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– ¿Rhage? ¿Rhage, qué pasa?

Su voz pareció llamar su atención.

– Qué estás…-Él se paró. Sacudió la cabeza como si intentara aclararse la vista. -¿Qué estás haciendo aquí?

– ¡Estoy curada! ¡Es un milagro!

Cuando ella fue corriendo, él saltó apartándose se su camino, sosteniendo sus manos y mirando en los alrededores desesperadamente. -¡Sal! ¡Ella te matará! ¡Te llevará de regreso! ¡Oh, Dios, aléjate de mí.

Mary se paró. -¿De qué estás hablando?

– !Aceptaste el regalo, verdad!

– ¿Cómo haces…como sabes de ese extraño sueño?

¡Tomaste el regalo!

Jesús. Rhage estaba completamente perdido. Negando, desnudo, sangrando de las espinillas y blanco como la piedra caliza.

– Cálmate, Rhage. -Chico, esta no era la conversación que había imaginado que tendrían. -No se nada de ningún regalo!Pero escucha esto! Me dormí mientras me ponían otro MRI y algo le pasó a la máquina. Explotó o algo, adivino, no se, ellos dijeron que había algún destello de luz. De todos modos, cuando me llevaron arriba, analizaron la sangre y estaba perfecta. ¡Perfecta! ¡Estoy limpia! Nadie sabe lo que ha pasado. Parece que la leucemia ha desaparecido y mi hígado mejoró. ¡Ellos me han llamado un milagro médico!

Vertía felicidad. Hasta que Rhage le agarró las manos y las exprimió con tal fuerza que le hizo daño.

– Tienes que irte. Ahora.

No me puedes reconocer. Tienes que irte. Nunca vuelvas aquí otra vez.

– ¿Qué?

Él comenzó a sacarla de la habitación y la arrastró cuando se opuso.

– ¿Qué estás haciendo? Rhage, no haré…

– ¡Tienes que irte!

– Guerrero, puedes parar ahora.

La irónica voz femenina los paró a ambos.

Mary miró sobre su hombro. Una pequeña figura cubierta de negro estaba en una esquina de la habitación, la luz encendida bajo el suelto traje.

– Mi sueño. -susurró Mary. -Usted era la mujer de mi sueño.

Los brazos de Rhage la aplastaron cuando la colocó alrededor de su cuerpo, y luego la empujó apartándola.

– No, no fui a ella, Scribe Virgin. Lo juro, no lo hice…

– Descansa, guerrero. Sé que mantuviste el acuerdo. -La pequeña figura flotó hacia ellos, no caminaba, solo se movía por la habitación. -Y todo está bien. Tú solo dejaste fuera un pequeño detalle sobre la situación, algo que yo no sabía hasta que me acerqué a ella.

– ¿Qué?

– No lograste decirme que ella no podía tener niños.

Rhage miró a Mary. -No lo sabía.

Mary asintió y se abrazó a sí misma. -Es verdad. Soy estéril. Por los tratamientos.

Las negras ropas se movieron. – Ven aquí mujer. Te tocaré ahora.

Mary dio un paso hacia delante aturdida cuando la mano encendida apareció entre la seda. La reunión de sus palmas causó una caliente electrificación.

La voz de la mujer era baja y fuerte. -Lamento que tú capacidad reproductiva te haya sido quitada. La alegría de mi creación me sostiene siempre y tomo el gran dolor de que nunca sostendrás la carne de tu carne en tus brazos, al que no verás mirarte fijamente a la cara, que nunca mezclarás tu naturaleza esencial con la del hombre que amas. Lo que has perdido es un gran sacrificio. Quitarte al guerrero también…es demasiado. Como te dije, te doy la vida eterna hasta que decidas ir al Fade por tu propia voluntad. Y tengo el presentimiento de que esta opción tomada cuando sea el turno de este guerrero de dejar la tierra.

La mano de Mary fue liberada. Y toda la alegría que había sentido la agotó. Quería llorar.

– Oh, infiernos. -Dijo ella. -¿Todavía estoy soñando verdad? Yo debería haber sabido…

Baja, una risa femenina salió de entre las ropas. -Ve con tu guerrero, mujer. Siente el calor de su cuerpo y sepa que es verdadero.

Mary se dio la vuelta. Rhage miraba a la figura con incredulidad también.

