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– No lo está, Luke. Solo está exagerando las cosas. Últimamente me he sentido algo mal y…

– Sí, ya me lo dijiste. Que tenías asma y…

– ¡Asma! -explotó Frank-. Tiene estenosis ventricular. ¿Sabes lo que es eso, Dan-ton? Es una disfunción de una válvula cardiaca. Es algo mortal. Ya mató a su madre. Y la está matando a ella.

Luke seguía con la mirada fija en el rostro de Pippa. En sus ojos se leía una aterradora pregunta.

– Sí -pronunció desesperada-. Es verdad.

– Pero… no lo entiendo. No puedes estar enferma. Te he visto todos los días y te encuentras bien.

– Querrás decir que ella te ha engañado, haciéndote creer que se encuentra bien -intervino Frank-. Supongo que resulta duro admitir que te han engañado cuando lo que está en juego es tu propia conveniencia.

– Por favor, Frank -le susurró Pippa-. Esa no es la manera.

– ¿Y cuál es la manera? ¿Facilitarle las cosas como tú has hecho siempre? ¿Durante todos estos años en que le has dejado ejercer de padre de la manera más fácil del mundo, porque era eso lo que le convenía?

– ¡Frank, silencio! -protestó Elly -. Puede que Josie esté por aquí.

– No, está con mis padres -la informó Luke.

– Qué bien -exclamó Frank, con tono desdeñoso-. Menuda adquisición, ¿no?.

– ¿Qué quieres decir? -le preguntó Luke.

– Quiero decir que he visto tu página Web. Aprovechándote de tu propia hija para mejorar tu imagen… -se volvió hacia Pippa-. ¿Cómo has podido consentirlo?

– Fue Josie la que quiso hacerlo, Frank. Le encantó.

– No se le da a un niño algo que le perjudica simplemente porque lo quiere. Josie necesita adultos que la protejan, y no que la exploten por intereses tan mezquinos.

– Si no fuera por Pippa, ahora mismo te haría tragar esas palabras -lo amenazó Luke con voz áspera-. Yo quiero a mi hija.

– ¡Tu hija! Qué gracioso, viniendo de ti. ¿Qué tipo de padre has sido para ella? Claro, la has mantenido económicamente, pero regalar dinero es fácil. ¿Cuándo has hecho algo que te haya costado realmente?

– No estoy discutiendo contigo. Ya te lo he dicho, quiero a mi hija y quiero a Pippa. Vamos a casarnos. El pasado es el pasado. Si Pippa y Josie pueden perdonarme, entonces todo esto ya no es asunto de nadie. Ni siquiera tuyo.

– ¡Estúpido! – Frank ya había perdido completamente los estribos-. ¿Es que no lo comprendes? ¡Se está muriendo! Si la hubieras tratado adecuadamente durante todos estos años, ella no habría corrido el terrible riesgo de venir a buscarte ahora.

– Frank… -Pippa y Elly intentaron acallarlo al mismo tiempo, pero fue inútil.

– Esa operación es su última oportunidad -gritó-. ¿Qué vas a hacer cuando muera, eh? ¿De qué servirán todas esas bonitas palabras cuando esté muerta?

Observando a Luke, Pippa se dio cuenta de que hasta aquel preciso momento no había tomado plena conciencia de la situación. No hablaba, pero era como si su rostro estuviera envejeciendo por momentos. Pippa sintió que la cabeza le daba vueltas.

– Frank, basta ya. Creo que debes irte ya.

– No me iré sin ti.

– Me marcharé cuando esté lista para ello. No debiste haber hecho esto. Solo dime dónde puedo encontrarte.

– En el hotel del aeropuerto -contestó Elly.

Pero Frank no estaba dispuesto a renunciar.

– Sigo pensando que deberíamos esperar a que…

– Vete -le ordenó Pippa sin alzar la voz.

Elly lo sacó de la casa. Una vez solos, Pippa no se atrevía a mirar a Luke. Estaba respirando aceleradamente, como un hombre que acabara de recibir una herida mortal.

– ¡Dios mío! -murmuró.

– Iba a decírtelo anoche.

– ¿O mañana? ¿O al otro día?

– Sí, lo he estado retrasando. Pero habría tenido que ser esta noche, porque tengo que irme a casa. Oh, Luke, siento tanto que lo hayas descubierto de esta forma… Yo no quería que pasara esto… -lo tocó. Estaba temblando.

