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– Esperaba que…

– ¿Que esperabas?

– Que quizás…

– ¿Qué?

– Que podrías llamarme, si hubieras tenido tiempo habrías venido… llamado.

Cristo, ya lo había hecho y ella se había negado a verlo. No había manera de que voluntariamente se colocara en un curso de colisión para su ego. Esta mujer, hembra… lo que fuera… era totalmente capaz de patearle el culo y él no quería más de esa clase de maltrato, muchas gracias. Además el Sr. Bentley estaba exhibiéndose en la puerta trasera.

Con ese pensamiento, una parte diabólica y muy masculina de él se preguntaba si seguía siendo la virgen intacta que era cuando la conoció al comenzar el verano. Probablemente no. Y aun cuando siguiera siendo tímida, durante el tiempo que estuvo lejos de Wrath debía haber tomado un amante. Demonios, sabía de primera mano la clase de besos que esa mujer podría dar. Lo había dejado llorando sobre una silla, tan quebrado. Tan, sí… definitivamente había encontrado a un hombre. Tal vez una pareja y sólo quería enseñarle el camino al infierno.

Cuando ella abrió el capullo perfecto, rosado de sus labios otra vez, él la corto.

– No voy a llamarte, pero realmente creo lo que dije, espero que… te cuides.

De acuerdo, había usado tres veces la misma frase, necesitaba ponerse en camino antes de que lo hiciera un cuarta.

Butch dio un gran paso al elevador, por algún milagro la cosa se abrió en cuanto el apretó el botón, entró en él y mantuvo los ojos lejos de ella.

Cuando las puertas se cerraron pensó que quizás ella hubiera dicho su nombre por última vez, pero conociéndose sabía que sólo lo había imaginado. Realmente deseaba que ella…

Cállate O´neal, sólo cállate y déjalo

Cuando atravesó de una zancada la puerta de la clínica, caminaba tan rápido que prácticamente corría.

CAPÍTULO 43

Zsadist rastreó al solitario lesser en el laberinto de callejones del centro de la cuidad. El asesino se movía rápidamente en la nieve, alerta, explorando, buscando a la presa entre las personas que estaban dispersas en la barra del frio club.

Detrás de él Z era ligero sobre el terreno, quedándose cerca, pero no demasiado. El alba llegaba rápido y con fuerza, y aunque despuntada el borde del alba ahora mismo, queria matarlo. Todo lo que necesitaba era alejar al asesino de los entrometidos ojos humanos…

El momento llegó cuando el lesser redujo la marcha y consideró la intersección de la Calle Ocho y la Comercial. Una pausa, un debate interno entre ir a la izquierda o a la derecha.

Zsadist golpeó rápido, materializandose directamente detrás del asesino, poniendo el brazo alrededor del cuello del bastardo, y tirándo de él hacia la oscuridad. El lesser aguantó, y la lucha sonaba como banderas agitadas por el viento, como dos machos sacudiendose, chaquetas y pantalones sacudiendose en el aire frio. El lesser estaba en el suelo en un momento, Z examinó sus ojos cuando levantó la daga. Sumergió la lámina negra en su grueso pecho. La música pop y la llamarada se desvanecierón rápidamente.

Cuando Z se levantó, no había ninguna satisfacción. Estaba en un estado violento de piloto automático. Listo, complaciente, y capaz de matar, pero moviendose como en un sueño.

Bella era todo lo que estaba en su mente. Realmente, era más profundo. La ausencia de ella era un peso tangible en su cuerpo: La echaba de menos con un tipo de desesperación.

Ah, sí. Entonces los rumores eran verdaderos. Un macho vinculado sin su hembra podría estar muerto. Había oído dicha leyenda antes y nunca la creyo. Ahora vivía la verdad implicita.

Su celular sonó y contestó automaticamente, porque era lo que hacía desde que ella se marchó. No tenía ningún interés por saber quién era el que estaba del otro lado de la linea.

– Z, mi amigo -dijo Vishous-. Recibí un mensaje realmente extraño en el correo de voz. Un tipo que quiere hablar contigo.

– ¿Hablar conmigo, dijo mi nombre?

– Realmente, era un poco difícil de seguir porque fue tan parco, pero mencionó tu cicatriz.

