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Ivory se materializó sobre el ghoul, le cortó el cuello con un golpe duro, enviando la cabeza rebotando obscenamente a través de la cuesta. Los lobos sujetaron el cuerpo al suelo, sosteniéndolo allí mientras ella reunía energía del cielo.

¡Moveos! Ya había lanzado el rayo a la criatura desalmada, golpeando justo cuando los lobos saltaron hacia atrás, en un movimiento que habían perfeccionado innumerables veces.

Llamas rojo anaranjadas hicieron erupción y se volvieron negras, un hedor asqueroso llenó el aire cuando la carcasa ardió. Ivory pateó la cabeza hacia las llamas y encaró al vampiro sobre el humo fétido que se alzaba. Respiraba agitadamente, su cuerpo estaba cubierto por su sangre y por la de él. Rastros de carne ennegrecida le veteaban el hombro y le bajaban por el brazo, pero le enfrentó estoicamente, con una ceja arqueada.

– Tienes muy mal aspecto, hermano -comentó-. Debes estar envejeciendo y debilitándote para permitir que un humano se te acerque con sigilo de ese modo.

Mientras hablaba, iba rodeándolo para poner su cuerpo entre Sergey y el macho humano. El hombre había arriesgado su vida por ella y todavía estaba allí, esperando a hacer otro disparo, cuando tenía que saber que la ballesta no iba a eliminar a un maestro vampiro. Ella raramente había tenido tratos con humanos, pero tenía que admirar su valentía, aunque temiera por su vida.

– Uno de los míos por uno de los tuyos, hermanita -siseó Sergey, su cuerpo se movió de repente con velocidad borrosa.

Aún con su metal especial recubierto en él, Ivory apenas pudo seguirle el rastro, el vampiro maestro se movió demasiado rápidamente. Lo vio agarrar al pequeño Farkas y golpear el cuerpo del lobo contra la rodilla. Se oyó un audible crujido y el animal chilló. Cacareando, Sergey tiró al lobo lejos de él para el que el cuerpo golpeara sobre una roca nevada, donde el animal yació roto y jadeando de dolor.

Las puntas de flecha metálicas cayeron al suelo en pedazos, el cuerpo del vampiro ya se estaba regenerando, mientras el suyo se debilitaba por la pérdida de sangre. No se atrevía a cerrar las heridas y atrapar a los parásitos dentro de ella donde pudieran asirse. Por un momento, simplemente enfrentó a su hermano, intentando decidir la mejor manera de atraer la suerte de su lado, era la única oportunidad posible que tenía de derrotar al vampiro.

El aire alrededor de ellos se cargó de electricidad y se le erizó el vello de la nuca. Sintió la comprensión en los pulmones y pensó que era el no muerto atacando, pero él retrocedía, echando una mirada cautelosa a izquierda y derecha y luego arriba al cielo.

– Otra vez será, Ivory.

Sergey levantó las manos y el suelo explotó en violenta agitación, tirando tanto a Gary como a Ivory. Gary cayó de cabeza e Ivory saltó para tratar de cubrirlo de cualquiera que fuera la última agresión de Sergey. La nieve explotó en el aire en forma de ciclón volviéndolo todo blanco. Ella sintió el impacto de su golpe en su costado izquierdo, golpeándola y tirándola sobre el macho. El golpe hubiera matado a un humano; fue como si sintiera sus huesos romperse bajo aquella fuerza.

Ivory rodó y se balanceó hacia atrás, permitiendo que el empuje la pusiera de pie mitad agachada, ignorando las ondas de dolor que le recorrían el cuerpo. Giró en círculo. Sergey se había ido. Sólo había silencio, roto solamente por su respiración pesada y jadeante. Ivory se hundió, la fuerza la abandonaba en ráfagas.

Sobre las manos y rodillas se arrastró hacia Farkas mientras los demás lobos les rodeaban. Ivory cogió al lobo en brazos, juzgando cuánto tiempo tenía para curarlo. Estaba definitivamente débil y necesitaba sangre.

Gary puso en pie.

– ¿Estás bien?

– Sí. Gracias. -Le salió más forzado de lo que quería-. ¿Cómo consiguió el ghoul a ese niño? ¿Por qué no se le ha mantenido a salvo? -Le lanzó una rápida mirada de reprimenda, con la mano acariciaba suavemente la espalda de su lobo, encontrando las interrupciones en la espina dorsal.

