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Considéralo hecho.

Fue su calma la que le aposentó el estómago. Estaban siendo atacados desde todas partes. Sergey combatía con Vikirnoff ferozmente. Las paredes de hielo continuaban cerrándose lentamente, centímetro a centímetro. Xavier tenía el bastón en la mano y ahora algo enorme estaba saliendo de los escombros de la parte del suelo por donde salía el agua.

La cabeza apareció primero. Su cráneo era bastante grande, los dientes largos, curvados, prominentes, mientras el enorme felino saltaba a la caverna. Aterrizó en un trozo de hielo, manteniendo las garras en el suelo, lo que sugería que Xavier dirigía sus movimientos alejándolo de las trampas enterradas bajo la superficie. Más bajo que un león por unos treinta centímetros, el felino era por lo menos dos veces más pesado, todo músculos y colmillos de aspecto mortal.

Razvan. Sácame de éste hielo. Sé qué hacer, dijo Natalya inesperadamente. De prisa.

Razvan se dio la vuelta, su mirada deslizándose por el sólido muro que mantenía a Natalya prisionera. Xavier había utilizado cosas así para encarcelar a sus tías. Él no era el mejor con los hechizos, pero Natalya sí. Envió su enorme fuerza para respaldar la de ella. Sin vacilación, Natalya levantó una mano, con la palma hacia el hielo y cantó.

Llamo al aire de la Madre, la tierra, el fuego y el agua,

Venid a mí ahora, completad mi deseo.

Liberad ahora lo que está cautivo en el hielo.

Llamo al fuego, fomento tu aliento.

El agua comenzó a verterse de la pared alrededor del brazo y ella tiró hasta que quedó libre. Lanzando su espada a las manos de su hermano, saltó en el aire, con el cabello llenándose de rayas mientras cambiaba, mudando de forma… un hermoso y glorioso tigre, un poco más evolucionado pero toda femenina, su atractivo olor de hembra llenaba el cuarto. Aterrizó con dureza, su pata delantera obviamente herida ya que la mimaba, manteniéndola levantada del bloque de hielo. El macho rugió y ella respondió.

Sergey saltó hacia Vikirnoff cuando él se medio giró para mirar a su compañera. Dejó la espada a un lado y dio un puñetazo en el pecho de Vikirnoff, buscando su corazón, deteniéndose a un dedo de él, sonriendo malvadamente. Blaez y Rikki apoyaron las patas en la espalda de Razvan y se impulsaron, golpeando fuerte a Sergey desde un costado, apartándolo de Vikirnoff, que se tambaleó, salpicando sangre por el hielo. Raja y el resto de la manada se liberaron para rodear a Vikirnoff de forma protectora mientras él curaba el gran agujero abierto en su pecho.

El vampiro tuvo poco tiempo para lamerse el puño y saborear la sangre de Cárpato y su poder. Razvan le tiró un frasco de agua bendita por encima. Sergey chilló cuando el agua le quemó la piel completamente hasta el hueso, dejando grandes agujeros en su carne. Humeaba con un hedor fétido. Al agua le siguió una serie de flechas, disparádas con fuerza para que se clavaran profundamente, a través del pecho del vampiro.

El chaleco se agitó como si estuviera vivo, el tejido separándose como si se desgarrara para volver después tranquilamente a su lugar. Razvan se abalanzó, siguiendo las flechas. Sergey intentó cambiar de forma, pero la capa de flechas lo evitaba. Razvan dio un puñetazo al chaleco. En el momento que la carne tocó el tejido, los hilos se vivificaron, enrollándosele alrededor del puño, subiéndole rápidamente por el brazo hacia el hombro y la cara. Los diminutos gusanos parasitarios con agudos dientes, desgarraron y se hundieron en la carne. Retrocedió, intentando apartar las criaturas de su cuerpo. Sergey se lanzó a por Razvan pero los lobos intercedieron, estrellándose contra el vampiro con toda su fuerza, lanzándolo hacia atrás y yendo a por su garganta.

Ivory nunca se movió. Nunca miró hacia atrás. Tenía un objetivo y estaba delante de ella. Los tigres gruñéndose el uno al otro, la batalla que rabiara a su espalda… nada de eso importaba, sólo Xavier, sólo el hombre que levantaba su bastón con odio en la cara y su mirada fija en Razvan. Sabía que iría a por ella, no a por Razvan. Quería que su compañero sufriera por su abierta traición, por la sangre de los Buscadores de Dragones que había resistido durante siglos contra él. Por su huída y su recién encontrada fuerza y poder. Razvan era el símbolo de todo lo que odiaba. Y ella era la compañera de Razvan.

