U se dirigió hacia la puerta. -¿Entonces dónde y cuando me quiere usted?
– Aquí. Ahora.
– ¿Qué tiene en mente?
– Regresaremos al centro. Quería llamar a los demás para darles una lección, pero parece que he perdido mi manual.
U inclinó la cabeza. – Entonces dirijámonos a la biblioteca. Y consigamos otro.
Rhage rezó por encontrar una salida cuando acechó por los callejones de los bares del centro. Bajo la fría lluvia, estaba nervioso, colérico y la agonía bullía en su pecho. Vishous había rendido de hablarle desde hacía dos horas.
Cuando volvieron a Trade Street otra vez, se pararon al lado de la puerta del Screamer. Con impaciencia, la muchedumbre temblaba mientras esperaba poder entrar en el club y había cuatro hombres civiles entre la gente.
– Voy a intentarlo por última vez, Hollywood. – V encendió un cigarrillo y se colocó de nuevo su gorra de los Sox. -¿Qué pasa con toda esta quietud? ¿No debe dolerte lo de anoche todavía, verdad?
– Nah, estoy bien.
Rhage miró de reojo hacia una oscura del callejón.
Sí, chorradas, que estaba bien. Su visión nocturna recibió los disparos del infierno, su agudeza visual estaba lejos por más que parpadeara. Y sus oídos no funcionaban como deberían tampoco. Normalmente podía escuchar sonidos a casi una milla de distancia, pero ahora solo estaba concentrado en coger la charla de los que esperaban en la fila del club.
Seguramente estaba alterado por algo que le había pasado con Mary; quedándose fuera por la mujer que amarías como lo haría un hombre. Pero estos eran cambios fisiológicos, no estaban atados a lo emocional, mierda llorona.
Y él sabía cual era el problema. La bestia no estaba con él esta noche.
Esto debería haber sido un alivio. Haberse deshecho de la maldita bestia temporalmente debería haber sido una gran bendición. Pero claramente él había llegado a confiar en los instintos que lo echaban hacia atrás de la bestia. Dios, la idea de que tenía una especie de relación simbiótica con su maldición era una gran sorpresa y entonces era la vulnerabilidad que ahora lucía. No dudaba de sus habilidades cuerpo a cuerpo o su lanzamiento y trabajo con las dagas. Era más bien que su bestia le proporcionaba una información sobre el ambiente en la que tenía costumbre en confiar. Pero el feo culo de la cosa era una tarjeta de triunfo fabulosa. Si todo lo demás fallaba, esto echaría a la basura a sus enemigos.
– Bien, qué es lo que sabes. -Dijo V, cabeceando hacia la derecha.
Un par de lessers bajaban por Trade Street, sus canas brillaban con las luces de los coches que pasaban. Como marionetas sobre la misma cuerda, sus cabezas se giraron armónicamente hacia Vishous y hacia él. Los dos redujeron la marcha. Parándose.
V dejó caer el cigarrillo, aplastándolo con su bota. -Demasiados testigos para una pelea.
Los miembros de la Sociedad parecieron comprenderlo también, no haciendo ningún movimiento de ataque. En la reserva, la extraña etiqueta en la guerra entre la Hermandad y los lessers se agotó. La discreción ante los homo sapiens era crítica para conservar en secreto ambos lados. Lo último que cualquiera de ellos necesitaría era entrar en ello ante una multitud de de gente mirando.
Mientras los hermanos y los lessers se miraban airadamente, la gente que había en medio no tenía ni idea de lo que pasaba. Los vampiros civiles de la fila esperaban, sin embargo, sabían lo que pasaba. Fueron andando arrastrando los pies hacia el lugar, claramente pensando en correr. Rhage los miró con dureza y despacio negó con la cabeza. El mejor lugar para aquellos muchachos era el público y él rezaba como el infierno para que entendieran el mensaje.
Pero desde luego, los cuatro salieron.
Aquellos malditos lessers se rieron. Y luego corrieron tras su presa como un par de estrellas de atletismo.
Rhage y Vishous entraron el engranaje de alta velocidad, arrancando en una carrera mortal.
Tontamente, los civiles corrieron hacia un callejón. Tal vez esperaban desmaterializarse. Tal vez solo se asustaron tontamente. En uno u otro camino, habían aumentado drásticamente la probabilidad de morir. Aquí detrás, no había nadie alrededor debido a la fría lluvia, sin farolas y sin ninguna ventana en los edificios, no había nada que impidiera a los lessers hacer abiertamente su trabajo.