– Es el hijo adoptivo de Sara y Falcon, y aunque psíquico, es humano. Durante el día los niños asisten a la escuela y toman parte en las actividades regulares que tienen los demás niños en la aldea. Falcon y Sara tienen guardianes en el lugar. Yo estaba con varios de ellos en la escuela, pero Travis había ido a asistir a una función con una mujer que nos ayuda. No teníamos la menor idea de que había una amenaza en la zona.

Ivory suspiró.

– Los maestros vampiros han aprendido a ocultar su presencia de los cazadores. Algunos de los vampiros menores también han estado adquiriendo lentamente la habilidad. Tus cazadores deben saberlo y tomar mejores precauciones.

Encima de ellos, el trueno retumbó y la respuesta estalló a través del cielo como si dos fuerzas poderosas se encontraran y chocaran en los cielos encima de ellos.

Sergey había enviado otra explosión hacia ellos, esperando acertar desde lejos, pero una mano invisible les había escudado. La energía estaba mucho más cerca, y ella sabía que no tenía mucho tiempo. Tenía que marcharse antes de que los cazadores Cárpatos llegaran.

Otro chorro de energía barrió el área, meciendo la tierra y haciendo que los árboles temblaran. Varias piedras se soltaron y rodaron, atrayendo la atención de Ivory a los pedazos de metal desparramados por la nieve. Levantó la palma, llamándolos de vuelta, teniendo cuidado en encontrar cada pedazo y colocarlos en una pequeña bolsa en su cinturón.

Gary frunció el entrecejo.

– ¿Qué son ésos?

– Armas. -Se encogió de hombros, no queriendo atraer la atención sobre su secreto-. Tengo que cuidar de mi lobo. Puedes dejar la ballesta aquí e irte con mi agradecimiento.

– Creo que esperaré hasta que esté seguro de que estás bien.

Ivory le soltó un gruñido de despedida, cerró los ojos y colocó las manos sobre los huesos rotos del lobo, atrayendo tanta energía como se atrevió para curar a Farkas lo bastante para que pudiera viajar por lo menos. La luz ardía bajo las palmas y el calor irradió por la espina dorsal del animal.

– ¿Me darías tu sangre? -Ivory levantó la mirada al hombre que estaba de pie sobre ella.

– ¿Qué?

– No te la estoy pidiendo para mí. Él necesita sangre para curarse. No te hará daño, te lo garantizo. -Mantuvo su mirada centrada en la de él-.Yo no te forzaría. Es únicamente tu elección.

Gary se agachó junto a la mujer, consciente de los cinco grandes lobos que se apretaban cerca de él. Ninguno actuaba de forma amenazante, pero eran unas bestias grandes y parecían violentos. Algunos tenían quemaduras en la piel y alrededor de los hocicos por la sangre ácida cuando habían derribado al ghoul. Más de cerca, pudo ver numerosas cicatrices viejas de otras batallas. Colocó la ballesta junto a la mano de ella y asintió, enrollándose la manga.

Ivory le entregó un cuchillo. Gary lo tomó y sin vacilar se cortó a través de la piel, presionó la muñeca contra el hocico del lobo. El lobo lamió la sangre mientras Ivory murmuraba un canto curativo suave.

– Suficiente -dijo ella, sólo minutos más tarde-. Eso nos permitirá viajar. Estoy en deuda.

– Déjame darte sangre -ofreció Gary-. Si esperas, los demás llegarán aquí pronto y podrán curar tus heridas.

– Estamos aquí -dijo una voz detrás de ellos.

Ivory jadeó y se giró, tomando su ballesta y apuntando con la flecha al corazón del recién llegado. No lo había oído acercarse, ni tampoco los lobos. En un momento no había nadie y al siguiente estaba allí, alto y poderoso con fulminantes ojos plateados. Mantenía su mirada sobre ella, e Ivory tuvo la sensación de que lo abarcaba todo, sus lobos, Gary, la escena de la batalla y cada herida.

– ¿Estás bien, Gary?

– Ella salvó nuestras vidas, Gregori -explicó Gary.

Ivory había sabido exactamente quién era este hombre en el momento en que le había visto. Había conocido a sus hermanos mayores, Lucian y Gabriel, pero Gregori era una leyenda por derecho propio y no quería tener nada que ver con él. Se puso de pie lentamente, con cuidado de no hacer ningún movimiento repentino, manteniendo la flecha apuntada hacia él. Hizo gestos a los lobos y estos se movieron colocándose detrás de ella.