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– ¿Conseguiste otro? – Le preguntó U cuando entro dentro.

– Sí. -O hizo un alarde al examinar el otro agujero, con el hombre que el Sr. X había estado trabajando la noche anterior. El civil estaba cambiando de posición en le tubo, pareciendo un poco asustado, maullando ruidos.

– Entonces vamos a poder trabajar sobre la captura fresca. -Dijo U.

O puso la bota sobre la cubierta de la mujer. -Este es mío. Alguien la toca y les arranco la piel con los dientes.

– ¿Ella? Excelente Sensei estará contento.

– Usted no dirá nada sobre esto. ¿Nos entendemos?

U frunció el ceño, luego se encogió de hombros. -Claro. Lo que sea, hombre. Pero usted sabe que él lo averiguará tarde o temprano. Cuando lo haga, solo piense que no vino de mí.

O podía ver que U mantendría el secreto y con un impulso le dio la dirección al asesino de la granja en al que había estado. Un pequeño favor a cambio de la integridad del lesser.

– El nombre de la mujer que vive allí es Mary Luce. Fue vista con un hermano. Vaya a por ella, hombre.

U asintió. – Lo haré, pero está cerca el alba y necesito dormir. He estado levantado durante dos noches demasiado tiempo y me estoy debilitando.

– Entonces mañana. Ahora déjenos.

U ladeó la cabeza y echó un vistazo al tubo del agujero. -¿Nosotros?

– Joder, salga de aquí, U.

U salió y O escuchó como el sonido del coche del lesser se desvanecía.

Satisfecho, miró hacia la cubierta de red. Y no pudo dejar de sonreír.

Capítulo 43

Rhage no volvió a la casa principal hasta las cinco de la tarde. Mientras caminaba por el túnel, no hizo ningún ruido. Se había quitado los zapatos porque se le habían empapado y después olvidó dónde los había dejado.

Era un cable vivo, le quemaba un rugido del que no podía deshacerse no importaba lo agotado que estuviera o cuantas pesas levantara o cuanto corriera. En este punto, ni siquiera era de consideración, que no podía imaginarse teniendo sexo con cien mujeres diferentes ya que no lo rebajaría.

No tenía ninguna escapatoria, pero tenía que dirigirse a Mary. Temía decirle que había sido condenado hacía un siglo y no tenía ninguna idea de cómo explicarle que la bestia quería tener sexo con ella. Pero ella tenía que saber por qué se había mantenido alejado.

Se preparó y abrió la puerta del dormitorio. Ella no estaba allí.

Fue abajo y se encontró con Fritz en la cocina.

– ¿Has visto a Mary? – Le preguntó, haciendo todo lo posible por mantener el nivel de su voz.

– Sí, señor. Ha salido.

A Rhage se le heló la sangre. – ¿A dónde iba?

– Ella no lo dijo.

– ¿Se llevó algo con ella? ¿El bolso? ¿Una bolsa de viaje?

– Un libro. Un bollo. Una parka.

Fuera. Rhage corrió por el túnel subterráneo y estuvo en el Pit en medio minuto. Golpeó sobre la puerta.

Vishous se tomó su maldito tiempo para contestar, iba vestido con unos boxer cortos y fijó la cabeza cuando dijo. -Qué el…

– Mary ha salido de la casa. Sola. Necesito encontrarla.

V se frotó los ojos y lo miró intentando concentrarse. Fue hacia su ordenador, viendo cada imagen del exterior que tenía, y la encontró sentada al sol en la puerta de la calle de la mansión. Era astuta. Si algo le pasara, sería capaz de entrar en el vestíbulo en un momento.

Rhage suspiró. -¿Cómo haces para que esta cosa se mueva acercándose más?

– Uso el zoom con el botón de la derecha del ratón.

Rhage centró la imagen. Ella estaba alimentando a un par de gorriones, lanzándoles trocitos del bollo. Cada vez que levantaba la cabeza, miraba a su alrededor. La sonrisa confidencial en su cara, solo una leve elevación de sus labios.

Él tocó la pantalla, acariciando su cara con las yemas de sus dedos. -Sabes, te equivocaste, mi hermano.

– ¿Lo hice?

