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– Así es como los lessers se denominan así mismos.

– Pegadizo. Muy 007. -Butch trabajó su otro brazo, su hombro crujió. – De todos modos, le quité la cartera un lesser que había sido colgado en aquel árbol y Tohr se acercó al lugar del tipo. Había sido limpiado a fondo, como si supieran que él se había ido.

– ¿Estaba el tarro allí?

– Tohr dijo que no.

– Entonces ellos definitivamente habían ido.

– ¿Qué hay dentro de esas cosas de todos modos?

– El corazón.

– Repugnante. Pero mejor que otras partes de la anatomía, considerando que alguien me dijo que ellos no pueden despertarlo. -Butch dejó caer sus brazos y aspiró entre dientes, un poco de ruido pensador liberado de su boca. -Ya sabes, esto comienza a tener sentido ¿Recuerdas a aquellas prostitutas muertas que estuve investigando en los callejones traseros este verano? ¿Esas con señales de mordeduras en sus cuellos y heroína en su sangre?

– Las novias de Zsadist, hombre. Esta es la manera que él se alimenta. Sólo humanos, aunque cómo él sobrevive con la sangre tan débil, es un misterio.

– Él dijo que no lo había hecho.

Rhage hizo rodar sus ojos. -¿Y tú le crees?

– Pero si nosotros le tomamos la palabra- Hey, solo sígueme la corriente, Hollywood. Si le creemos, entonces tengo otra explicación.

– ¿Cuál es?

– Un cebo. ¿Si quisieras secuestrar a un vampiro, cómo lo harías? Ponle la comida, hombre. Ponla, espera hasta que venga uno, drógalo y llévatelo a dónde quieras. Encontré dardos en las escenas, de la clase con la que tranquilizarías un animal.

– Jesús.

– Y escucha esto. Esta mañana he escuchado el escáner de la policía. Otra prostituta ha sido encontrada muerta en un callejón, cerca de donde murieron las demás. Yo entré sin autorización por V en el servidor de la policía, y el informe ponía que su garganta había sido rebanada.

– ¿Le has dicho a Wrath y a Thor todo esto?

– No.

– Deberías.

– El humano cambió de lugar. -No se cuan implicado puede estar, ¿sabes? He pensado, que no quiero meter mi nariz dónde no debería estar. No soy uno de vosotros.

– Pero estás con nosotros. O al menos es lo que dijo V.

Butch frunció el ceño. -¿Lo dijo?

– Sí. Es por lo que te trajimos aquí con nosotros en vez de…bien, tú sabes.

– ¿Ponerme bajo tierra? El humano hizo media sonrisa.

Rhage se aclaró la garganta. -No cualquiera de nosotros hubiera disfrutado con ello. Bien, excepto Z. En realidad, no, él no disfruta con nada…La verdad es, poli, que tienes la clase cultivada sobre…

La voz de Tohrment lo cortó. – ¡Jesucristo, Hollywood!

El hombre entró en el cuarto de pesas como un toro. Y de toda la Hermandad, él los encabezaba. Entonces alguna cosa estaba encendida.

– ¿Qué pasa, mi hermano? -Preguntó Rhage.

– Tengo un pequeño mensaje para ti en mi buzón general. De aquella humana, Mary. -Thor plantó sus manos sobre sus caderas, echando el tórax hacia delante. -¿Por qué demonios ella te recuerda? ¿Y cómo es que tiene nuestro número?

– No le dije cómo llamarnos.

– Y tampoco le borraste la memoria. ¿En qué maldición estabas pensando?

– Ella no será un problema.

– Ya lo es. Llama a nuestro teléfono.

– Relájate, hombre…

Tohr lo pinchó con un dedo. -Arréglala antes de que tenga que hacerlo yo ¿me entiendes?

Rhage se levantó del banco y su hermano parpadeó -Nadie se acercará a ella, a no ser que quieran tratar conmigo. Esto te incluye.

Los oscuros ojos azules de Thor se estrecharon. Ambos sabían quien ganaría si llegaban al fondo de la cuestión. Nadie podía luchar contra Rhage cuerpo a cuerpo; este era un hecho probado. Y él estaba preparado para golpear a Thor si tuviera que hacerlo. Aquí mismo. Ahora mismo.