Ella dio un paso hacia él, abrazándolo, escuchando el bombear de su corazón en su pecho.

La negra figura desapareció y Rhage comenzó a hablar en la antigua lengua, palabras que salían tan rápidas de su boca que no las hubiera entendido aunque hubieran sido en inglés.

Rezos, pensó ella…él estaba rezando.

Cuando finalmente terminó, la miró. -Permíteme besarte, Mary.

– Espera, por favor ¿dime lo que ha pasado? ¿Y quién es ella?

– Más tarde. No puedo…no pienso con claridad ahora mismo. En realidad, más vale que me acueste durante un minuto. Me parece que voy a desmayarme y no quiero caer sobre ti.

Ella colocó su pesado brazo sobre sus hombros y lo agarró alrededor de la cintura. Cuando se inclinó sobre ella, ella gruñó por el peso.

En cuanto Rhage estuvo acostado, él se arrancó las tiras blancas de su cuello y de sus muñecas. Fue entonces que ella vio que algo brillante se había mezclado con la sangre sobre sus espinillas. Ella miró la losa negra. Había pedacitos sobre ello, como el cristal ¿o diamantes? Dios, él había estado arrodillado sobre ellos. No era nada de asombrar que se hubiera cortado con la materia prima.

– ¿Qué estabas haciendo? -Le preguntó ella.

– Luto.

– ¿Por qué?

– Después. – La colocó encima de él y la abrazó con fuerza.

Sintiendo su cuerpo bajo el suyo, ella se preguntó si era posible que los milagros pasaran de verdad. Y no de esa clase de-acabo-de-tener-buena-suerte, pero la misticidad, era una variedad incomprensible. Pensó en los doctores corriendo alrededor de sus análisis de sangre y sus tablas. Sintiendo el choque de electricidad a través de su brazo y en su pecho cuando la negra figura la había tocado.

Y pensó en los rezos desesperados que había lanzado al cielo.

Sí, decidió Mary. Los Milagros pasaban realmente en el mundo.

Ella comenzó a reír y a llorar al mismo tiempo y tomó la reacción calmada de Rhage ante el arrebato.

Un poco más tarde ella le dijo. -Sólo mi madre podía haber creído en esto.

– ¿Creído qué?

– Mi madre era una buena católica. Tenía Fe en Dios, la salvación y la vida eterna. -Lo besó en el cuello. -Entonces ella habría creído en todo esto al instante. Y habría estado convencida de que la madre de Dios había estado bajo aquellas ropas negras en este momento.

– En realidad era la Scribe Virgin. Quien es muchas cosas, pero no la madre de Jesús. Al menos, no tal como funciona nuestro léxico.

Ella levantó su cabeza. -Sabes, mi madre siempre me decía que me salvaría tanto si creía en Dios o no. Estaba convencida de que no podía alejarme de la Gracia debido a como me llamó. Decía que siempre que alguien me llamara o escribiera mi nombre o pensara en mí, me protegería.

– ¿Tú nombre?

– Mary. Ella me llamó así por la Virgen María.

La respiración de Rhage se paró. Y luego rió suavemente.

– ¿Qué es tan gracioso?

Sus ojos verde azulados brillaban, relucían. -Es solo que V…bueno, V nunca se equivoca. Oh, Mary, mi hermosa virgen ¿dejarás que te ame mientras viva? Cuando vaya al Fade ¿vendrás conmigo?

– Sí.-Ella le acarició la mejilla. -¿Pero no te importa que no pueda tener a tus hijos?

– En lo más mínimo. Te tengo, eso es todo lo que importa.

– Sabes. -Murmuró ella -Siempre existe la adopción. ¿Los vampiros adoptan?

– Pregúntale a Tohrment y a Wellsie. Ya puedes contra en que John es como un hijo propio. -Rhage sonrió. -Quieres un bebé, te conseguiré uno. Sabes, yo podría ser un buen padre.

– Creo que serás más que bueno.

Cuando ella se inclinó para besarlo, él la detuvo. -Ah, hay otra cosa.

– ¿Qué?

– Bueno, estamos pegados a la bestia. Negocié con la Scribe Virgin…

Mary se apartó. -¿Negociaste?

– Tenía que hacer algo para salvarte.

Ella lo miró fijamente, atontada y luego cerró los ojos. Puso los engranajes en movimiento, él la había salvado.

– Mary, tenía que negociar con algo…