Выбрать главу

– Luke, yo…

– Póntelo. Y espero poder regalarte otro muy pronto.

Se lo puso. Era un anillo precioso. Pero Luke no pareció darse cuenta de que ella no le había dicho lo que tanto ansiaba escuchar…

Aquellos días fueron como un prolongado día perfecto, hasta que finalmente llegó la hora de marcharse: el último baño en la piscina, la última maravillosa comida de Sonia… Luke encontró a Pippa sentada al borde del agua, con la mirada perdida.

– ¿Ya estás lista? -le preguntó con tono suave.

– Creo que nunca estaré lista para marcharme de aquí -respondió con tono nostálgico-. Hemos sido tan felices…

– Porque nos hemos reencontrado.

– Sí, y porque hemos podido detener el mundo. Esto ha sido tan mágico e irreal como Disneylandia. Cuando nos marchemos…

– No desaparecerá. Nosotros tenemos nuestra propia realidad, y esa realidad nos acompañará en todo momento. A partir de ahora siempre seremos felices.

– Siempre -susurró ella-. Me pregunto lo que esa palabra significará para nosotros.

– Significa madurar y envejecer juntos, y amarnos a pesar de lo que suceda.

– ¿Y perdonarnos también?

– Si te refieres a que me has perdonado, entonces sí. Pero tú nunca podrías hacer nada que yo necesitara perdonarte. Sé que, ante todo, eres una mujer sincera.

– Luke, hay algo que yo…

– Chist -la acalló, besándola-. ¿Qué necesidad tenemos de hablar? Te amo. Siempre te amaré, hasta el fin de los tiempos. Dime que tú sientes lo mismo.

– Sabes que sí.

– Quiero oírtelo decir. Quiero que me lo digas a menudo, por todas aquellas veces que pudiste habérmelo dicho en el pasado y no lo hiciste porque sabías que yo no estaba preparado para escucharlo. Dímelo, querida.

– Te amo, Luke…

– ¿Hasta el fin de los tiempos?

– Sí -respondió con voz ronca-. Hasta el fin de los tiempos… signifique lo que signifique esa palabra. Oh, Luke…

– Cariño, ¿qué te pasa?

– Abrázame. Y no me abandones nunca -sentía unas inmensas ganas de gritarle: «Y no dejes que me vaya a ese oscuro lugar que me separará de ti. Todavía no estoy preparada…».

– Nunca te abandonaré -le prometió.

– Luke, realmente me amas, ¿verdad? ¿Me amarás suceda lo que suceda?

– Nada podría hacer que dejara de amarte. Nada en absoluto.

Por la tarde salieron para Manhattan Beach. Fue Pippa quien le sugirió que recogieran a Josie a la mañana siguiente: pensaba aprovechar aquella última tarde para explicárselo todo a Luke. Durante todo el trayecto estuvo intentando encontrar una manera de decirle que, tan solo unos días después, se sometería a una operación que podría salvarle la vida… o no. Esa última posibilidad no quería analizarla demasiado. Por un instante, aquel muro de hielo negro volvió a aparecer en la pantalla de su mente, bloqueándole el paso. Se cubrió los ojos con una mano, negándose a verlo. El sol se estaba poniendo para cuando llegaron a casa.

– Justo a tiempo para darnos un chapuzón en el mar.

– De acuerdo – Pippa se dijo que ya se lo confesaría durante la cena.

La playa se estaba vaciando rápidamente de gente y la marea estaba bajando. Todo lo que veían parecía bañado en aquella luz de oro.

– Es como tener el mundo para nosotros solos -dijo Luke mientras se metía en el agua…

– Si pudiera ser cierto -suspiró-. Solos con Josie. Nadie más.

– Así será. Nos crearemos nuestro propio mundo. Lo conseguiremos, Pippa. Tú serás la mujer más feliz que existe en el mundo. ¿Qué te pasa?

– Nada -se apresuró a negar.

– He visto que te estremecías. ¿Qué es lo que he dicho para que hayas reaccionado así?

– Te lo has imaginado. Salgamos del agua.

Pasearon lentamente por la playa, de la mano. De repente Luke se detuvo y se volvió para contemplarla, admirado.

– Eres preciosa -le dijo-. Siempre lo has sido, pero nunca tanto como en este momento, amor mío.

