– ¡Mary! ¿Qué estás haciendo aquí?
La humana parecía aturdida cuando levantó la mirada desde la hamaca donde se encontraba. Si bien hacía frío, solo llevaba un suéter y unos vaqueros.
– Oh…hey, hola. ¿Cómo estás?
Bella se arrodilló al lado de la mujer. -¿Ha terminado Vishous?
– ¿Con qué? -Mary se movió con rigidez cuando se sentó. -Oh, la alarma. No pensaba en ello. O al menos, nadie me lo había dicho y eso que todos miran en el mismo interior.
– ¿Cuánto hace que estás aquí fuera?
– No mucho tiempo. -Ella se frotó los brazos, luego sopló sobre sus manos. -Solo estaba mirando la puesta de sol.
Bella echó un vistazo hacia la casa, moviéndose con temor. -¿Rhage te recogerá pronto?
– Rhage no vendrá a por mí.
– ¿Entonces uno de los doggen?
Mary se estremeció cuando se levantó. -Jezz, realmente hace frío.
Cuando ella fue hacia el interior de la casa como un zombi, Bella la siguió. -Mary, ah…realmente no deberías quedarte aquí sola.
– Lo se. Calculé que estaría a salvo porque era de día.
– ¿Rhage o alguno de sus hermanos te han dicho que los lessers no podían estar al sol? Por que no estoy segura, pero pienso que pueden.
Mary se encogió. -Ellos no me han molestado, pero no soy estúpida. Me dirijo a un hotel. Solo tengo que recoger algunas cosas.
Excepto subir, ella vagó alrededor de la primera planta de su casa con una extraña clase de trastorno.
Estaba como en estado se shock, pensó Bella. Pero en cualquier caso el problema era, las dos realmente necesitaban irse como el infierno fuera de allí.
– Mary, ¿Por qué no vienes a cenar conmigo? -Ella miró hacia la puerta trasera. -Y, sabes, podrías quedarte conmigo hasta que Vishous acabe. Mi hermano tiene el lugar protegido hasta con alambre. Tiene una ruta de escape bajo tierra. Estoy a salvo y está lo suficiente mente lejos por si los vinieran buscándote, no pensarán que estás conmigo.
Ella se preparó para discutir, alineando los contrapuntos en su cabeza.
– Bien, gracias. -Dijo Mary. -Dame un minuto.
La mujer fue arriba y Bella se paseó por los alrededores, deseando tener un arma y saber como utilizarla.
Cuando la humana bajó con la bolsa cinco minutos más tarde, Bella suspiró.
– ¿Dónde está el abrigo? -Dijo ella, cuando fue hacia la puerta sin ninguno.
– Sí, un abrigo. -Mary dejó caer la bolsa, caminó hacia un armario y sacó una parka roja.
Cuando cruzaron juntas el prado, Bella intentó apresurar su paso.
– La luna está casi llena. -Dijo Mary mientras la hierba crujía bajo sus pies.
– Sí, lo está.
– Escucha, cuando estemos en tu casa, no quiero que llames a Rhage o a nadie. Él y yo…hemos separado nuestros caminos. No lo molestes por mí.
Bella se tragó su sorpresa. -¿Él no sabe que te has ido?
– No. Ya lo averiguará por sí mismo. ¿Vale?
Bella estuvo de acuerdo solo para mantener en movimiento los pies de Mary. -¿Puedo preguntarte una cosa?
– Desde luego.
– ¿Rompió él o fuiste tú?
Mary caminó en silencio durante un momento. -Yo lo hice.
– Um, te hizo, por casualidad… ¿Intimasteis los dos?
¿Si nosotros teníamos sexo? -Mary cambió la L.L. Bean de una mano a la otra. -Sí. Lo tuvimos.
– Cuando hicisteis el amor, ¿notaste una especie de fragancia sobre tu piel? Algo como oscuras especies…
– ¿Por qué me preguntas eso?
– Lo siento. No quería curiosear.
Estaban casi en la granja cuando Mary murmuró. -Fue la cosa más hermosa que jamás he olido.
Bella se guardó una maldición. No importaba lo que Mary pensara, el rubio guerrero vendría a por ella. Un hombre vinculado no dejaba marchar a su compañera. Nunca. Y eso se basaba en su experiencia con civiles.
