Se tomo unos minutos mas evaluando el lugar. La parte trasera de la casa era magnifica toda de ladrillo rojo, blanco puro y brillantes terrazas con corredores en el segundo piso. El jardín era perfecto también. Dios… los costos de mantenimiento de semejante monstruo en un año debía ser lo que la gente promedio gastaba en diez.
Momento de aproximarse. Se movió a través del césped hacia la casa corriendo con los pies pegados sobre el césped con el arma a arriba y al frente. Cuando entró apretándose contra los ladrillos, estuvo satisfecho. La ventana más próxima estaba ensamblada con rieles que bajaban por sus largos lados, arriba había un refuerzo cuadrado discretamente disfrazado.
Cerraduras de acero. Había un juego en cada ventana y puerta, eso le parecía.
En el noreste donde no había que preocuparse por tormentas tropicales y huracanes. Sólo existía un tipo de propietario que usara esa clase de perritos sobre cada pieza de cristal. La clase que necesita ser protegido del sol.
Ahí vivían vampiros.
Los cerrojos estaban abiertos porque era de noche. O miró dentro de la casa, estaba oscuro lo que no era alentador. Pero de cualquier manera iba a entrar.
La pregunta era como irrumpir en la casa, por no decir que el lugar estaba lleno de alarmas hasta el culo, de detectores de sonido. Y él apostaba que quien electrificó el borde de la cerca no fue ADT [12]. Ese era algún tipo de tecnología sofisticada
Decidió que su mejor movimiento era cortar la energía. Así que comenzó la búsqueda de la línea principal de alimentación eléctrica de la mansión. La encontró detrás del garaje para seis coches metida en un surco de mierda de CVAA [13] que incluía tres unidades de aire acondicionado, un extractor de aire y un generador de reserva. La línea principal de abastecimiento eléctrico estaba revestida de metal. Salía de la tierra y entraba en una serie de cuatro metros de hendiduras que surcaban a lo largo.
Puso una carga pequeña de explosivo plástico C4 directamente en el tronco y otra igual en el centro nervioso del generador. Retrocedió atrás del garaje y los hizo estallar a control remoto, hubo dos pequeñas explosiones que disiparon rápidamente el humo y la luz.
Esperó a ver si alguien venía corriendo. Nadie lo hizo. En un impulso se asomo en un par de garajes, dos estaban vacíos, los otros tenían coches muy bonitos, tan bonitos que no podía decir de que clase eran.
Con el fluido eléctrico cortado corrió alrededor de la casa hasta llegar al frente rodeando un cerco de madera de boj en la cual terminaba la fachada. Un juego de puertas francesas resultaba perfecto para entrar. Rompiendo con su puño enguantado el cristal procedió a abrir la cerradura. En cuanto entro, cerró de inmediato la puerta Era crucial que los contactos de la alarma de seguridad estuvieran en el lugar correcto en caso de que el generador alterno encendiera en… Santo… Dios
Había baterías de litio en las puertas… Lo que quería decir que sus contactos no funcionaban con la corriente eléctrica. Y… mierda… él estaba de pie exactamente en medio de un rayo láser. Jesús. Esto era… de una tecnología muy alta como en el Museo de Bellas Artes, la Casa Blanca, el dormitorio papal de la alta tecnología.
La única razón por la que pudo entrar a la casa era por que alguien lo quería ahí.
Escuchó. Silencio total. ¿Una trampa?
O se quedo congelado, durante un instante apenas respiró. Entonces se aseguró de que su revolver estuviera preparado antes de caminar silenciosamente por un montón de habitaciones que parecían sacadas de alguna deslumbrante revista. Le entraron ganas de acuchillar las pinturas en las paredes, tirar las arañas de luz y romper las delgadas patas de las elegantes mesas y sillas. Quería quemar los manteles, defecar en el suelo. Quería destrozarlas por que eran hermosas y por que su mujer siempre había vivido ahí, eso significaba que ella había vivido mejor que él.
Dio vuelta a la esquina en una especie de sala de estar y se paró en seco.
