El médico ya se disponía a negarse cuando vio algo en los ojos de Luke que lo hizo cambiar de idea:
– Dos minutos.
Mientras se acercaba de nuevo a la cama, Luke pudo advertir que Pippa seguía terriblemente pálida. Era casi el color de la muerte. Por un instante pensó que se le estaba escapando entre los dedos.
– Pippa, escucha. Tengo algo importante que pedirte -leyó una pregunta en sus ojos-. ¿Quieres casarte conmigo?
– Vuelve a pedírmelo -susurró ella-, cuando haya salido de aquí.
– No, me refiero a hoy. Ahora.
– Oh, sí, claro… Josie…
– No -le dijo, desesperado por hacerla comprender-. Crees que estoy intentando hacerme con su custodia legal, pero no es eso. No se trata de ella, sino de nosotros. Debimos habernos casado hace años y, ahora, si… -apenas podía pronunciar las palabras-… si te pierdo, quiero que el mundo sepa que has sido mi esposa. No solo mi novia, o la madre de mi hija, sino mi esposa. Por favor, cariño, cásate conmigo ahora. Significaría tanto para mí…
– ¿De… verdad?
– Claro que sí.
– ¿Pero… podremos hacerlo?
– Permíteme que me encargue de todo. Mientras tanto… -de un bolsillo sacó el anillo de compromiso- esto es tuyo -se lo deslizó suavemente en el dedo, y tuvo el inmenso placer de distinguir un brillo de felicidad en sus ojos.
– En realidad, no quería devolvértelo.
– Me encargaré de arreglarlo todo. Tú… tú quédate aquí hasta que vuelva, ¿de acuerdo?
– Está bien. Luke…
– ¿Sí, cariño?
– Habla con Harry -murmuró -. Está estudiando Derecho.
Luke tuvo mucha suerte, porque Harry estaba esperando justamente al lado de la puerta. Pero Frank también.
– Si crees que voy a consentir que hagas algo tan absurdo, estás muy equivocado – pronunció Frank con voz áspera-. Voy a hablar con las autoridades del hospital para que te echen de aquí. No dejarán que vuelvas a molestar de esta forma a una mujer enferma.
– Frank, no – Elly le puso suavemente una mano en el brazo -. Si eso es lo que quiere Pippa… ¿cómo podemos negárselo, cuando puede que sea lo último que…?
De inmediato Frank hundió los hombros, abatido.
– Como quieras -dijo con voz ronca de emoción, y se apartó del grupo.
Harry solicitó de inmediato una licencia especial, cuyo trámite se resolvería en tan solo una hora debido a la emergencia del caso. Luego fue a buscar a un tío suyo que era sacerdote. Josie estaba sentada al lado de la cama de Pippa cuando volvió Luke.
– ¿Cómo está? -le preguntó a su hija.
– Sigue durmiendo y se despierta a ratos. Papi, me ha dicho que os vais a casar.
– Sí.
– ¿Cuándo? -el rostro de Josie se iluminó de alegría.
– Hoy mismo, lo antes que podamos.
– ¿Podré hacer de dama de honor? -inquirió, entusiasmada.
– Cariño, la ceremonia tendrá lugar aquí mismo, no en una iglesia.
– Pero, aun así, mamá necesitará una dama de honor, como todas las novias.
– Supongo que sí.
Josie salió entonces de la habitación y Luke ocupó su asiento, tomándole la mano a Pippa. Tenía los ojos cerrados.
– Vas a convertirte en mi esposa -le dijo-, como debió suceder hace once años. Cuando te encuentres mejor, repetiremos la ceremonia por todo lo alto. Tendrás el mejor vestido de boda que puedas encontrar, pero nunca me parecerás más hermosa que en este mismo momento.
Pippa abrió los ojos y sonrió soñolienta. El tío sacerdote de Harry ya había llegado. Frank y Elly también estaban allí, pero como al margen, entristecidos.
– ¿Dónde está Josie? -preguntó Elly.
– No lo sé. Se ha evaporado -respondió Luke, consternado.
Pero Josie regresó al instante, con dos pequeños ramos de flores.
– Hay una floristería aquí abajo -explicó-. Toma, mami -le puso el ramo más grande entre las manos.
– Gracias, cariño.