– Amor mío -repitió Pippa con tono suave-. Oh, sí, amor mío.

– Sabes que siempre has sido mi amor – la atrajo hacia sí.

– Cariño, nos van a ver…

– Déjalos. Bésame, Pippa. Tenemos tanto tiempo perdido que recuperar…

Sin dejar de besarla en los labios, la tomó de la mano y siguió andando. Los escasos paseantes que había en la playa se hacían a un lado, riendo, para dejarlos pasar. El sol teñía de mil colores el cielo antes de hundirse en el horizonte y, por un fugaz instante, fue como si el mundo entero quisiera detenerse para admirar a aquella feliz pareja, que parecía dirigirse decidida hacia un futuro dorado.

Tan seducida estaba Pippa por el encanto de Luke que, hasta que no llegó a la puerta de la casa, no se fijó en las dos figuras que la esperaban en el umbral. Eran Frank y Elly, que la miraban con una expresión claramente desaprobadora.

Capítulo 11

FRANK, Elly -murmuró Pippa-. Qué… qué alegría veros.

– Estábamos preocupados por ti -dijo Elly, abrazándola-. Querida, tenemos que hablar…

– Después -se apresuró a interrumpirla Pippa-. Primero entremos.

Luke abrió la puerta y, cuando todos entraron, se volvió hacia Frank y a Elly, forzando una sonrisa.

– Ya nos conocemos -pronunció, tendiéndole la mano a Frank-. Estuve en vuestra boda. Elly -la abrazó-, me alegro de verte tan bien.

– Lo cierto es que todos estamos perfectamente -comentó Pippa-. Yo, por lo menos, no me he sentido mejor en toda mi vida. Admitidlo, vosotros dos: ¿tengo algo que ver con la pálida criatura que se marchó de Londres? -estaba hablando demasiado rápido y con escasa naturalidad, pero tenía que evitar a toda costa que la conversación tomara un rumbo peligroso.

– Tienes buen color -concedió Frank, a regañadientes.

– ¡Buen color! -exclamó Luke, indignado-. Está estupenda -la besó en una mejilla-. Cariño, ¿quieres preparar un café mientras yo…? -pero, nada más mirarla, se corrigió-. Perdona, será mejor que vaya a prepararlo yo.

– Querida, ¿te has vuelto loca? -le preguntó Elly a Pippa tan pronto como Luke se hubo marchado-. Quedarte aquí cuando tu operación…

– Por supuesto, pienso volver a casa para la operación. Pero no antes de que termine esta semana.

– Deberías descansar bien para estar preparada -le dijo Frank, alzando la voz.

– Frank, por favor… tú sabes por qué he venido.

– Claro que lo sé -dijo con amargura-. Por la estupidez de hacer que Josie conociera a su padre… que no demostró el menor interés por ella desde que nació.

– Eso no es cierto. Él contribuyó a mantenerla.

– Pero nunca se molestó en conocerla personalmente, ya que en ese caso tú nunca habrías necesitado hacer este viaje, arriesgando tu vida.

– ¿Qué significa todo esto?

Todos se volvieron para mirar a Luke, que estaba en el umbral. Se había puesto unos vaqueros pero todavía llevaba el torso desnudo. Respiraba aceleradamente. «¡Oh, Dios mío!», exclamó en silencio Pippa. «No. Lo último que quería era que lo descubriera de esta forma».

– ¿Qué has dicho? -le preguntó a Frank, mortalmente pálido.

– He dicho que Pippa está enferma, y que probablemente ya estaba muriéndose… antes incluso de venir aquí.

– Eso no es cierto -se apresuró a negar ella-. El médico me dijo que tenía muchas posibilidades…

– Te dijo que tenías un cincuenta por ciento de posibilidades si te operabas rápidamente y no cometías ninguna estupidez -gruñó Frank-. Estaba lejos de imaginar que decidirías hacer un viaje tan largo como este, cruzando el Atlántico en uno y otro sentido. ¿Tienes idea de lo peligroso que es esto?

Pippa apenas lo escuchaba. Sus ojos estaban fijos en el rostro de Luke, que se había vuelto hacia ella con expresión estupefacta.

– ¿Pippa? -¿De qué diablos está hablando este hombre? ¿Es que está loco?