Maldita sea, le dolía el pecho. -¿Y no quieres que pase por esto?
– No, no quiero. No quiero que lo paséis ninguno de vosotros. Preferiría que me recordaras como estoy ahora. Preferiría que nos recordáramos como hemos estado. Voy a necesitar algunos lugares felices hacia donde volverme.
– Quiero estar allí contigo.
– Y yo no lo necesito. No voy a tener la energía para hacerle frente. Y el dolor…el dolor hace que la gente cambie.
Estoy seguro como el infierno que la hacía. Él parecía haber envejecido un siglo desde que la había encontrado.
– Oh, Rhage…-Cuando su voz dudó, se la aclaró bruscamente. Y él la despreció por tener necesitar tener tanto control. -Voy a…echarte de menos.
La miró sobre el hombro. Sabía que si intentaba abrazarla se largaría de la habitación, por lo que se agarró al borde del colchón. Y lo exprimió.
– ¿Qué estoy haciendo? -Ella sonrió torpemente. -Siento cagarte con todo esto. Se que has seguido adelante y todo eso.
– ¿Seguido adelante? – Él rechinó. -¿Cómo te has figurado eso?
– La mujer de anoche. De todos modos…
– ¿Qué mujer?
Cuando ella negó con la cabeza, él perdió los estribos. -Dios, maldita seas, ¿no puedes contestarme una pregunta sin ninguna mierda de lucha? Considéralo un tiro de compasión, una novedad. Me marcharé en unos momentos de todos modos, por lo que no tendrás de preocuparte de hacerlo otra vez.
Cuando sus hombros temblaron él sintió como el infierno por haberle gritado.
Pero antes de que le pudiera pedir perdón, ella le dijo, -Hablo de la mujer que llevaste a tu cama anoche…yo te esperaba. Quería decirte que estaba arrepentida…te vi entrar en tu habitación con ella. Mira, no lo he sacado para culparte ni nada de eso.
No, desde luego que no. Ella no quería nada de él. No quería su amor. No quería su apoyo. Ni siquiera sexo.
Él negó con la cabeza, su voz alicaída. Estaba tan cansado de dar explicaciones, pero lo hizo como un acto reflejo. – Era de Directrix Elegida. Nosotros hablamos de mi alimentación, Mary. Yo no tuve sexo con ella.
Él miró al suelo. Luego dejó la cama y puso su cabeza entre sus manos.
Hubo un silencio. -Lo siento, Rhage.
– Sí. Yo también.
Él oyó un ruido como si fuera hipo y abrió sus dedos de manera que pudo ver su cara por un agujero. Pero ella no lloraba. No, no Mary. Era demasiado fuerte para ello.
Él no lo era, sin embargo. Tenía lágrimas en sus ojos.
Rhage se aclaró la garganta y parpadeó. Cuando la volvió a mirar, ella lo miraba fijamente con ternura y el dolor que lo violentó.
Oh, estupendo. Ahora ella le tenía compasión por que era negligente y mierda. Hombre, si no la hubiera amado como la amaba, la abría odiado en ese momento.
Se levantó. E importándole un bledo la seguridad en su voz le dijo. -El sistema de seguridad de tu casa estará conectado con nosotros. Si fuera activado, yo…-él se corrigió- alguno de nosotros vendrá corriendo. Vishous se pondrá en contacto contigo cuando empiece y funcione.
Cuando el silencio se alargó, él se encogió. -Entonces…adiós.
Salió por la puerta y no se permitió el mirar hacia atrás.
Cuando llegó abajo, encontró a Bella en la sala de estar. El instante en que la mujer vio su cara, sus ojos se ampliaron desmesuradamente. Claramente se veía tan espantoso como se sentía.
– Gracias. -Dijo él, aunque no estaba seguro de qué le agradecía. -Y ya sabes, la Hermandad hará rondas por tu casa. Incluso después de que ella se marche.
– Es algo muy amable por vuestra parte.
Él asintió y no perdió el tiempo. En este punto era todo lo que podía hacer hasta poder llegar a la puerta sin partirse de par en par y aullar como un bebé.
Cuando se alejó de la casa y fue hacia el césped, no tenía ni idea de a dónde ir. Probablemente debería de llamar a Tohr, averiguar dónde estaban los otros hermanos, unirse a ellos.
