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De "Una llamada al Yeti", 1957

EL ACRÓBATA

De trapecio en en trapecio, en silencio tras tras el redoble de pronto enmudecido, a través a través del aire sorprendido, más veloz que que el peso de su cuerpo, que otra vez otra vez no llegó a tiempo de caer.
Solo. O aún menos que solo, menos, pues mútilo, pues fáltanle fáltanle las alas, fáltanle mucho, una falta que le obliga a avergonzados revoloteos con una atención implume, ya sólo desnuda. Denodadamente ligero, con paciente agilidad, con calculada inspiración ¿Ves cómo se agazapa para el vuelo, sabes cómo conspira de pies a cabeza contra quien él es: sabes, ves cuán arteramente se enhebra en su antigua figura y, para asir en su puño el mundo mecido, extiende los brazos recién nacidos de sí? más hermoso sobre todo en este preciso, preciso, por lo demás ya pasado, instante.