Como a cámara lenta, lo vió mover el bastón hacia el otro lado de su cuerpo y bajarlo. El tiempo se relentizó, su mundo se estrechó. El extremo del bastón comenzó a brillar mientras lo apuntaba hacia Razvan. Ivory sintió el ojo rojo del centro del cristal fijo en ella, no en su compañero. Sintió el poder moviéndose en su interior. Todo lo que ella era. Todo lo que jamás había sido. ¿Era suficiente?

Razvan vertió todo lo que era en ella, dejando que la manada se ocupara de Sergey mientras ellos dos se unían, fiándose de Vikirnoff para que les protegiera las espaldas junto con los lobos. Confiando en Natalya para que alejara al tigre de ellos.

El bastón tenía un brillo entre rojo y naranja. Ivory alzó las manos, con las palmas hacia el hechicero. Un destello de brillante luz hirió sus ojos cuando el crystal disparó un rayo de energía directamente hacia ella. Razvan estaba de pie a su espalda, levantando las manos exactamente de la misma forma que ella.

– Llamo a las Puertas del Infierno -recitó Ivory.

– Dejad que el relámpago golpee -invocó Razvan.

– Llamo al poder de lo que es luz -recitó Ivory.

– Toma forma desde su oscuridad -invocó Razvan.

– Permite que los ángeles caminen libres -pidió Ivory.

– Abriendo sus brazos, drenando las fuerzas del mal -recitó Razvan.

– Toma lo que es sangre de corazón -el poder llenó la voz de Ivory.

– Filtra lo que es puro -Razvan se unió completamente con Ivory.

Cantaron juntos-: Permitid que sólo perdure el que sea puro.

Ya débil sin sangre Cárpato para mantenerlo y por el hechizo que ella le había hecho antes, la combinación de Razvan e Ivory juntos fue demasiado para Xavier. La oscura sangre del centro del cristal explotó y Xavier se aferró el corazón. La sangre chorreaba por su pecho. Gruñendo, arrinconado, aterrorizado de perder su última oportunidad de ser inmortal, el mago utilizó su última y más secreta arma. Dejó caer su bastón, se agarró el pecho en un intento de detener la negra, burbujeante sangre y desató su ira contra los Cárpatos.

El sol explotó en lo alto. Brillante. Candente. Una turbulenta e hirviente masa volcánica. Los vientos rugieron, destrozando las cuevas de hielo mientras el calor estallaba por doquier, fundiendo el hielo más rápido de lo que era posible. El agua se vertía sobre ellos, caliente agua hirviendo. El vapor surgía, pero mientras la pelota anaranjado giraba, lanzaba hebras de fuego. Una luz deslumbrante atravesaba la cámara.

La piel les humeaba. Cubierta de ampollas. Fundida. Sergey gritó y trató de disolverse otra vez y esta vez las flechas le cayeron del pecho cuando su sangre ácida atravesó el revestimiento. Los dos fragmentos se filtraron por sus poros justo cuando cambiaba.

¡A mi espalda!, ordenó Ivory a la manada, extendiendo los brazos.

Los lobos saltaron para ponerse a salvo mientras el agua subía rápidamente, atravesando la cámara, hirviéndolo todo a su paso, inclusive al tigre dientes de sable. Los Cárpatos se convirtieron en vapor, su única esperanza de escapar, tal y como Sergey había hecho, pero incluso en esa forma, el sol quemaba las moléculas que componían sus formas.

Ivory fluyó hacia Xavier mientras él se arrastraba a lo largo de la orilla, dejando un rastro de negra sangre atrás. La sangre burbujeaba y quemaba la piedra que se fundía rápidamente. Abrió una grieta que desplazó el agua en un espacio suficientemente ancho para que su cuerpo lo atravesara, pero ella estaba ahí, sus manos saliendo del vapor. Las quemaduras llegaban al hueso, la piel se disolvía primero en una masa de ampollas y después se fundía. Pero aún así, incluso con sus huesos, lo detuvo, evitando su huída.