Echó una mirada alrededor de la cómoda guarida, una obra maestra de belleza y valor, estaba agradecido por esto, porque antes de su muerte hubiera tenido la oportunidad de encontrarla, de ver la verdadera luz en el alma de alguien. Sólo había conocido la oscuridad y la crueldad, pero aquí estaba rodeado por algo totalmente diferente… el opuesto absoluto… y quería quedarse y bañarse en su alma durante tanto tiempo como se atreviera antes de tener que marcharse.
Nunca había comprendido verdaderamente lo que era ser un compañero. Dos mitades de la misma alma unidas. Luz para la oscuridad… oscuridad para la luz. Ambos se necesitaban. Sólo con estar en sus dependencias con las paredes de recuerdos alzándose sobre él, sentía consuelo y calor, no del cuerpo… eso lo tenía ahora; por primera vez en siglos no tiritaba, sino que sentía calor por dentro, profundamente donde contaba. Ella le había dado algo que él no había conocido y aún no la había reclamando, no había atado sus almas. ¿Cuanto más poderosos serían estos sentimientos entonces?
La tentación lo sacudió y rápidamente la apartó. No había tenido control sobre su vida durante siglos. En este momento, cuando tenía opciones, haría lo necesario para proteger a esta mujer. Xavier nunca la conseguiría a través de él. Aunque ella complicaba las cosas. Su primer pensamiento había sido tratar de matar a Xavier, pero no se atrevía a arriesgarse a caer en manos del mago otra vez, no cuando él sabría la ubicación de la guarida de Ivory.
Algo se revolvió en él. Una pregunta. Una búsqueda. Algo ajeno le acarició la mente con garras agudas, raspando en las paredes. Se tensó, y sin pensar, alzó una barrera tan fuerte, tan rápidamente, que le sorprendió. No se había dado cuenta de que pudiera hacer tal cosa. Reconoció el toque vil y perverso. Xavier. El alto mago lo estaba buscando, estirándose para encontrarlo y poseerlo.
El corazón le latió con tanta fuerza en el pecho que pensó que explotaría. El temor por su compañera vivía y respiraba en él, reforzando su resolución de luchar contra la posesión de Xavier. Corrió por las habitaciones, buscando una salida, temiendo que Xavier pudiera ver a través de sus ojos. Mantuvo su mente tan en blanco como fue posible, sabiendo que el mago, cuando estaban unidos, podía leer sus pensamientos. No podía recordar cómo había entrado ella. Todo acerca del viaje estaba nebuloso.
No podía atravesar kilómetros de roca, no sin saber donde podría emerger sin peligro. Se sentía atrapado y asustado, maldiciendo su destino, una vez más él sería la caída de alguien que necesitaba y merecía su protección.
Encontrándose a sí mismo en la cámara, descansó la mano en la pared, con la cabeza colgando hacia abajo y los ojos cerrados, intentando orientarse. Tener a otro poseyendo tu cuerpo era una experiencia desgarradora y enferma, los detalles de Xavier, su avaricia vil y la depravación extrema invadían su mente. Lo mantendría fuera.
Sin advertencia, el dolor le golpeó, un dolor atroz. Razvan abrió los ojos de golpe y miró alrededor, tratando de determinar qué le estaba sucediendo. La tierra estaba allí, en la profunda depresión, un tesoro rico que le hacía señas y que no podía resistir. Acudió de rodillas, pero el dolor no remitió.
A menudo, su cuerpo era tomado en viajes a través de la tierra, pero nunca había descansado en la capa rica y rejuvenecedora. Xavier nunca se había atrevido a permitirle ese lujo. La tierra hubiera curado su cuerpo y restaurado su fuerza, algo que Xavier no podía permitirse. Lo dejaba languidecer en una especie de media vida en las cuevas de hielo. Razvan no estaba ni siquiera seguro de que pudiera sobrevivir bajo tierra, o aún encima de ella después de tantos siglos de frío, aunque la tierra lo llenaba de fuerza… sólo que no detenía el dolor.
