Tal vez podría conseguir que Warth le permitiera llevarla. La Shellan de Wrath era medio humana y después de que los dos se habían unido, el Rey Ciego se había ablandado con especto el tema de las mujeres. Y Thor no podía anular al rey. Nadie podía.
Excepto que mientras Rhage intentara presentar su caso, Mary tenía que ser mantenida a salvo.
Él pensó en su casa. Estaba apartada del camino, entonces si un admirador de mierda venía a golpearla, él podría defenderla sin tener que preocuparse mucho de la interferencia de la policía humana. Tenía muchas armas en su coche. Podría colocarla, protegerla si fuera necesario y llamar a Wrath.
Rhage liberó su mente, cortando su memoria solo después de que ellos hubiesen salido del coche. Ella no recordaría sus besos.
Qué, considerando todas las opciones, era una buena cosa. Condenación. La había empujado demasiado lejos, demasiado rápido y él casi se había rajado. Mientras su boca y su cuerpo estuvieron en ella, el zumbido se había elevado a un grito. Especialmente cuando ella había tomado su palma y la había puesto entre sus muslos.
– ¿Hal? -Mary lo miró con turbación.- ¿Qué pasa?
Él se sintió espantoso mientras examinaba sus grandes ojos y terminó de enterrar las imágenes en su mente. Había borrado la memoria de incontables mujeres humanas antes y nunca se lo había pensado dos veces. Pero con Mary, parecía que se llevaba algo de ella. Invadiendo su intimidad. Traicionándola.
Le pasó una mano por el pelo, agarrando un mechón y deseando sacar la materia directamente de su cabeza. -¿Entonces prefieres que nos saltemos la cena y volvamos a tu casa? Yo podría tomar alguna cosa fría.
– Bueno, pero…siento como que hay alguna cosa que nosotros teníamos que hacer. -Ella se miró a si misma y comenzó a cepillar la hierba. -Considerando cómo había dejado esta falda cuando dejamos mi casa, probablemente no debería a parecer ante el público de todas formas. Sabes, pensaba que había limpiado el césped de…Espera un minuto, ¿dónde está mi bolso?
– Tal vez te lo dejaste en el coche.
– No, yo…Oh, Dios. -Ella comenzó a temblar de modo incontrolable, respirando rápidamente, superficialmente. Sus ojos frenéticos. -Hal, lo siento, yo…necesito…Ah, infiernos.
La adrenalina corría por todo su sistema. Su mente podía estar tranquila, pero su cuerpo todavía estaba inundado por el miedo.
– Ven aquí. -Dijo él, atrayéndola contra su cuerpo. -Déjame abrazarte hasta que esto pase.
Mientras le murmuraba, mantuvo sus manos al frente de manera que no encontraran la daga bajo su brazo o su Baretta nueve milímetros en su bolsillo trasero. Sus ojos precipitándose a su alrededor, buscando entre las sombras del parque a la derecha y el restaurante a la izquierda. Estaba desesperado por llevarla al coche.
– Me siento tan avergonzada. -Dijo ella contra su pecho. – No había tenido un ataque de pánico desde hacía mucho tiempo.
– No te preocupes por ello. -Cuando ella dejó de temblar, él se retiró. -Vamos.
La metió rápidamente en el GTO y se sintió mejor cuando se puso en marcha y salió del aparcamiento.
Mary miró todo alrededor del coche.
– Miércoles. Mi bolso no está aquí. Debo habérmelo dejado en casa. Hoy estoy algo olvidadiza. -Ella se recostó contra el asiento y buscó entre sus bolsillos. -¡Ajá! Al menos tengo mis llaves.
El viaje desde la ciudad fue rápido, tranquilo. Cuando aparcó el GTO delante de su casa, Mary escondió un bostezo y alcanzó la puerta. Él puso su mano en su brazo.
– Déjame ser un caballero y hacer esto por ti.
Ella sonrió y dejó caer la mirada como si no estuviera acostumbrada a que los hombres la trataran con excesivos mimos.
Rhage salió. Mientras, olió el aire y usó sus ojos y oídos para penetrar en la oscuridad. Nada. Un montón de nada.
Mientras caminaba alrededor de la zona trasera del coche, abrió el maletero, sacó un gran petate, e hizo una nueva pausa. Todo estaba tranquilo, incluyendo sus impulsivos sentidos.