Arriba en la pared, en un dorado marco adornado había un retrato de su esposa… y estaba cubierta por seda negra. Debajo de la pintura, sobre un saliente de mármol, había un cáliz de oro boca abajo y un mantel de paño blanco con tres filas de diez pequeñas piedras. Veintinueve eran rubíes. El último, en la esquina izquierda inferior, era negro.
El ritual era diferente del cristiano con el que él había vivido como un humano, pero esto era en memoria a su esposa.
Los intestinos de O se convirtieron en serpientes, bullendo y silbando dentro de su vientre. Le dieron ganas de vomitar.
Su mujer estaba muerta.
– No me mires así -murmuró Phury mientras cojeaba alrededor de su cuarto. El costado le dolía como un demonio. Intentaba prepararse para salir y una exaltada mamá gallina Butch no ayudaba.
El policía sacudió la cabeza
– Necesitas ver a un doctor, grandullón.
El hecho de que el policía tuviera razón, le causaba aún más enojo a Phury
– No, no lo necesito.
– Vamos amigo si fueras a pasarte el día en el sofá quizás, pero no luchando. Vamos amigo, si Tohr hubiera sabido que ibas a salir con esto, habría puesto tu cabeza en una estaca.
Cierto
– Estaré bien, sólo tengo que calentar.
– Sí, entrenar le va a hacer mucho bien a ese agujero que tienes en el hígado. De hecho, tal vez pueda conseguirte algunos ben-gay [14] y sencillamente te daríamos masajes para sacarte la mierda.
Phury lo fulmino con la mirada a través del cuarto, Butch enarco una ceja.
– Déjame en paz poli.
– ¡No me digas!, oye sobre eso… puedes gritarme mientras te llevo con Havers.
– No necesito escolta.
– Pero si te llevo, sabré a donde fuiste. -Butch sacó las llaves de la Escalade del bolsillo y las balanceó en el aire-. Además, soy un buen taxista. Sólo pregúntale a John.
– No quiero ir.
– Bueno en palabras de Vishous, un deseo en una mano, mierda en la otra. Mira que tú tienes el máximo.
Rehvenge aparcó el Bentley enfrente del hogar de Havers y Marissa y camino cuidadosamente hasta la magnífica puerta. Levantó la pesada aldaba con cabeza de león y la dejo caer con una sonora reverberación. Inmediatamente fue recibido por un doggen y conducido a una sala.
Marissa se levantó de un sofá de seda, y él la saludo con una breve inclinación mientras decía al mayordomo que él conservaría el abrigo. Cuando se quedaron solos Marissa se precipitó a tomar sus manos, su largo vestido amarillo pálido se arrastraba tras ella como niebla. Él tomo ambas palmas y las beso.
– Rehv… Estoy tan contenta que nos hayas llamado, queremos ayudar.
– Aprecio que hallan acogido a Bella.
– Es bienvenida a quedarse siempre que lo necesite, sin embargo me gustaría que pudieras decirnos que ocurre.
– Sencillamente son tiempos peligros.
– Cierto. -Ella frunció el ceño y miro atrás de su hombro-. ¿No esta ella contigo?
– Nos reuniremos aquí, no debería tardar. -Consultó su reloj-. Sí, llegue temprano.
Ayudo a Marissa a sentarse en el sofá, por la manera en que se ellos lo hicieron los pliegues de su abrigo de cibelina cayeron a través de sus pies. Ella extendió la mano y acarició la piel, riendo un poco. Se quedaron en silencio un rato.
Estaba ansioso por ver a Bella, En realidad estaba… nervioso.
– ¿Cómo te encuentras? -pregunto tratando de enfocarse en algo.
– Ah, hablas de después de… -Marissa se ruborizó-. Bien, muy bien… Muchas gracias.
A él realmente le gustaban sus maneras, tan suaves y gentiles, Tan tímida y controlada, aunque ella fuera una de las raras bellezas de su especie, y todos lo sabían. Amigo, todos se preguntaban como Wrath pudo contenerse con ella.