– ¿Estamos todos listos? -inquirió el sacerdote-. Vamos a empezar.
Luke cerró los ojos, estremecido de emoción, y cuando volvió a abrirlos vio que Pippa hacía un intento por tomarle la mano. De inmediato entrelazó los dedos con los suyos y pudo disfrutar del inmenso consuelo que ella le estaba ofreciendo. El sacerdote se aclaró la garganta.
– Nos hemos reunido aquí para…
Luke no escuchó la siguiente frase. Tenía la mirada fija en el rostro de Pippa, que lo miraba a su vez con una expresión de maravillada alegría que le desgarraba el corazón. A pesar de todo lo que había sucedido, lo amaba tanto que aquel momento todavía podía llenarla de felicidad. El sacerdote preguntó entonces:
– ¿Quién entrega a esta mujer para que se case con este hombre?
Siguió un tenso silencio, porque nadie había pensado en aquel detalle. Algunos se volvieron para mirar a Harry y otros a Jake, pero antes de que cualquiera pudiera hablar, una voz se alzó desde el fondo de la habitación:
– Yo.
Todo el mundo se volvió para mirar a Frank, que avanzó hacia la cama pálido, pero decidido.
– Yo -repitió, tomando la mano de Pippa y ofreciéndosela a Luke.
– Gracias, Frank -pronunció Pippa con un brillo de emoción en los ojos.
Luke asintió con la cabeza en señal de gratitud hacia Frank, sabiendo lo mucho que ese gesto significaba para Pippa. Luego se dio cuenta de que el sacerdote le estaba preguntando si quería a aquella mujer como esposa. Y se sintió como si estuviera en otro mundo mientras pronunciaba su respuesta y escuchaba la de Pippa.
Después llegó el momento que tanto había temido, porque no estaba seguro de que pudiera pronunciar las palabras sin derrumbarse y estallar en sollozos.
– Yo, Luke, te tomo a ti, Philippa, por esposa, y prometo amarte y venerarte, en la salud y en la enfermedad… le tembló la voz, pero pudo seguir adelante gracias al contacto de la mano de Pippa.
A continuación le llegó el turno a ella:
– Yo, Pippa, te tomo a ti, Luke, por esposo y prometo amarte y venerarte en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte nos separe.
El sacerdote le preguntó entonces a Luke si tenía el anillo. Luke se quedó pálido: con tantas prisas se había olvidado de aquel detalle fundamental. Pero Elly se adelantó en seguida, ofreciéndole su propia alianza, que él deslizó en el dedo de Pippa.
Y de esa manera, finalmente, se convirtió en su esposa. Luke bajó la cabeza para mirarla, pero Pippa había vuelto a quedarse inconsciente.
– Quiero quedarme con ella todo el tiempo -le dijo al médico-. No la molestaré. Solo quiero estar con ella.
– De acuerdo. Quizá le sirva de ayuda, sobre todo si le habla.
– ¿Me oirá?
– Es difícil saberlo, pero lo que sí sabemos es que el oído es el sentido que mejor resiste una vez perdida la conciencia. Hay casos de pacientes sumidos en un coma profundo que, cuando se despertaron, fueron capaces de contar todo lo que habían escuchado.
Más horas de espera. En la habitación solamente se quedaron Josie y Luke, cada uno a un lado de la cama, mientras avanzaba la noche. Se turnaron para hablarle a Pippa. Cuando uno dormitaba, el otro le hablaba. Pero Pippa seguía sin despertarse.
Al amanecer, Luke se inclinó para besarla mientras Josie hacía lo mismo desde el otro lado, pero Pippa seguía sin reaccionar. De repente ansió gritar y golpearse la cabeza contra algo para aplacar el terror y la desesperación que sentía nacer en su pecho. Pero Josie estaba con él, necesitándolo, así que se limitó a sonreír mientras le apretaba la mano a su hija.
– Papá, es como si mami no supiera que estamos aquí, con ella.
– Claro que lo sabe, cariño. Recuerda lo que nos dijo el médico. Aunque esté inconsciente, puede oír cosas, ¿verdad, querida? – acarició con exquisita ternura la frente de Pippa-. Sabes que estamos aquí y estás oyendo lo que estamos diciendo, sobre todo cuando te decimos que te queremos.