¿El hermano de Bella? Se preguntó Z. ¿Aunque ahora que ella se habia ido por el mundo, sobre qué tendría que hablar aquel macho?

Bien… además del hecho que su hermana había sido atendida en su necesidad y no había ninguna ceremonia de acoplamiento en el calendario. Sí, el hermano se habia enojado.

– ¿Cuál es el número?

Vishous recitó los dígitos.

– Y dijo que su nombre era Ormond.

Recordando, el nombre del hermano mayor de Bella no era ese.

– ¿Ormond? es un nombre humano.

– No puedo decirte. Tendras que tener cuidado.

Z colgó, marcó despacio, esperando haber logrado marcar bien los numeros.

Cuando la llamada fue contestada, no hubo un hola al otro lado de la linea. Solo una voz grave que dijo,

– Fuera de mi red e indetectable. Entonces tú debes ser, el Hermano.

– ¿Y tú eres?

– Quiero conocerte en persona.

– Lo siento, yo estoy en contra de las citas.

– Sí, puedo imaginar que con esa cara no tienes mucha suerte. Pero no te quiero para el sexo.

– Me siento aliviado. ¿Ahora quién coño eres?

– Mi nombre es David. ¿Sonó la campana?

La furia nubló la visión de Z hasta que todo lo que vio eran las marcas en el estomago de Bella. Apretó el teléfono hasta que sólo oyó el chirriar del aparado, que era impetuoso.

Forzando su voz a una pronunciación lenta, dijo:

– No, Davy. Pero refresca mi memoria.

– Tomaste algo que es mio.

– ¿Robé tu cartera? Lo recordaria.

– ¡Mi mujer! -gritó el lesser.

Cada instinto en el cuerpo de Z se disparó inmediatamente, y no había ningún retén en el gruñido que salió de su boca. Alejó el aparto el teléfono lejos de su cara hasta que el sonido se apagó.

– … demasiado cerca el alba.

– ¿Qué pasa? -dijo Z con un filo repugnante-. Maldita conexión.

– ¿Piensa que esto es una maldita broma? -escupio el lesser.

– Tranquilo, ahí, no quisiera que te diera una embolia.

El asesino jadeó con furia, pero consiguió controlarse.

– Quiero encontrarte al anochecer. Tenemos mucha tierra para cubrir, tu y yo, y no quiero ser apresurado por el alba. Además, he estado ocupado las últimas horas y necesito un descanso. Me quedé con una de sus hembras, una pelirroja bonita. Hasta reventarla era buena.

Ahora el gruñido de Z llego al teléfono. El asesino se rió.

– Ustedes los Hermanos son tan protectores, hasta tú. Bien, acerca de eso. Me conseguí otra. Otra hembra. La persuadí para que me diera el numero para encontrarte. Ella es realmente cercana. Una pequeña rubia mona, también.

La mano de Z alcanzo el mango de su daga.

– ¿Dónde quieres reunirte?

Hubo una pausa.

– Primero los términos. Naturalmente quiero que vengas solo, y aquí está el como vamos a asegurarnos que esto pase. -Z oyó un gemido femenino de fondo-. Si cualquiera de mis socios ve a tus Hermanos alrededor, la cortaran. Solo tomará una llamada telefónica. Y ellos lo harán despacio.

Zsadist cerró sus ojos. Él había sentido la muerte, el sufrimiento y el dolor. El propio y de los otros. Esa… pobre mujer.

– ¿Dónde?

– A las seis en punto en The Rocky Horror Picture Show en Lucas Square. Te sientas de espaldas. Te encontraré.

El teléfono quedo muerto, y volvio a sonar inmediatamente.

Ahora la voz de V era estrangulada.

– Tenemos un problema. El hermano de Bella encontró a Wellsie con un disparo en la entrada. Ven a casa, Z. Ahora mismo.

John miró más allá del escritorio cuando Tohr colgó el teléfono. Las manos del hombre sacudían el receptor.

– Ella probablemente olvidó encender el teléfono movil. Los lesser intentaron entrar en la casa otra vez. -Tohr pulso otra vez. Marcando rápidamente. Se equivocó y tuvo que volver a empenzar. Y en todo momento rozaba el centro de su pecho, sobre su camisa.