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– He querido esa ciudad toda mi vida -reconoció Kardal-, pero tú serás siempre la dueña de mi corazón.

Volvió a besarla y se oyó a Cala suspirar detrás de ellos.

– Me alegra que esto acabe bien -dijo Hassan-. Por un momento llegué a pensar que lo desterrarías. Ahora… debo volver a casa y ocuparme del resto de la familia -añadió tras aclararse la garganta.

Sabrina levantó la cabeza y miró a su padre.

– ¿Están bien mis hermanos?, ¿Pasa algo?

– Nada malo -Hassan sonrió – Tengo cuatro hijos y ya es hora de que se casen.

– ¿Esta para volver a casa, pajarillo? -le susurró Kardal al oído-. Tenemos que organizar une boda.

– Tenemos que hacer un par de cosas más también -Sabrina sonrió-. Una de ellas es encontrar las llaves de estos brazaletes -añadió y Kardal rió.

– Siempre te querré, Sabrina. Seré fiel como el desierto, toda la vida y la vida siguiente.

– Me conformo con eso -contestó ella. Luego se abrazaron y echaron a andar, listos para empezar la aventura de una nueva vida.

SUSAN MALLERY

***