– Ella es mi destino.

– ¿Dije que no lo fuera?

Rhage lo miró sobre todo el equipo del ordenador, concentrándose en el ojo tatuado de V. -No soy su primer amante. Me dijiste que mi destino era una virgen. Por lo cual te has equivocado.

– Nunca me equivoco.

Rhage frunció el ceño, rechazando de primera mano la idea de que alguna otra mujer significaría o tomaría el lugar de Mary en su corazón.

Hombre, que se joda el destino si iba a intentar que amara a alguien más. Y al diablo con los pronósticos de V.

– Debe de ser agradable saberlo todo. -Refunfuñó él. -O al menos pensar que lo sabes.

Mientras se giraba para dirigirse al túnel, su brazo fue agarrado con fuerza.

Los diamantinos ojos de V, por lo general tan tranquilos, se habían estrechado y se había cabreado. -Cuando digo que no me equivoco, no lo hago por mi ego. Ver el futuro es una maldita maldición, mi hermano. ¿Crees que me gusta saber cuando se va a morir todo el mundo?

Rhage retrocedió y Vishous sonrió con frialdad. -Sí, cómetelo. Y luego comprende que la única cosa que no se es cuando, por lo que no os puedo salvar a ninguno. Ahora, ¿quieres decirme por qué debería fanfarronear sobre mi maldición?

– Oh, Dios…mi hermano. Lo siento…

V sopló su aliento. -De acuerdo. Mira, ¿por que no vas con tu mujer? Ha estado pensando en ti toda la tarde. No te ofendas, pero me canso de oír su en mi cabeza.

*****

Mary se recostó más contra las grandes puertas de cobre y acero y levantó la vista. En lo alto, el cielo era una extensión brillante azul, el aire seco y vigorizante después de la extraordinaria y temprana nevada de la noche anterior. Antes de que el sol se pusiera, quería caminar por las tierras, pero el calor que atravesaba su parka la volvía letárgica. O tal vez solo estaba agotada. No había sido capaz de dormir después de que Rhage abandonara la habitación, había pasado todo el día esperando que volviera.

No tenía ninguna idea de lo que había pasado anoche. No estaba segura de lo que había visto o que pensaba que lo había hecho. Por todos los santos, los tatuajes no se levantaban de la piel de nadie. Y no se movían. Al menos, no en su mundo.

Rhage no había sido la única razón de su insomnio. Era hora de averiguar lo que los doctores iban a hacerle. La cita con la Dra. Delia Croce era mañana y cuando hubiera terminado, sabría lo malos que iban a ser los tratamientos.

Dios…Quería hablar con Rhage sobre todo para lo que tendría que prepararse.

Cuando el sol bajó por debajo de la línea de los árboles, el frío se instaló en ella.

Se levantó, se estiró y luego pasó por el primer juego de puertas hacia el vestíbulo. Cuando se cerraron, ella mostró su cara hacia la cámara y el juego del interior se abrió.

Rhage estaba sentado en el suelo al lado de la entrada. Se levantó despacio. -Hola. He estado esperándote.

Ella sonrió torpemente, cambiando su libro hacia delante y hacia atrás entre sus manos. – Quería decirte dónde estaba. Pero te olvidaste del móvil cuando tú…

– Mary, escucha, sobre anoche…

– Espera, antes de comenzar con eso. -Ella le cogió la mano. Tomó una profunda respiración. -Mañana voy al hospital. Para la consulta de antes de los tratamientos.

Su ceño fruncido se volvió muy profundo, sus cejas se encontraban en medio de su frente. -¿Qué hospital?

– San Francis.

– A qué hora.

– Por la tarde.

– Quiero que alguien vaya contigo.

– ¿Un doggen?

Él negó con la cabeza. -Butch. El poli es bueno con las armas y no quiero que vayas sin protección. Mira, ¿podemos ir arriba?

Ella asintió y él le tomó la mano, conduciéndola hasta el segundo piso. Cuando estuvieron en su dormitorio, é se paseaba sin cesar, mientras ella se sentó sobre la cama.

Cuando ellos hablaron de la cita con el doctor, resultó que la preparación de él era más bien la preparación de ella. Y luego se quedaron en silencio.