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La casa no era segura. Era por eso que Rehv había insistido que se quedara con la Hermandad.

Bella corrió por el pasillo y bajó las escaleras. Necesitaba estar fuera para desmaterializarse, porque las paredes de la mansión estaban revestidas de acero.

Salió rápidamente por la puerta… sin saber donde ir. Tampoco conocía la dirección de la casa refugio de su hermano, y era allí dónde estarían su mahmen y el doggen. No podía perder tiempo llamándole, ni en la casa.

No tenía elección. Tenía el corazón roto, estaba enojada, exhausta y la idea de regresar a la mansión de la Hermandad lo hacía peor. Pero no era estúpida. Cerró los ojos y regresó a la mansión de los Hermanos.

Zsadist terminó rápidamente con la puta, luego rastreó a Bella. Porque su sangre estaba en ella, podía sentir su materialización en algún lugar hacia el sur este. Trianguló su destino en el área de Bellman Road y la Avenida Thorne: un barrio muy lujoso. Obviamente había ido a su casa.

Sus instintos se encendieron, porque la llamada de su hermano había sido demasiado extraña. Las posibilidades eran, que algo iba mal allí. ¿Por qué si no quería el varón que se quedara con la Hermandad después de haber estado a punto de condenarla a la sehclusion?

Justo cuando Z iba a ir a por ella, la sintió viajar otra vez. Esta vez aterrizó fuera de la mansión de la Hermandad. Y se quedó allí.

Gracias a Dios. De momento no tenía que preocuparse por su seguridad.

De repente, la puerta lateral del club se abrió, y Phury salió viéndose decididamente adusto.

– ¿Te has alimentado?

– Sip.

– Entonces deberíamos ir a casa y esperar a que la fuerza nos golpee.

– Ya lo ha hecho -en cierto modo.

– Z.

Phury paró de hablar, y ambos giraron rápidamente las cabezas hacia la calle Trade. Hacia la entrada del callejón, tres hombres canosos vestidos de negro andaban en formación de uno. Los lessers se quedaron mirando fijamente como si hubieran encontrado un blanco acercándose a él.

Sin decir una palabra, Z y Phury salieron en silenciosa carrera, moviéndose ligeramente a través de la nieve recién caída. Luego llegaron a la calle Trade y giraron, los lessers no habían encontrado a ninguna víctima pero se reunieron con otro grupo… dos de los cuales tenían el pelo castaño.

Z puso la palma en la empuñadura de una daga y dirigió los ojos en el par con las cabezas oscuras. Querida Virgen del Fade, haz que uno de ellos sea el que estaba buscando.

– Contrólate, Z -siseó Phury mientras sacaba el móvil-. Permanece quieto voy a pedir refuerzos.

– Qué te parece llamar… -desenfundó la daga-mientras mato.

Z salió, manteniendo el cuchillo en el muslo, porque era un área de alta-exposición con humanos alrededor.

Los lesser lo vieron inmediatamente, y se dividieron en postura de ataque, con las rodillas dobladas, los brazos arriba. Para acorralar a los bastardos, corrió en un gran círculo alrededor, y ellos siguieron su movimiento, dando la vuelta, uniéndose en triángulo frente a él. Cuando volvió a las sombras, lo siguieron como una unidad.

Después que la oscuridad se los tragara a todos, Zsadist levantó en alto su daga negra, descubrió los colmillos, y atacó. Rogaba como el infierno que cuando el violento baile y canción acabaran uno de los lessers con cabellos oscuros tuviera las raíces blancas.

CAPÍTULO 39

El amanecer llegó justo cuando U se acercaba a la cabaña y abría la puerta. Frenó mientras entraba, saboreando el momento. El cuartel general era suyo. Se había convertido en el Fore-lesser. O ya no lo era.

U no podía creer que hubiera ido y lo hubiera hecho. No podía creer que hubiera tenido las pelotas para pedirle a Omega un cambio de líder. Y en realidad no podía creer que el maestro hubiera estado de acuerdo con él y llamara a O a casa.