Rhage y V corrieron más rápidamente, sus botas pisaban pesadamente sobre los charcos, esparciendo el agua por todas partes. Cuando disminuyeron la distancia con los asesinos, miraron como iban a atraparlos antes de que cogieran a los civiles.
Rhage estaba a punto de agarrar al lesser de la derecha cuando una camioneta negra cortando el callejón por delante suyo, patinando sobre el asfalto mojado y luego haciendo tracción. La cosa frenó cuando uno de los lessers cogió a uno de los civiles. Con un rápido movimiento, los dos asesinos echaron al hombre en la parte trasera y luego dando la vuelta, se prepararon para luchar.
– Conseguiré el camión. -Gritó Rhage.
V fue hacia los asesinos mientras Rhage corría rápidamente. La camioneta había reducido la velocidad para recogerlos y sus neumáticos giraban fuera de control, dándole unos segundos extra. Pero justo cuando iba hacia la F 150, salió corriendo otra vez, pasando por delante de él. Con una oleada imponente, se lanzó por el aire, cogiendo el borde de la camioneta a tiempo.
Pero su agarradera resbaló sobre el metal mojado. Intentaba trepar para conseguir una mejor sujeción cuando la luneta trasera se bajó y un arma lo apuntó. Se agachó rápidamente, esperando escuchar el agudo ruido de la descarga de la bala. En cambio el civil, quien intentaba saltar, tiraba y agarraba su hombro. El hombre miró a su alrededor con turbación y luego cayó en un lento movimiento en la parte de atrás de la camioneta.
Rhage se rasgó los dedos con la camioneta, y se giró cuando cayó, aterrizando cara arriba. Cuando se echó y patinó sobre el pavimento, su abrigo de cuero lo salvó de quedar hecho trizas.
Se levantó y miró como la camioneta se alejaba por la esquina de la calle. Maldiciendo como un hijo de perra, no se quedó para afligirse por el fracaso, volviendo corriendo con V. La lucha había empezado y eso era bueno, los asesinos confiaban en sus habilidades, lejos de los reclutamientos. V estaba en marcha, su daga haciéndoles el numerito sobre los asesinos.
Rhage cayó sobre el primer lesser, enojado por haber perdido al civil en aquella camioneta, enloquecido con el mundo por Mary. Golpeó con el puño al bastardo, rompiéndole los huesos, abriéndose camino a través de la piel. Negra sangre lo salpicó en su propia cara, entrándole en los ojos. Pero no paró hasta que V lo apartó y lo empujó hacia atrás contra la pared del callejón.
– ¡Qué estás haciendo, joder! -Rhage tenía la mitad de la mente ida hacia V por que el hermano le bloqueaba su acceso hacia el asesino.
V lo sostuvo por las solapas de su trinchera y le dio a Rhage un buen golpe, como intentando que entrara en razón. -El lesser ya no se mueve. Está en el suelo y allí se está.
– ¡No te preocupes! – Luchaba por escaparse, pero V lo mantuvo en el lugar. Apenas.
– ¿Rhage? Vamos, habla conmigo. -¿Qué pasa? ¿Dónde estás, hermano?
– Sólo tengo que matarlo…necesito…- De alguna parte, el histerismo aparecía en su voz- Pero lo que ellos les hacen…los civiles no lo pueden soportar…tengo que matar…-Se estaba desmoronando, pero no podía parar la fractura. -Oh, Dios, Mary, ellos la quieren…se la llevaran como se llevaron a aquel civil, V. Ah, mierda, mi hermano… ¿Qué voy a hacer para salvarla?
– Shhh. tranquilo, Hollywood. Tranquilízate.
V sujetó con una mano el cuello de Rhage y acarició con su pulgar la yugular de Rhage. La hipnosis de la caricia lo relajó primero por pulgadas, luego por yardas.
– ¿Mejor?- Le preguntó V. -Sí, mejor.
Rhage suspiró y anduvo por los alrededores durante un minuto. Entonces regresó hacia el cuerpo del lesser. Rebuscó entre los bolsillos, encontrando una cartera, algo de dinero en efectivo, un arma.