Sólo podía imaginar lo que un guerrero haría si su mujer salía corriendo.
Rhage caminó por cada una de las habitaciones de la casa de Mary. En el cuarto de baño de arriba, encontró el armario del lavabo abierto. Dentro estaban alineados los artículos de aseo suplementarios, como las pastillas de jabón, los tubos de dentífrico, desodorante. Había huecos es las aseadas filas, como si hubiera cogido algunos.
Ella estaba en otro lugar, pensó él, mirando a través de la ventana. Si había ido a un hotel él probablemente estaba fastidiado, pero que ella sería lo bastante lista como para registrarse con un nombre diferente. Tal vez podría intentarlo en su trabajo…
Se concentró en la granja en el camino a través del prado. Las luces estaban encendidas dentro.
¿Habría ido a casa de Bella?
Rhage fue abajo y cerró. Una fracción de segundo más tarde él se materializó en el porche delantero de la casa de Bella y llamó a la puerta. Cuando Bella abrió, la mujer solo se apartó como si lo hubiera estado esperando.
– Ella está arriba.
– ¿Dónde?
– En el dormitorio delantero.
Rhage subió las escaleras de dos en dos. Una vez estuvo ante la puerta, no llamó, solo la abrió del todo. La luz del pasillo iluminó toda la habitación.
Mary estaba profundamente dormida sobre una enorme cama de bronce, llevaba un suéter y un par de tejanos que reconoció. Un edredón de patchwork estaba tirado sobre sus piernas y estaba medio vuelta sobre su estómago, sobre la mitad de su lado. Se veía completamente agotada.
Su primer instinto fue cogerla en brazos.
Se quedó de pie donde estaba.
– Mary.-Mantuvo la voz impersonal. -Mary. Despierta.
Sus pestañas se movieron, pero sólo suspiró y movió un poco la cabeza.
– Mary.
Oh, joder.
Se acercó a la cama y rebotó el colchón con sus manos. Esto consiguió atraer su atención. Se puso hacia arriba, sus ojos petrificados hasta que lo vio.
Y luego lo miró con confusión.
– ¿Qué estás haciendo aquí? – Ella se retiró el pelo de la cara.
– Sí, ¿tal vez quieras contestar a eso primero?
– No estoy en casa.
– No, no estás. Tú tampoco estás dónde deberías estar.
Ella se recostó contra las almohadas y él se hizo sumamente consciente de los oscuros círculos bajo sus ojos, la pálida línea de sus labios…y el hecho de que ella no luchaba contra él.
No preguntes, se dijo a sí mismo.
Ah, infiernos -¿Qué ha pasado esta tarde?
– Solo necesitaba estar sola un tiempo.
– No hablo de cómo huiste de Fritz. Nos pondremos con ello más tarde. Quiero saber sobre la visita con el doctor.
– Oh, sí. Eso.
Él la miró fijamente mientras ella jugueteaba con el borde del edredón. Cuando ella se quedó callada, él quiso gritar. Arrojar cosas. Incendiar algo.
– ¿Bien? – Él la forzó.
– No es que pensara que fueras indigno.
¿De qué estaba hablando? Ah, sí, aquella pequeña encantadora conversación “el cuidado de ella cuando estuviera enferma”. Hombre, ella estaba evitándolo.
– Cómo es de malo, Mary. Y no pienses en mentirme.
Sus ojos encontraron los suyos. -Quieren que la próxima semana comience la quimioterapia.
Rhage exhaló despacio. Bien, si esto no solo le desprendía la piel directamente.
Se sentó sobre el borde de un lado lejano de la cama y cerró con la mente la puerta. -¿Funcionará?
– Eso creo. Mi médico y yo vamos a encontrarnos en un par de días después de que hable con algunos colegas suyos. La cuestión más importante es cuánto más del tratamiento puedo tolerar, entonces tomaran una muestra de sangre para comprobar mi hígado y mis riñones. Les dije que aceptaré todo lo que me puedan dar.
Él se frotó la cara con su palma. -Jesucristo.
– Vi cómo moría mi madre. -Dijo ella suavemente. -Fue horrible. Ver como perdía sus facultades y aumentaba el dolor. Al final no era ella, no actuaba como ella. Se iba excepto que su cuerpo rehusaba dejar de hacer sus funciones básicas. No digo que esto sea hacia donde voy, pero va ser muy duro.