Xavier, incapaz de entrar en su mente, tenía que estar atacándolo desde lejos. Unos dientes le desgarraron el hombro, los bordes serrados cortaron a través del hueso, nervios y carne, cortando más y más profundamente, inyectando ardientes parásitos en la herida. Le estaban comiendo vivo… una adecuada justicia para alguien como él. Sus propios dientes se habían hundido en la muñeca diminuta de su hija, y él había mirado con horror, incapaz de protegerla, mientras Xavier había hecho esto mismo royéndola como si ella fuera un hueso, un pedazo de carne para ser consumido, los dientes rasgando la delicada piel para llegar a la sangre y el hueso.
Sintió la salpicadura de ácido quemar a través de su piel… más profundamente todavía, sangre de vampiro que le corría en ríos sobre la carne, largas corrientes que se extendían sobre sus manos y antebrazos y le bajaban por el hombro, le corrían por el brazo y el pecho. Reconoció la sensación… sus muñecas, tobillos e incluso la espalda a menudo le habían ardido por las esposas revestidas de sangre de vampiro. Se lo había ganado por su fracaso al mantener a los miembros de su familia a salvo de Xavier. Repetidas veces había luchado contra el mago demoníaco, pero nunca había sido suficientemente fuerte ni suficientemente sabio para derrotarlo.
Una explosión de dolor en las costillas lo sacudió, irradiando por todo su cuerpo. El dolor era un estilo de vida para él. Lo podía apartar ahora, absorberlo en su cuerpo y dejar que le consumiera. Había aprendido hacía mucho tiempo cómo vivir con agonía.
Este dolor no era su dolor. Estaba demasiado lejos. Demasiado distante, la reacción estoica pero definitivamente femenina. Ivory tenía problemas. Todo lo demás dejó de importar. Había una razón para su existencia, protegerla de cualquier enemigo a toda costa.
Vació su mente y luchó contra las emociones absorbentes con las que todavía encontraba difícil tratar. Construyó la imagen de ella en su mente, la imagen de cómo la veía. Suave y femenina, la mujer amorosa que pertenecía a este lugar, a esta casa de belleza cruda.
Ivory. Tienes necesidad. Dime cómo llegar hasta ti.
Hubo la más pequeña de las vacilaciones. Te están cazando.
No discutió con ella. Estaba herida y rodeada de enemigos. Podía sentir la quemadura de la sangre de vampiro, el dolor que le roía el hombro y las costillas, y la inquietud de que estaba débil y quizás no pudiera arreglárselas para luchar, aunque estaba totalmente decidida a intentarlo.
Razvan llenó la mente de ella con su fuerza y poder, la alimentó mientras buscaba en sus recuerdos y encontraba la información que necesitaba.
Entretenlos. Estaré allí pronto. No luches. No te atacarán siempre que hables con ellos.
No tengo mucho tiempo. La admisión la humillaba. Mi fuerza disminuye.
Ya voy. Estaré allí, Ivory. No pierdas la esperanza. Vertió su determinación y resolución en la mente de la mujer, sabiendo que ella desconfiaba de todos, y con razón. Y tenía toda la razón para temerlo y odiarlo a él. El código genético de Xavier estaba en su cuerpo.
Hubo otra pequeña vacilación, y entonces él vio claramente la grieta astutamente oculta en su cámara, por donde ella podía deslizarse dentro y fuera a través de la estrecha chimenea de apenas unos centímetros de ancho. Había prudencia en la mente de Ivory.
Razvan se apresuró a tranquilizarla. Escanearé cuidadosamente antes de emerger así no habrá rastro que se dirija a tu guarida.
Ahora tenía la información en la cabeza y tenía que ser doblemente cuidadoso de que Xavier no pudiera entrar en su mente. Antes de moverse, le llevó un momento construir cada defensa posible, espesando las barreras, haciéndose más fuerte de lo que jamás había sido. Más fuerte de lo que la mayoría nunca advertiría antes de entrar en la delgada grieta. Salió hacia la superficie, un rastro como un hilo de vapor se movió hacia arriba, ondeando de aquí para allá por las capas de roca durante lo que pareció una cantidad interminable de tiempo antes de ver una astilla de cielo arriba.