Wrath soltó una risa corta.-Tienes que seguir trayendo a mi shellan a ello, ¿verdad?
– Mira, mi señor, Mary es…diferente a mi. No pretendo que lo entiendas. Todo lo que sé, es que ella hace palpitar mi pecho de una manera que no puedo ignorar…infiernos, que no quiero ignorar. Entonces la idea de abandonarla a la merced de la Sociedad no es simplemente una opción. En lo que se refiere a ella, cada instinto protector que tengo me abruma y no puedo apartar esa mierda. Ni siquiera por la Hermandad.
Rhage se calló y pasaron varios minutos. Horas. O tal vez solo un par de latidos del corazón.
– Si permito que se quede aquí, -dijo Wrath -es sólo por que tú la ves como tu compañera y solo si ella puede conservar su boca cerrada. Y todavía tenemos que tratar el hecho de que violaste las órdenes de Tohr. No puedo permitirlo. Tendré que traer a la Scribe Virgin.
Rhage flaqueó de alivio.-Aceptaré las repercusiones.
– Que así sea. -Wrath fue detrás del escritorio y se sentó. -Tenemos que hablar de algunas otras cosas, mis hermanos. Tohr, te toca.
Tohrment se avanzó.
– Malas noticias. Tuvimos noticias de una familia civil. Un hombre, diez años fuera de su transición, desapareció anoche de la ciudad. He enviado un correo electrónico a la comunidad que informa a cada uno de ellos que deberán extremar la precaución cuando salgan y que si alguien desaparece es necesario que lo comunique inmediatamente. También, Butch y yo hemos estado hablando. El poli tiene una buena cabeza sobre los hombros. ¿Alguien tiene algún problema si le hablo un poco sobre nuestro negocio? -Cuando las cabezas negaron, Tohr se concentró en Rhage. -Ahora explícanos que pasó anoche en el parque.
Después de que Rhage se marchara y cuando se sintió lo suficientemente estable para estar de pie, Mary salió de la cama y comprobó la puerta. Estaba cerrada y sólida, entonces se sintió completamente a salvo. Cuando vio un interruptor en la pared, lo apretó, iluminando el cuarto.
Santa…casa de Windsor.
Cortinas de seda colgaban de las ventanas franjas de oro y rojos. El satén y el terciopelo adornaban una enorme cama Jacobea, los postes de la cual deben haber sido hechos de troncos enteros de roble. Había una alfombra Aubusson en el suelo, óleos en todas las paredes…
Buen señor, ¿aquella Madonna y niño eran realmente de Rubens?
Pero todas las cosas no eran de Sotheby. Había una TV de pantalla de plasma, bastante equipo estéreo para hacer el intermedio de la Super-Bowl, un ordenador digno de la NASA. Y una X-box en el suelo.
Ella vagó por las estanterías, donde volúmenes encuadernados en cuero en idiomas extranjeros estaban de pie y orgullos. Estudió los títulos con apreciación hasta que entró en la colección de DVDs…
Oh, la humanidad.
El set de Austin Powers. Aliens y Alien. Tiburón. Las tres Naked Guns. Godzilla. Godzilla. Godzilla…espera, el resto de aquel anaquel entero era Godzilla. Fue un poco más abajo, Viernes trece, Halloween, Pesadilla en Elm Street. Bien, al menos no se había molestado con las secuelas. Caddy-shack, The evil dead embalado en pack.
Era una maravilla que Rhage no se hubiese cegado del todo con toda aquella cultura pop.
Mary entró en el cuarto de baño y encendió las luces. Un Jacuzzi de mármol del tamaño de su sala de estar estaba en el suelo.
Esta es una verdadera belleza, pensó ella.
Oyó que se habría la puerta y se sintió aliviada cuando Rhage la llamó por su nombre.
– Estoy aquí revisando tu bañera. -Ella caminó hacia el dormitorio. -¿Qué ha pasado?
– Todo está bien.
– ¿Estás seguro sobre eso? Quería preguntarle ella. Por que él estaba tenso y preocupado cuando entró caminando hacia el armario.
– No te preocupes, puedes quedarte aquí.
– ¿Pero…?
– Nada de peros.
– Rhage, ¿Qué va a pasar?
