaz de encontrar qué era. Encontró a los Hermanos sentados y demasiado quietos, a pesar de que Mary y Beth estaban comiendo y hablando tranquilamente. Bella no estaba a la vista.

Le interesaba poco la comida, pero se dirigió al asiento vacío junto a Vishous de todas formas. Mientras se sentaba sintió el cuerpo tenso, y supo que era del ejercicio duro que había hecho durante el día.

– ¿Se ha movido el Explorer? -le preguntó a su hermano.

– No hasta que he venido a comer. Lo comprobaré tan pronto como vuelva, pero no te preocupes. El ordenador puede rastrear cualquier ruta que tome incluso si no estoy allí. Seremos capaces de ver el rastro.

– ¿Estás seguro?

Vishous le envió una mirada seca.

– Sí, lo estoy. Yo mismo diseñé el programa.

Z asintió, entonces se puso una mano bajo la barbilla y crujió el cuello. Tío, estaba tieso.

Un segundo después, Fritz llegó con dos lustrosas manzanas y un cuchillo. Después de darle las gracias al mayordomo, Z empezó a trabajar en una de las Granny Smiths. Mientras la pelaba, se acomodó en la silla. Mierda… sentía las piernas raras, y también la parte baja de la espalda. ¿Quizás había empujado demasiado? Se movió de nuevo en el asiento, y se volvió a centrar en la manzana, girándola una y otra vez en la mano, manteniendo la hoja apretada contra la carne blanca. Casi la traspasa cuando se dio cuenta de que estaba cruzando y descruzando las piernas bajo la mesa como una jodida Rockette.

Miró a los otros hombres. V estaba lanzando al aire el mechero, abriéndolo y cerrándolo y golpeando con el pie. Rhage estaba masajeándose los hombros. Ahora la parte de arriba del brazo. Ahora su pectoral derecho. Phury hacía círculos con la taza de café y se mordisqueaba el labio inferior mientras tamborileaba los dedos. Wrath estaba haciendo girar la cabeza, derecha, izquierda, adelante, atrás, tenso como una línea de alta tensión. Butch parecía estar nervioso también.

Ninguno de ellos, ni siquiera Rhage, había comido.

Pero Mary y Beth estaban lo suficientemente normal cuando se levantaron a vaciar sus platos. Empezaron a reírse y a discutir con Fritz que deberían ayudarlo a traer más fruta y café.

Las mujeres acababan de dejar la habitación cuando la primera ola de energía pulsó a través de la casa. La oleada invisible fue directamente a la cosa entre las piernas de Zsadist, endureciéndola instantáneamente. Se tensó y vio como los Hermanos y Butch se habían quedado helados también, como si cada uno de ellos se preguntara si realmente lo había sentido.

Un momento más tarde una segunda ola golpeó. La cosa en los pantalones de Z se tensó incluso más rápido, rápida como la maldición que le salió de la boca.

– Sagrada mierda -dijo alguien con un gruñido.

– Esto no puede estar pasando -otro gruñido.

La puerta del mayordomo se balanceó y Beth entró, con una bandeja de fruta cortada en las manos.

– Mary trae más café…