Cuando le abrió la puerta a Mary, ella miró con el ceño fruncido lo que colgaba de su hombro.
Él sacudió la cabeza. -No creo que pase la noche o algo así. Solo he notado que la cerradura de mi maletero está rota y no quiero dejarlo tan desatendido. O a simple vista.
Maldición, odiaba mentirle. Literalmente le revolvió el estómago.
Mary se encogió y anduvo hasta la puerta delantera. -Debe haber algo importante dentro de esa cosa.
Sí, tan sólo bastante potencia de fuego para aplanar un edificio de oficinas de diez pisos. Y esto todavía no era suficiente para protegerla.
Ella parecía algo torpe cuando abrió la puerta delantera y dio un paso hacia adentro. La dejó vagar por la habitación conectando las luces y trabajando con su nerviosismo, pero él estaba justo detrás de ella. Cuando la siguió, visualmente comprobó las puertas y las ventanas. Todas estaban cerradas. El lugar era seguro, al menos la planta baja.
– ¿Quieres comer algo?-Le preguntó ella.
– Nah, estoy bien.
– Yo tampoco tengo hambre.
– ¿Qué hay arriba?
– Um…mi dormitorio.
– ¿Quieres enseñármelo? -Él tenía que examinar el segundo piso.
– Tal vez más tarde. ¿De verdad quieres verlo? Er…ah…infiernos. – Ella se paró con inquietud y lo miró fijamente, con las manos en las caderas. -Voy a ser clara contigo. Nunca he tenido a un hombre en esta casa. Y estoy oxidada en lo de la hospitalidad.
Él dejó caer su petate. Incluso aunque él estuviera listo para la batalla y tenso como un gato, tenía bastante energía mental abandonada para ser debilitado por ella. El hecho de que otro hombre no hubiera estado en su espacio íntimo lo complacía tanto que su pecho cantó.
– Creo que estás haciéndolo bien. -Murmuró él. Él extendió la mano y le acarició la mejilla con el pulgar, pensando en lo que quería hacer con ella arriba en aquel dormitorio.
Inmediatamente su cuerpo comenzó a dar vueltas, una extraña quemazón condensándose a lo largo de su columna vertebral.
Él obligó a su mano a caer a un lado. -Tengo que hacer una rápida llamada telefónica. ¿Te importa si uso la parte de arriba para estar en privado?
– Desde luego. Voy a…esperarte aquí.
– No tardaré mucho.
Cuando corrió hacia su dormitorio, él sacó su teléfono móvil del bolsillo. La maldita cosa estaba agrietada, probablemente de una de las patadas de los lessers, pero aún marcaba. Cuando salió el buzón de voz de Wrath, le dejó un corto mensaje y rezó como el infierno para que lo llamaran pronto.
Después de hacer una evaluación rápida de la zona de arriba, él volvió abajo. Mary estaba sobre un diván, las piernas recogidas debajo de ella.
– Entonces, ¿Qué vamos a ver? -Preguntó él, buscando caras pálidas en puertas y ventanas.
– ¿Por qué miras alrededor de esta lugar como si fuera un callejón trasero?
– Lo siento. Un viejo hábito.
– Has debido de haber estado en una infernal unidad militar.
– ¿Qué quieres ver? -El se acercó a dónde estaban todos los DVDs alineados.
– Tú escoge. Yo iré a cambiarme con alguna cosa…-Ella enrojeció. -Bien, para ser honesta, algo más cómodo. Y que no tenga hierba sobre ella.
Para asegurarse que ella estaba a salvo, la esperó al fondo de la escalera cuando ella se movió por su dormitorio. Cuando comenzó a bajar a la primera planta, él caminó hacia atrás hacia las estanterías.
Mirando la colección de películas supo que estaba en problemas. Había muchos títulos extranjeros, algunos sinceramente americanos. Un par de viejos éxitos como Algo para recordar. Casa -jodida-blanca.
Absolutamente nada de Sam Raimi o Roger Corman ¿No había oído ella nada sobre la serie de Evil Dead? Espera, había una esperanza. Él sacó una funda. Nosferatu, Eine Symphonie des Grauens. La clásica película de vampiros de German de 1922.