– Tengo que salir con mis hermanos esta noche. – Volvió sin su abrigo y la condujo hacia la cama colocándola a su lado cuando él se sentó. -Los doggen, nuestros criados, saben que estás aquí. Son increíblemente leales y amistosos, nada que te asuste. Fritz, es quien controla la casa, te traerá algo de comida. Si necesitas algo, sólo pregúntaselo. Volveré al amanecer.
– ¿Estaré aquí encerrada hasta entonces?
Él negó con la cabeza y se levantó.
– Eres libre de moverte por los alrededores de la casa. Nadie te tocará. -Él cogió una hoja de papel de una caja de cuero y escribió sobre ella. -Aquí está mi número de móvil. Llámame si me necesitas yo estaré aquí en un momento.
– ¿Tienes un tele-transporte oculto en algún lado?
Rhage la miró y desapareció.
Nada como dejar-la-habitación-muy-rápidamente desaparecido. Pero poof! Desaparecido.
Mary saltó de la cama, aguantando un grito de alarma con la mano.
Los brazos de Rhage le dieron la vuelta. -En un momento.
Ella le agarró las muñecas, apretándole los huesos para asegurarse de que no estaba alucinando.
– Este es un truco infernal.- Su voz era fina. -¿Qué más tienes bajo el sombrero?
– Puedo girar y encender cosas. -La habitación se sumergió en la oscuridad. -Puedo encender velas.-Dos de ellas llamearon sobre su aparador. -Y practico con cerraduras y chismes.
Ella escuchó el chasquito del cerrojo de la puerta hacia delante y hacia atrás, y luego el armario se abrió y cerró.
– Oh, y puedo hacer algo realmente grande con mi lengua y el tallo de una cereza.
Le dio un beso en la base del cuello y se dirigió hacia el cuarto de baño. La puerta se cerró y oyó el sonido de la ducha.
Mary se quedó congelada donde estaba, su mente saltaba como una aguja en el registro de un LP. Mirando la colección de DVD, decidió que había algo para ser dicho sobre la evasión. Especialmente cuando una persona tenía demasiadas rarezas, demasiadas reorientaciones, demasiado…todo.
Cuando Rhage salió un rato más tarde, afeitado, oliendo a jabón, con una toalla alrededor de sus caderas, ella se apoyó sobre la cama, Austin Powers y el Miembro de Oro estaba en la TV.
– Hey, ese es un clásico. -Él se rió y miró hacia la pantalla.
Ella se olvidó de la película cuando miró aquellos amplios hombros, los músculos de sus brazos, la toalla siguiendo la forma de su culo. Y el tatuaje. Aquella retorcida, feroz criatura de blancos ojos.
– Gemelos, Basil, gemelos. -Rhage dijo con un cronometraje y una entonación perfectas.
Él le guiñó un ojo a ella y entró en el armario…
Contra sus mejores instintos, ella lo siguió, y se inclinó sobre el marco, intentando parecer casual. Rhage estaba de espaldas cuando se puso un par de pantalones de cuero negro, de comando. El tatuaje se movió con él cuando él cerró la bragueta.
Un suave suspiro se le escapó de la boca. Que hombre. Vampiro. Cualquier cosa.
Él la miró sobre el hombro. -¿Estás bien?
En realidad, ella se sentía caliente por todas partes.
– ¿Mary?
– Estoy bien y estupenda. -Bajando la mirada, se interesó por la colección de zapatos alineados en el suelo. -La verdad es que voy a tratar de medicarme con tu colección de películas hasta que esté en un coma cultural.
Cuando él se inclinó para ponerse los calcetines, sus ojos se pegaron a su piel. Toda aquella desnuda, lisa, dorada…
– Sobre los arreglos para dormir. -Dijo él. -Sólo me quedaré en el suelo.
Pero ella quería estar en aquella enorme cama con él, pensó.
– No seas tonto, Rhage. Ambos somos adultos. Y aquella cosa es lo bastante grande como para que duerman seis.
Él vaciló. -Bien. Prometo no roncar.
¿Y como no poner la manos sobre ti, tampoco?
Él se puso una camisa negra de manga corta y empujó sus pies en un par de Timberlands. Entonces hizo una pausa, mirando hacia una cabina metálica de suelo a techo que había en la pared del armario.