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Las visiones nadaron en su cabeza, visiones de todo lo que él le había descrito y su cuerpo se humedeció de nuevo para él. Él suspiró y gruñó suavemente, él había cogido el olor de su sexo y le había agradado.

– Oh, Mary. ¿Me permitirás que te de placer? ¿Me dejarás tomar tu suave excitación donde quiera que vaya?

Ella quería decirle que sí, pero la lógica de lo que él le sugería era difíciclass="underline" poniéndose desnuda, delante de él, a la luz de una vela. Nadie excepto los doctores y las enfermeras sabían como había quedado su cuerpo después de que la enfermedad se hubiese retirado. Y ella no podía por menos que pensar en las hermosas mujeres que había visto como iban hacia él.

– No soy a lo que estás acostumbrado. -Dijo ella suavemente. -No soy…hermosa. -El frunció el ceño, pero ella negó con la cabeza. -Confía en mí sobre eso.

Rhage la merodeó, aquellos hombros se movieron como un león. -Permíteme mostrarte lo hermosa que eres. Amablemente. Despacio. Nada violento. Seré un perfecto caballero, te lo prometo.

Sus labios se separaron y tuvo un vistazo de las puntas de sus colmillos. Entonces su boca se posó sobre la suya y Dios, él era fantástico, todo droga barriendo sus labios y su lengua. Con un gemido, ella enrolló sus brazos alrededor de su cuello, clavando sus dedos en su cuero cabelludo.

Cuando él la poso sobre el suelo, ella se preparó para recibir su peso. En cambio él se estiró a su lado y alisó su pelo hacia atrás.

– Despacio. -Murmuró él. -Con cuidado.

Él la besó otra vez y esto fue un rato antes de que sus largos dedos fueran al interior de su camiseta. Cuando subió la camiseta, ella intentó concentrarse sobre lo que le hacía con la boca, obligándose a no pensar en lo que se revelaba. Pero cuando él retiró la tela sobre su cabeza, el aire fresco golpeó sus pechos. Ella se los cubrió con las manos y cerró los ojos, rezando para que estuviera lo suficientemente oscuro entonces él no podría ver la mayor parte de ella.

Una yema del dedo acarició la base del cuello, donde estaba la cicatriz de su traqueotomía. Luego permaneció sobre la piel fruncida de su pecho dónde los catéteres habían sido enchufados. Él le bajó la cinturilla de su pijama hasta dónde estaban las perforaciones de los agujeros de su estómago de los tubos alimenticios. Entonces él encontró el sitio de inserción de su transplante de médula ósea, sobre su cadera.

Ella no podía soportarlo. Se sentó y agarró la camiseta para protegerse.

– Oh, no, Mary. No lo pares. -Él capturó sus manos y las besó. Entonces él tironeó de la camiseta. -¿No vas a dejar que te mire?

Ella giró su cabeza cuando él tomó su cubierta. Sus pechos desnudos se pusieron de punta y elevaron cuando sus ojos la tocaron.

Entonces Rhage besó todas y cada una de las cicatrices.

Ella tembló no importaba cuanto intentara quedarse quieta. Su cuerpo había sido bombeado lleno de veneno. Dejó los agujeros y cicatrices a la intemperie. Hecha infértil. Y aquí estaba este hermoso hombre rindiéndole culto como si todo lo que tenía era digno de reverencia.

Cuando la miró y le sonrió, ella se echó a llorar. Los sollozos le salieron con duros como puñetazos, rasgándole el pecho y la garganta, exprimiendo sus costillas. Ella se cubrió la cara con las manos, deseando tener la fuerza para irse a otro cuerpo.

Mientras ella lloraba, Rhage la sostuvo contra su pecho, meciéndola hacia delante y hacia atrás. Ella no tenía ninguna de idea de cuanto tiempo iba a durar antes de que se hiciese pedazos, pero eventualmente el llanto redujo la marcha y ella se dio cuenta de que él se dirigía a ella. Las sílabas y la cadencia le eran completamente desconocidas y las palabras indescifrables. Pero el tono…el tono era encantador.

