Выбрать главу

Parece de risa, pero siguiendo una absurda tradición se había conservado la Cruz Roja Política* de la antigua Rusia. Tenía tres secciones: la de Moscú (E. Peshkova), la de Jarkov (Sandomírskaya) y la de Petrogrado. La de Moscú se portaba bien y no fue disuelta hasta 1937. En cambio, la de Petrogrado (el viejo narodnikShevtsov, el cojo Hartmann, Kocherovski) actuaba de un modo insoportable e insolente, se entremetía en asuntos políticos, buscaba el apoyo de los antiguos presos de Schlisselburg (Novorusski, compañero de complot de Ale-xandr Uliánov), y ayudaba no sólo a los socialistas sino también a los KR, los contrarrevolucionarios. En 1926 esta sección fue disuelta y sus miembros enviados al destierro.

Pasan los años y aquello de lo que no se habla acaba borrándose de la memoria. En la brumosa lejanía percibimos el año 1927 como un año de despreocupación y abundancia, el año de una NEP aún no decapitada. Pero fue un año tenso, estremecido por las explosiones de los periódicos, y lo percibimos, nos lo hicieron percibir, como la víspera de la batalla en que iba a decidirse la revolución mundial. Mayakovski [28]dedicó cuatro atronadores versos al asesinato del plenipotenciario soviético en Varsovia, que inundó columnas enteras de los periódicos de junio.

Pero qué mala suerte: Polonia presentó excusas y el único responsable del asesinato de Voikov [29] 5fue arrestado allí mismo. ¿Cómo y contra quién dirigir el llamamiento del poeta?:

Solidarios,

agrupados,

mesurados,

y vengativos

¡A esta jauría desatada

retorcedles el pescuezo!

¿Hacer justicia contra quién? ¿A quién retorcer el pescuezo? Así comienza la hornada de Voikov.Como siempre, cada vez que había disturbios o tensiones, se encarcelaba a los ex,se encarcelaba a los anarquistas, a los eseristas, a los mencheviques, o simplemente a la intelectualidad. En realidad, ¿a quién se podrá encarcelar en las ciudades? ¡A la clase obrera no, desde luego! Por otra parte, la intelectualidad allegada a los kadetés ya había recibido lo suyo desde 1919. ¿Habría llegado el momento quizá de sacudir a la intelectualidad que se consideraba progresista? ¿De darles un repaso a los estudiantes? Una vez más, nos viene a mano Mayakovski:

¡Piensa

en el Komsomol* días y semanas!

Examina

atentamente las filas.

¿Son todos !

komsomoles de verdad o sólo

dicen serlo?

Una concepción del mundo cómoda engendra también un término jurídico cómodo: profilaxis social.Se introduce, se acepta, y enseguida resulta comprensible para todos. (Bien pronto podremos oír decir a uno de los directores del Bielo-morstror, Lazar Kogan: «Creo que, personalmente, usted no es culpable de nada. Pero siendo usted una persona culta, debe comprender que se está llevando a cabo una amplia profilaxis social».) Bien mirado, ¿qué mejor momento para encarcelar a unos compañeros de viaje poco fiables, a ese puñado de intelectuales podridos, que en vísperas de la batalla por la revolución mundial? Una vez empezada la gran guerra sería demasiado tarde. Y se empieza a peinar Moscú metódicamente, barrio a barrio. En todas partes debe haber arrestos. El eslogan era: «¡Haremos temblar al mundo de un puñetazo sobre la mesa!». «Cuervos», automóviles, camiones cerrados y coches de punto descubiertos acudían de inmediato a descargar en la Lubianka y en Butyrki, incluso de día. Atasco en las puertas, atasco en el patio. No daban abasto a descargar y fichar a tantos arrestados. (Lo mismo ocurre en otras ciudades. En Rostov del Don, en el sótano de la casa número 33 hay tan poco sitio, que la recién llegada Boiko apenas encontró un hueco donde sentarse.) Un ejemplo típico de aquella riada: unas decenas de jóvenes organizaron unas veladas musicales sin consultar con la GPU. Escucharon música y luego tomaron el té. Para el té, reunieron a escote, voluntariamente, unos cópeks. Estaba bien claro: la música era una tapadera para sus intenciones contrarrevolucionarias y el dinero recaudado no era para pagar el té, ni mucho menos, sino para ayudar a la tambaleante burguesía mundial. Los arrestaron a todos , las condenas fueron de tres a diez años (a Anna Skrípnikova le cayeron cinco), y a los organizadores, que no quisieron confesar (Ivan Nikoláyevich Varentsov y otros) ¡los fusilaron!

