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De "Fin y principio", 1993

DEL MONTÓN

Soy la que soy, casualidad inconcebible como todas las casualidades. Otros antepasados podrían haber sido los míos y yo habría abandonado otro nido, o me habría arrastrado cubierta de escamas de debajo de algún árbol. En el vestuario de la naturaleza hay muchos trajes. Traje de araña, de gaviota, de ratón de monte. Cada uno, como hecho a medida, se lleva dócilmente hasta que se hace tiras. Yo tampoco he elegido, pero no me quejo. Pude haber sido alguien mucho menos personal. Parte de un banco de peces, de un hormiguero, de un enjambre, partícula del paisaje sacudido por el viento. Alguien mucho menos feliz criado para un abrigo de pieles o para una mesa navideña, algo que se mueve bajo un cristal de microscopio. Árbol clavado en la tierra, al que se aproxima un incendio. Hierba arrollada por el correr de incomprensibles sucesos. Un tipo de mala estrella que para algunos brilla. ¿Y si despertara miedo en la gente, o solo asco, o sólo compasión? ¿Y si hubiera nacido no en la tribu debida y se cerraran ante mí los caminos? El destino hasta ahora, ha sido benévolo conmigo. Pudo no haberme sido dado recordar buenos momentos. Se me pudo haber privado de la tendencia a comparar. Pude haber sido yo misma, pero sin que me sorprendiera, lo que habría significado ser alguien totalmente diferente.

DESCUBRIMIENTO

Creo en el gran descubrimiento. Creo en el hombre que hará el descubrimiento. Creo en el terror del hombre que hará el descubrimiento. Creo en la palidez de su rostro, la náusea, el sudor frío en su labio.
Creo en la quema de las notas, quema hasta las cenizas, quema hasta la última.
Creo en la dispersión de los números, su dispersión sin remordimiento.
Creo en la rapidez del hombre, la precisión de sus movimientos, su libre albedrío irreprimido.
Creo en la destrucción de las tablillas, el vertido de los líquidos, la extinción del rayo.
Afirmo que todo funcionará y que no será demasiado tarde, y que las cosas se develarán en ausencia de testigos. Nadie lo averiguará, no me cabe duda, ni esposa ni muralla, ni siquiera un pájaro, porque bien puede cantar.
Creo en la mano detenida, creo en la carrera arruinada, creo en la labor perdida de muchos años. Creo en el secreto llevado a la tumba.
Para mí estas palabras se remontan por encima de las reglas. No buscan apoyo en ejemplos de ninguna clase. Mi fe es fuerte, ciega y sin ningún fundamento.

De "Fin y principio", 1993

DESPEDIDA DE UN PAISAJE

No le reprocho a la primavera que llegue de nuevo. No me quejo de que cumpla como todos los años con sus obligaciones.
Comprendo que mi tristeza no frenará la hierba. Si los tallos vacilan será sólo por el viento.
No me causa dolor que los sotos de alisos recuperen su murmullo.
Me doy por enterada de que, como si vivieras, la orilla de cierto lago es tan bella como era.
No le guardo rencor a la vista por la vista de una bahía deslumbrante.
Puedo incluso imaginarme que otros, no nosotros, estén sentados ahora mismo sobre el abedul derribado.
Respeto su derecho a reír, a susurrar y a quedarse felices en silencio.
Supongo incluso que los une el amor y que él la abraza a ella con brazos llenos de vida.
Algo nuevo, como un trino, comienza a gorgotear entre los juncos. Sinceramente les deseo que lo escuchen.
No exijo ningún cambio de las olas a la orilla, ligeras o perezosas, pero nunca obedientes. Nada le pido a las aguas junto al bosque, a veces esmeralda, a veces zafiro, a veces negras.
Una cosa no acepto. Volver a ese lugar. Renuncio al privilegio de la presencia. Te he sobrevivido suficiente como para recordar desde lejos.

De "Fin y principio" 1993

Versión de Gerardo Beltrán

DÍA 16 DE MAYO DE 1973

Una de esas muchas fechas que ya no me dicen nada.
A dónde fui ese día, qué hice, no lo sé. Si en los alrededores se hubiera cometido un crimen, no tendría coartada.
El sol brilló y se apagó sin que yo me diera cuenta. La tierra giró y no lo mencioné en mi diario.
Preferiría pensar que morí brevemente, y no que nada recuerdo, aunque viví sin pausa.
Pues si no fui ningún fantasma: respiré y comí, di pasos que se oían y las huellas de mis dedos tuvieron que haber quedado en las puertas.
Me reflejé en el espejo. Llevaba puesto algo de algún color. Y seguro que hubo gente que me vio.
Quizá ese día encontré algo que había perdido antes. Quizá perdí algo que encontré después.
Me embargaron sensaciones, sentimientos. Ahora todo eso es como puntos entre paréntesis.
En dónde me metí, en dónde me enterré, en verdad no es un mal truco perderse a una misma de vista.
Agito mi memoria, tal vez algo en sus ramas, adormecido por años, salga de pronto volando. No. Evidentemente exijo demasiado: tanto como un segundo.

De "Fin y principio", 1993

DISCURSO EN EL DEPÓSITO DE OBJETOS PERDIDOS

Perdí algunas diosas en el camino de sur a norte, y también muchos dioses en el camino de este a oeste. Se me apagaron para siempre un par de estrellas, ábrete cielo. Se me hundió en el mar una isla, otra. Ni siquiera sé exactamente dónde dejé las garras, quién trae mi piel, quién vive en mi concha. Mis hermanos murieron cuando me arrastré a la orilla y sólo algún huesito celebra en mí ese aniversario. Salté de mi pellejo, perdí vértebras y piernas, me alejé de mis sentidos muchísimas veces. Desde hace mucho cerré mi tercer ojo ante todo esto, me despedí de todo con la aleta, me encogí de ramas.