Y su bondad era una tentación para la que ella no tenía valor.

Ella no podía confiar en él para su confort, no hasta este momento. Su vida dependía de mantenerse entera y allí había una cuesta resbaladiza de lágrimas. Si ella comenzaba a llorar ahora, no pararía en los siguientes días y semanas. Dios lo sabía, el duro interior de su centro había sido la única cosa que la había ayudado todo el tiempo que había estado enferma. Si ella perdía aquella resolución, no tendría ningún poder en absoluto contra la enfermedad.

Mary se limpió los ojos.

No otra vez, pensó ella. No lo perdería delante de él otra vez.

Se aclaró la garganta e intentó sonreír. -Entonces. ¿Cómo es para un temblor asesino?

Él dijo algo en la otra lengua y luego negó con la cabeza y cambió al inglés. -Llora todo lo que quieras.

– No quiero llorar. -Ella miró su pecho desnudo.

No, lo que ella quería ahora mismo era tener sexo con él. Cuando el mar de lágrimas finalizó, su cuerpo comenzó a responder otra vez. Y considerando que él ya había visto lo peor de sus cicatrices y parecía haberse apagado, se sintió más cómoda.

– ¿Hay alguna posibilidad de que quieras besarme después de todo esto? -Preguntó ella.

– Si.

Sin permitirle pensar, ella agarró sus hombros y lo condujo hacia su boca. Él se contuvo durante un momento, como si estuviera sorprendido por su fuerza, pero entonces él la beso profunda y largamente, como si entendiera lo que ella necesitaba de él. En materia de un momento él la tenía totalmente desnuda, el pijama despareció, los calcetines desaparecieron, las bragas la abandonaron.

Él la acarició con las manos desde la cabeza hasta los muslos y se movió con él, se levantaba, se arqueaba, sintiendo la piel desnuda de su pecho contar sus pechos y su estómago mientras la lisa tela de sus pantalones caros se frotaban como aceite corporal sobre sus piernas. Ella estaba dolorida y aturdida cuando él hociqueó su cuello, mordisqueó su clavícula, abriéndose camino hasta sus pechos. Ella levantó la cabeza y miró como la lengua salía y hacía un círculo alrededor se su pezón antes de que él lo tomara en su boca. Mientras se amamantaba de ella, su mano se deslizó por el interior de sus muslos.

Y luego él le tocaba su centro. Ella se elevaba hacia él, su respiración salía rápidamente de sus pulmones.

Él gimió, su pecho vibraba contra el suyo cuando él emitió el sonido.

– Dulce Mary, eres tal como me imaginé. Suave…empapada. -Su áspera voz, con fuerza, le daba una idea de cuanto control utilizaba para mantenerse a sí mismo bajo clausura. -Abre tus piernas para mí. Un poco más. Exacto Mary. Esto es tan…oh, sí.

Él resbaló un dedo y luego dos en su interior.

Había pasado mucho tiempo, pero su cuerpo sabía dónde se dirigía. Jadeando, agarrándose a sus hombros con las uñas, Mary lo miró lamer su pecho cuando él movió su mano sobre su cuerpo, su pulgar rozando el lugar correcto en la carera ascendente. En un destello de un relámpago ella explotó, la fuerza de la liberación la lanzó precipitadamente a un vacío donde solo latir y blanco calor existían.

Cuando ella se echó hacia atrás, los pesados ojos de Rhage eran graves, su cara tensa y oscura. Parecía un completo extraño, completamente fuera de ella.

Ella intentó coger la manta para cubrirse, calculando que con la camisa no haría ni la mitad del trabajo. El movimiento la hizo consciente de que sus dedos todavía la penetraban.

– Eres muy hermosa. -Le dijo él bruscamente.

La palabra hermosa la hizo sentir incómoda. -Permíteme levantarme.

– Mary…

– Esto es demasiado incómodo. -Ella luchó y su cuerpo solo hizo que lo sintiera más.

– Mary, mírame.

Ella lo fulminó con la mirada, frustrada.