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Wisława Szymborska

Antologia

A MI CORAZÓN EL DOMINGO

Gracias te doy, corazón mío, por no quejarte, por ir y venir sin premios, sin halagos, por diligencia innata.
Tienes setenta merecimientos por minuto. Cada una de tus sístoles es como empujar una barca hacia alta mar en un viaje alrededor del mundo.
Gracias te doy, corazón mío, porque una y otra vez me extraes del todo, y sigo separada hasta en el sueño.
Cuidas de que no me sueñe al vuelo, y hasta el extremo de un vuelo para el que no se necesitan alas.
Gracias te doy, corazón mío, por haberme despertado de nuevo, y aunque es domingo, día de descanso, bajo mis costillas continúa el movimiento de un día laboral.

De "Mil alegrías -Un encanto-", 1967

AGRADECIMIENTO

Debo mucho a quienes no amo.
El alivio con que acepto que son más queridos por otro.
La alegría de no ser yo el lobo de sus ovejas.
Estoy en paz con ellos y en libertad con ellos, yeso el amor ni puede darlo ni sabe tomarlo.
No los espero en un ir y venir de la ventana a la puerta. Paciente casi como un reloj de sol entiendo lo que el amor no entiende; perdono lo que el amor jamás perdonaría.
Desde el encuentro hasta la carta no pasa una eternidad, sino simplemente unos días o semanas.
Los viajes con ellos siempre son un éxito, los conciertos son escuchados, las catedrales visitadas, los paisajes nítidos.
Y cuando nos separan lejanos países son países bien conocidos en los mapas.
Es gracias a ellos que yo vivo en tres dimensiones, en un espacio no-lírico y no-retórico, con un horizonte real por lo móvil.
Ni siquiera imaginan cuánto hay en sus manos vacías.
"No les debo nada", diría el amor sobre este tema abierto.

De "El gran número" 1976

AMOR A PRIMERA VISTA

Ambos están convencidos de que los ha unido un sentimiento repentino. Es hermosa esa seguridad, pero la inseguridad es más hermosa.
Imaginan que como antes no se conocían no había sucedido nada entre ellos. Pero ¿qué decir de las calles, las escaleras, los pasillos en los que hace tiempo podrían haberse cruzado?
Me gustaría preguntarles si no recuerdan – quizá un encuentro frente a frente alguna vez en una puerta giratoria, o algún "lo siento" o el sonido de "se ha equivocado" en el teléfono-, pero conozco su respuesta. No recuerdan.
Se sorprenderían de saber que ya hace mucho tiempo que la casualidad juega con ellos,
una casualidad no del todo preparada para convertirse en su destino,
que los acercaba y alejaba, que se interponía en su camino y que conteniendo la risa se apartaba a un lado.
Hubo signos, señales, pero qué hacer si no eran comprensibles. ¿No habrá revoloteado una hoja de un hombro a otro hace tres años o incluso el último martes?
Hubo algo perdido y encontrado. Quién sabe si alguna pelota en los matorrales de la infancia.
Hubo picaportes y timbres en los que un tacto se sobrepuso a otro tacto. Maletas, una junto a otra, en una consigna. Quizá una cierta noche el mismo sueño desaparecido inmediatamente después de despertar. Todo principio no es mas que una continuación, y el libro de los acontecimientos se encuentra siempre abierto a la mitad.

De "Fin y principio". 1993

BAJO UNA PEQUEÑA ESTRELLA

Que me disculpe la coincidencia por llamarla necesidad. Que me disculpe la necesidad, si a pesar de ello me equivoco. Que no se enoje la felicidad por considerarla mía. Que me olviden los muertos que apenas si brillan en la memoria. Que me disculpe el tiempo por el mucho mundo pasado por alto a cada segundo. Que me disculpe mi viejo amor por considerar al nuevo el primero. Perdonadme, guerras lejanas, por traer flores a casa. Perdonadme, heridas abiertas, por pincharme en el dedo. Que me disculpen los que claman desde el abismo el disco de un minué. Que me disculpe la gente en las estaciones por el sueño a las cinco de la mañana. Perdóname, esperanza acosada, por reírme a veces. Perdonadme, desiertos, por no correr con una cuchara de agua. Y tú, gavilán, hace años el mismo, en esta misma jaula, inmóvil mirando fijamente el mismo punto siempre, absuélveme, aunque fueras un ave disecada. Que me disculpe el árbol talado por las cuatro patas de la mesa. Que me disculpen las grandes preguntas por las pequeñas respuestas. Verdad, no me prestes demasiada atención. Solemnidad, sé magnánima conmigo. Soporta, misterio de la existencia, que arranque hilos de tu cola. No me acuses, alma, de poseerte pocas veces. Que me perdone todo por no poder estar en todas partes. Que me perdonen todos por no saber ser cada uno de ellos, cada una de ellas. Sé que mientras viva nada me justifica porque yo misma me lo impido. Habla, no me tomes a mal que tome prestadas palabras patéticas y que me esfuerce después para que parezcan ligeras.

CÁLCULO ELEGÍACO

Cuántos de los que he conocido (si de verdad los he conocido) hombres, mujeres (si esta división sigue vigente), han atravesado este umbral (si esto es un umbral), han cruzado este puente (si se puede llamar puente). Cuántos después de una vida más corta o más larga (si para ellos en eso sigue habiendo alguna diferencia), buena porque ha empezado, mala porque ha acabado (si no prefirieran decirlo al revés), se han encontrado en la otra orilla (si se han encontrado y si la otra orilla existe).
No me es dado saber cuál fue su destino (ni siquiera si se trata de un solo destino, y si es todavía destino). Todo (si con esta palabra no lo delimito) ha terminado para ellos (si no lo tienen por delante).
Cuántos han saltado del tiempo en marcha y se pierden a lo lejos con una nostalgia cada vez mayor. (si merece la pena creer en perspectivas). Cuántos (si la pregunta tiene algún sentido, si se puede llegar a la suma final antes de que el que cuenta se cuente a sí mismo) han caído en el más profundo de los sueños (si no hay otro más profundo). Hasta la vista. Hasta mañana. Hasta la próxima. Ya no quieren (si es que no quieren) repetirlo. Condenados a un interminable (si no es otro) silencio. Ocupados sólo con aquello (si es sólo con aquello) a lo que los obliga la ausencia.