Thor le habló en tono severo. -Quiero que respires profundamente y te separes de mi, Hollywood.

Cuando Rhage no se movió, se escucharon pasos a través de las alfombras y el brazo de Butch se colocó alrededor de su cintura.

– Por qué no te calmas un poco, grandote. -Butch habló arrastrando las palabras- Vamos a terminar la fiesta, ¿vale?

Rhage permitió que lo retirase, pero mantuvo los ojos sobre Thor. La tensión crujía en el aire.

– ¿Qué está pasando? -Exigió Thor.

Rhage dio un paso liberándose de Butch y se paseó con inquietud alrededor de la habitación de pesas, serpenteando entre bancos y pesas en el suelo.

– Nada. No pasa nada. Ella no sabe lo que soy y no se cómo consiguió el teléfono. Tal vez aquella mujer civil se lo dio.

– Mírame, mi hermano. Rhage detente y mírame.

Rhage se detuvo y movió sus ojos.

– ¿Por qué no la borraste? Sabes que la una vez que la memoria es de largo plazo, no podrás limpiarla lo suficiente. ¿Por qué no lo hiciste cuando tuviste la oportunidad? – Cuando el silencio se alargó entre ellos, Tohr sacudió la cabeza. -No me digas que te has liado con ella.

– Cualquier cosa, hombre.

– Tomaré eso como un sí. Cristo, mi hermano…¿en qué estás pensando? Sabes que no deberías haberte enredado con una humana, y sobre todo, no con ella debido a su relación con el muchacho. -La mirada de Thor era aguda. -Te doy una orden. Otra vez. Yo quiero que borres la memoria de esa mujer y no quiero que vuelvas a verla.

– Ya te lo dije, ella no sabe lo que soy…

– ¿Estás intentando negociar este conmigo? No puedes ser tan estúpido.

Rhage le echó a su hermano una mirada desagradable. -Y tú no me quieres encima de tu parrilla otra vez. Esta vez no permitiré que el poli me despegue.

– ¿Ya la has besado en la boca? ¿Qué le has dicho sobre tus colmillos, Hollywood? -Cuando Rhage cerró los ojos y maldijo, el tono de Tohr se alivió. -Sé realista. Ella es una complicación que no necesitamos, ella es un problema para ti porque la escogiste por encima de una orden mía. No hago esto para romperte las pelotas, Rhage. Es más seguro para todos. Para ella Lo harás, mi hermano.

Más seguro para ella.

Rhage se sentó y agarró los tobillos. Estiró sus tendones con fuerza, casi colocó su espalda en sus piernas.

Más seguro para Mary.

– Me encargaré de ello. -Dijo él finalmente.

– ¿Sra. Luce? Por favor, venga conmigo.

Mary miró hacia arriba y no reconoció a la enfermera. La mujer parecía realmente joven con su uniforme rosado, probablemente acababa de salir de la escuela. Y aún pareció más joven cuando sonrió debido a sus hoyuelos.

– ¿Sra Luce? -Ella cambió de lugar el voluminoso archivo en sus brazos.

Mary puso el tirante de su bolso sobre su hombro, se levantó y siguió a la mujer por la sala de espera. Bajaron a medias por un largo pasillo, pintado de beige e hicieron una pasusa ante el mostrador de registro.

– Sólo voy a pesarla y a tomarle la temperatura.-La enfermera sonrió otra vez y consiguió más puntos siendo buena con el peso y el termómetro. Ella era rápida. Amistosa.

– Ha perdido algo de peso, Sra Luce. -Dijo ella, anotándolo en el archivo. -¿Cómo está de apetito?

– El mismo.

– Bajaremos aquí hacia la izquierda.

Las habitaciones de reconocimientos eran todas parecidas. Un póster de un Monet enmarcado y una pequeña ventana con persianas dibujadas. Un escritorio con folletos y un ordenador. Una mesa de reconocimiento con un pedazo de papel blanco estirado sobre ella. Un fregadero con varios suministros. Un contenedor rojo para desechos biológicos en la esquina.