El liderazgo no estaba en la naturaleza de U, pero no veía que tuviera otra opción. Después de todo lo que había ocurrido ayer con los Betas granujas, los arrestos y las insurgencias, la anarquía total entre los asesinos se avecinaba rápida y dura. Entretanto, O estaba en la cima sin hacer nada. Incluso parecía molesto de tener que cumplir con su trabajo.

U estaba entre la espada y la pared. Había pertenecido a la Sociedad durante casi dos siglos, y maldita sea si veía que la cosa se convertía en una confederación desorganizada de chapuceros, desperdigados asesinos a sueldo que ocasionalmente iban tras los vampiros. Por el amor de Dios, habían olvidado cual se suponía era su blanco, y habían pasado tres jodidos días desde que O había dejado deslizar las cosas.

No, la Sociedad debía ser conducida a tener un objetivo, con mano dura durante un tiempo. Así es que O tuvo que ser remplazado.

U se sentó en la basta mesa y encendió el portátil. La primera cosa sobre la mesa era convocar una asamblea general y hacer alarde de fuerza. Eso era la única cosa que O había hecho bien. Los otros lessers le habían temido.

U confeccionó una lista de Betas para encontrar a uno para sacrificar, como ejemplo, pero antes de ir tan lejos, fue inmediatamente informado de unas desagradables noticias de última hora. La noche anterior una sangrienta pelea había tenido lugar en el centro. Dos miembros de la Hermandad contra siete asesinos. Afortunadamente, parecía que los dos Hermanos habían sido heridos. Pero sólo uno de los lessers había sobrevivido, por lo que habían perdido más miembros de la Sociedad.

Amigo, el reclutamiento iba a ser importante. ¿Pero cómo diantre iba a encontrar tiempo? Primero tenía que tomar las riendas.

U se frotó los ojos, pensado en el trabajo que tenía por delante.

Bienvenido al trabajo de Fore-lesser, pensó mientras empezaba a marcar en el móvil.

Bella miró encolerizada a Rhage, sin importarle que ese macho tuviera ciento cincuenta libras y ocho pulgadas más que ella.

Desafortunadamente, al Hermano no parecía importarle que estuviera cabreada. Y no se movió de la puerta que bloqueaba.

– Pero quiero verle.

– Ahora no es el mejor momento, Bella.

– ¿Cuan serio es el daño?

– Estas son cosas de la Hermandad -dijo Rhage suavemente-. Olvídate de ello. Te haremos saber qué pasa.

– Oh, seguro que lo haréis. Igual que cuando me dijisteis que estaba herido. Por el amor de Dios, tuve que enterarme por Fritz.

En ese momento, la puerta se entreabrió.

Zsadist estaba más serio de lo que alguna vez lo había visto, y estaba gravemente marcado. Uno de sus ojos estaba hinchado y cerrado, un labio partido, y llevaba el brazo en un cabestrillo. Pequeños cortes aleatorios estaban por todo su cuello y cráneo, como si hubiera saltado sobre guijarros o algo por el estilo.

Mientras ella hacía una mueca de dolor, él la miró de arriba a abajo. Los ojos brillaron intermitentes del negro al amarillo, pero entonces miró hacia Rhage hablándole rápidamente.

– Finalmente Phury descansa -inclinó la cabeza hacia Bella-. Si ha venido a sentarse a su lado, déjala. Se relajará con su presencia.

Zsadist se dio la vuelta. Mientras caminaba por el vestíbulo cojeaba, la pierna izquierda renqueaba tras él como si su muslo no estuviera bien.

Con una maldición Bella fue tras él, si bien ella no tenía ni idea de por qué se tomaba la molestia. No quería aceptar nada de ella, ni su sangre, ni su amor… ciertamente no su simpatía. No quería ninguna maldita cosa de ella.