Veamos otro caso. En aquel mismo año, en París se reunieron los liceístas [30]emigrados para celebrar la tradicional fiesta «pushkiniana»* del Liceo. Los periódicos hablaron de ello. No cabía duda, de que se trataba de una estratagema del imperialismo herido de muerte. Y se arrestó a todos los liceístas que quedaban en la URSS y de paso a los de la «Academia Jurídica» (otra institución privilegiada).

Hasta ese momento la hornada de Voikov sólo se había visto limitada por las proporciones del SLON —Campo de Destino Especial de Soloviets—. Pero el Archipiélago Gulag tenía desde su aparición naturaleza maligna, y pronto la metástasis habría de extenderse por todo el cuerpo del país.

Quien prueba repite. Hacía ya tiempo que convenía acabar con la intelectualidad técnica, que se consideraba —exageradamente— insustituible y no había querido acostumbrarse a captar las órdenes al vuelo.

En nuestro país nunca hemos confiado en los ingenieros, desde los primeros años de la revolución ejercitamos una sana desconfianza obrera y un control sobre esos lacayos marcados por el servicio a antiguos amos capitalistas. No obstante, en el periodo de la reconstrucción les permitimos, pese a todo, que trabajaran en nuestra industria, y desviamos toda nuestra fuerza de clase contra el resto de la intelectualidad. Pero cuanto más maduraba nuestra dirección económica, el Consejo Superior de Economía Nrind y el Comité de Planificación Estatal,* y aumentaba el número de planes, y a medida que estos planes chocaban entre sí y se desplazaban unos a otros, más se ponía de manifiesto la esencia empecedora de los antiguos ingenieros, su falsedad, astucia y venalidad. El Centinela de la Revolución aguzó la vigilancia y ahí donde ponía el ojo descubría al instante un nido de empecimiento.

Esta labor de saneamiento siguió a plena marcha a partir de 1927, y enseguida reveló nítidamente al proletariado la causa de todos nuestros fracasos y reveses económicos. En el Comisariado del Pueblo para los Transportes (en los ferrocarriles) había empecimiento (de ahí que fuera difícil coger un tren, de ahí los altibajos en el abastecimiento de mercancías). En la Red de Centrales Eléctricas de Moscú había empecimiento (interrupciones en el suministro eléctrico). En la industria del petróleo había empecimiento (no hay quien encuentre queroseno en las tiendas). En el sector textil había empecimiento (el obrero no tiene con qué vestirse). En la industria hullera el empecimiento es colosal (¡por eso pasamos frío!). ¡En las industrias metalúrgica, militar, de maquinaria, naval, química, minera, del oro y del platino, en los regadíos, en todas partes dábamos con purulentos abscesos de empecimiento! ¡Por todas partes había enemigos, provistos de reglas de cálculo! La GPU está ya sin aliento de tanto agarrar y arrastrar empecedores. En las capitales y provincias se organizan comisiones de la OGPU y tribunales proletarios para acabar con esta viscosa carroña, y cada mañana los trabajadores se enteraban con asombro (o a veces ni se enteraban), a través de los periódicos, de nuevas acciones abyectas. Oían hablar de Palchinski, de Von Meck, de Velichko, [31] 6pero ¡de cuántos no ha quedado ni el nombre! Cada rama de la industria, cada fabrica, cada cooperativa artesanal debía buscar el empecimiento en su seno, y apenas empezar lo encontraban (con la ayuda de la GPU). Si un ingeniero de una promoción anterior a la revolución no había sido aún desenmascarado como traidor, con toda seguridad se podía sospechar que lo era.