– ¿Desde cuándo lo sabes? -le preguntó al fin.

– Desde hace unas semanas. No sabía qué hacer. De repente tenía que pensar en demasiadas cosas, y todas a la vez…

– Pudiste haberme llamado por teléfono. Yo habría ido en seguida a Inglaterra.

– ¿Lo habrías hecho? -le preguntó, entristecida.

– Por supuesto que sí. No había ninguna necesidad de esto. Habría ido de inmediato. Habría podido ayudarte con todas esas cosas que has mencionado -la miró fríamente-. Pero tú ni siquiera pensaste en recurrir a mí, ¿verdad?

– No -admitió.

– Bueno, supongo que solamente yo tengo la culpa de eso -admitió con un tono de profunda amargura-. No hace falta que me lo digas.

– No iba a decírtelo.

Tenía lágrimas en los ojos. Descargó un puñetazo sobre la barra de la cocina antes de atraer a Pippa hacia sí y abrazarla con desesperación.

– ¡Dios mío! -sollozó-. ¡Pippa, Pippa!

– Todo va a salir bien -intentó consolarlo ella-. Tendrá que salir bien. No podemos perdernos el uno al otro ahora.

– ¿No podemos? -inquirió con voz ronca-. Frank parecía estar muy seguro.

– Frank está aterrorizado.

Abrazada a Luke, Pippa recordó el miedo y el estupor que había sentido cuando descubrió que estaba enferma. Se había enfrentado a ello tiempo atrás, y con esas reservas de fortaleza que entonces había reunido podría ayudarlo a él ahora.

Se había olvidado de la furia. Nada más conocer la noticia la había invadido una terrible rabia, algo muy distinto del combativo espíritu con que siempre se había enfrentado al mundo. Había sido como una furia abrasadora contra todo lo que le había hecho eso a ella y a Josie, la pequeña que podría perder a su madre. Había querido gritar y gritar contra aquel injusto destino.

Pero en aquel instante no se acordaba de aquello y, cuando sintió que Luke se convulsionaba violentamente en sus brazos, al principio no se dio cuenta de que estaba experimentando la misma devastadora furia que había padecido ella. Por eso la sorprendió tanto su siguiente comentario:

– Pero al menos le contaste a Frank la verdad, lo cual es muchísimo más de lo que hiciste conmigo.

– No pude evitarlo. Me vi obligada a ello por las circunstancias.

– Durante todo este tiempo siempre has tenido un plan secreto, ¿verdad? Creía que otra vez estábamos unidos, pero… ¿cómo podíamos estarlo cuando me estabas escondiendo un secreto semejante? Dime: ¿por qué te presentaste aquí de pronto?

– Porque sabía que quizá no me quedaba mucho tiempo y quería asegurarme de que conocieras a Josie. Durante todos estos años… bueno, yo pensaba que al menos irías a verla aunque solo fuera una vez. Pero nunca lo hiciste, y si… si Frank y Elly tienen que convertirse en sus padres… ellos son gente buena, de confianza, y ella los necesitará. Pero también quería que Josie te conociera. Quería que tú la conocieras y la amaras para que no volvieras nunca a perder el contacto con ella.

Luke la soltó y retrocedió un paso, mirándola de una forma extraña, como si estuviera intentando desentrañar quién era en realidad.

– Luke -gritó, desesperada-, por favor, intenta comprender. Hice lo que tenía que hacer.

– Ya.

– ¿Entonces qué? ¿De qué puedes culparme?

– De haberme engañado -respondió con tono suave-. De haberme dejado vivir en un limbo -rió sin humor-. En el limbo de los tontos. Durante todo este tiempo no he hecho más que contarme absurdos cuentos a mí mismo acerca de que tenía una segunda oportunidad… Debiste haber sido sincera conmigo.

– ¿Cuándo? ¿Y cómo? ¿El mismo día que llegué, tal vez? ¿Cuándo entré por esa puerta y te lanzaste a mis brazos porque yo era tu medio más seguro de escapar de Dominique?

– ¿Y después? Sabías que me estaba enamorando de ti. Estaba haciendo planes para el futuro, y tú me dejaste hacerlos, aunque sabías que era posible que no existiera ningún futuro… ¡Dios mío!