En cambio se paró en el camino. Delante, la luna se elevaba sobre la línea de árboles y era llena, un gordo disco, brillando en la fría y despejada noche. Alargó su brazo hacia ella y la miró con un ojo cerrado. Brillando en su línea de visión, colocó la incandescencia lunar sobre la palma de su mano y mantuvo la aparición con cuidado.
Débilmente, escuchó un ruido palpitante que venía de la casa de Bella. Una especie de rítmico golpeteo.
Rhage miró hacia atrás cuando se hizo más fuerte.
La puerta delantera se abrió y Mary salió disparada de la casa, saltando del porche, sin perder tiempo en los pasos en el suelo. Corrió sobre la fría hierba con sus pies desnudos y se lanzó sobre él, agarrándose a su cuello con ambos brazos. Ella lo abrazó así de fuerte como su fuera a romperle la columna vertebral.
Sollozaba. Gritaba. Lloraba con tanta fuerza que todo su cuerpo temblaba.
No le hizo preguntas, solo la abrazó.
– No estoy bien.-Dijo ella con voz ronca entre respiraciones. -Rhage…No estoy bien.
Él cerró los ojos y la mantuvo abrazada.
Capítulo 35
O levantó la cubierta de red del tubo de alcantarilla y enfocó la linterna hacia el agujero. El joven hombre que había dentro era el que habían cogido la noche anterior con el camión. La cosa estaba viva, habiendo sobrevivido al día. El lugar de almacenaje había funcionado maravillosamente.
La puerta del centro se abrió de golpe. El Sr. X caminó, las botas golpeando y los ojos avizores. -¿Está vivo?
O asintió y colocó la cubierta de red en su lugar. -Sí.
– Bien.
– Iba a sacarlo otra vez.
– No ahora mismo. Quiero que visites a estos miembros. -El Sr. X le entregó una hoja de papel con siete direcciones en ella. -Los registros de correo electrónico son eficientes, pero las confirmaciones no eran fiables. Consigo las confirmaciones de estos Betas, pero cuando me dirijo a sus escuadrillas, escucho informes de que nadie los ha visto durante días o más tiempo.
El instinto le dijo a O que fuera con cuidado. ¿El Sr. X lo estaba acusando de matar Betas en el parque y ahora el Fore-lesser quería que lo comprobara?
– ¿Hay algún problema Sr. O?
– No. Ningún problema.
– Y otra cosa. Tengo tres nuevos reclutas. Los he traído. Sus iniciaciones ocurrirán a lo largo de la próxima semana y media. ¿Quiere venir? Ver las líneas de la banda proporciona un verdadero espectáculo.
O negó con la cabeza. -Más vale que me concentre aquí.
El Sr. X sonrió. -¿Preocupado de que Omega se distraiga con sus encantos?
– Omega no se distrae con nada.
– Usted está muy equivocado. No puede dejar de hablar de usted.
O sabía que había una buena posibilidad de que el Sr. X le jodiera con su cabeza, pero su cuerpo no tenía la misma confianza. Se le aflojaron las rodillas y un sudor frío apareció.
– Comenzaré con la lista ahora. -Dijo él yendo a por su chaqueta y llaves.
Los ojos de X brillaron. -Hágalo, hijo, vaya directamente. Voy a jugar con nuestro visitante un poco.
– Todo lo que guste. Sensei.
– Entonces esta es ahora mi casa. -Mary murmuró cuando Rhage cerró la puerta del dormitorio.
Ella sintió sus brazos de él alrededor de su cintura, y la apretó cuando su cuerpo. Cuando ella miró el reloj, comprendió que solo hacía una hora y media desde que habían abandonado la casa de Bella, pero toda su vida había cambiado.
– Sí, esta es tu casa. Nuestra casa.
Las tres cajas alienadas contra la pared estaban llenas con su ropa, sus libros favoritos, algunos DVD, unas fotos. Con Vishous, Butch y Fritz que la habían ayudado, no le había costado mucho tiempo el recoger algunas cosas, utilizando el Escalade de V y siendo conducidos de vuelta la mansión. Más tarde ella y Rhage regresarían para finalizar el trabajo. Y por la mañana llamaría a la oficina de abogados y los dejaría. También buscaría un agente inmobiliario y vendería la granja.