Razvan mantuvo su mirada en Ivory, sin contestar. Solo oír el nombre de su hija era duro, y las emociones lo inundaban, pero se negó a permitirse mostrarlas. Tenía siglos de práctica en aprender a mantener la cara como una máscara, y no permitió que el Príncipe viera cómo el mero pensamiento de Lara lo retorcía por dentro. Ivory levantó las pestañas y alzó la mirada hacia él. La mirada de Razvan se encontró con la de ella y su corazón saltó.
Ella lo sabía. Tenía que estar sufriendo un tremendo dolor… tenía que estar temiendo el resultado de amenazar al Príncipe del pueblo Cárpato… pero una pequeña media sonrisa le curvó la boca. Él supo que esa sonrisa era para él. Esa sonrisa secreta los unía, los hacía encajar como dos piezas de un puzzle, era privada e intensamente íntima. Los ojos de Ivory eran suaves cuando envió calidez a su mente.
Algo profundamente en su interior se retorció en duros nudos. Algo más se fundió. Su corazón hizo un extraño revoloteo y la garganta se le cerró. Ivory. ¿Por qué la había encontrado ahora? Era el tesoro más inesperado. Nadie, y menos que todos él, la merecía, con su tenaz valor y generosidad.
Una diversión femenina se deslizó en su mente. No te engañes. Nadie excepto tú me llamaría generosa. Soy la Asesina. Eso es todo.
Ella era mucho más… lo era todo. Mantuvo los ojos centrados en los suyos mientras ella se estremecía otra vez cuando más parásitos cayeron por sus poros al suelo salpicado de sangre. Él llenó su mente con la fuerza y los olores que había descubierto en su guarida, los que sabía que la tranquilizarían, la sostendrían durante el resto de la curación.
La extracción de parásitos era un proceso difícil. El sanador tenía que ser especialmente cuidadoso de no perder ni siquiera uno, y cuando Gregori volvió a unirse a su cuerpo, se tambaleaba de fatiga.
– Necesita sangre -anunció Gregori y se dejó caer en la nieve junto a ella.
– Tú también -dijo Mikhail, deslizándose sobre la nieve hasta su lado. Le tendió la mano con un gesto casual y fácil que hablaba de una antigua familiaridad en donar sangre.
Razvan vaciló. No tenía la menor idea de la extensión del agarre de Xavier en él. Si era celular o molecular, si le daba su sangre a Ivory ¿podría Xavier poseerla de algún modo también? No lo sabía y no quería correr el riesgo.
El sanador le lanzó una mirada cortante con esos peculiares ojos plateados, ojos que le recordaban sorprendentemente a Xavier. Brillaban con peligro, amenaza, reprimenda, y por primera vez en su encuentro con estos hombres, sintió vergüenza.
– Tú me proteges -dijo Ivory-, y estoy agradecida. Nadie aquí tiene una comprensión de con qué te enfrentas tú… nosotros.
– Ofrezco mi sangre libremente -reiteró Sara y dio un paso cerca de Ivory, tendiéndole la muñeca en ofrenda.
Ivory inclinó la cabeza.
– Estoy agradecida.
La sangre era rica, sangre de un Cárpato, golpeando su sistema como una bola de fuego de energía, empapando sus células y ayudando a la reparación cuidadosa del sanador del hombro y costillas.
Gregori estudió la cara de Razvan.
– Temes dar tu sangre a tu compañera. -Fue más declaración que una pregunta, y esta vez una insinuación de respeto se arrastró en ella. Cada macho Cárpato se veía conducido a proveer para su compañera-. No la has reclamado.
Razvan se encogió de hombros.
– No puedo. No lo haré.
Ivory levantó la cabeza, pasando la lengua por los pinchazos en la muñeca de Sara, los oscuros ojos le brillaban, casi volviéndose de color ámbar, como los ojos de un lobo.
– No hay necesidad de explicar nada a ninguno de estos hombres.
– Ivory -dijo Mikhail, su voz apacible-, nadie está acusando a Razvan de fallarte. Muy al contrario. Y el hombre que ha ofrecido sus servicios para curarte es el hombre que llevó a mi hermano mayor a la justicia que tanto merecía. Gregori pasó tres meses en la tierra por las heridas que sufrió.
Ivory alzó el mentón.
– Yo pasé trescientos años en la tierra. -Tan pronto como las palabras escaparon, el primer signo de la amargura, pareció avergonzada-. Perdóname, sanador. He estado mucho tiempo lejos de la compañía de otros y he olvidado mis modales.
– No hay necesidad de disculparse -replicó Gregori, pero todavía estudiaba la cara agotada de Razvan-. Me gustaría examinarte en busca de signos que Xavier pudiera haber dejado atrás.
Se produjo un silencio aturdido. Mikhail frunció el entrecejo. Falcon dio un paso colocándose parcialmente delante de Gregori y Razvan dio realmente un paso atrás entre las sombras.
– No tienes idea de cuán peligroso puede ser -dijo Razvan.
– Si nadie lo intenta -indicó Gregori-, estás perdido para nosotros.
– Llevo perdido cientos de años.
– Y toda la información que posees que quizás ayude en nuestra lucha contra nuestro mayor enemigo estará perdida también -continuó Gregori-. Y tu compañera está perdida también.
– Yo no formo parte de la ecuación -protestó Ivory-. No lo presiones para hacer nada que él considere equivocado utilizándome en tu beneficio.
Gregori le dirigió una mirada tranquilizadora.
– Tienes mucho con lo que contribuir al mundo, Buscador de Dragones. Sólo deseo echar una mirada.
Tal vez tenga razón. Deliberadamente Ivory no miró a Razvan. Es decisión tuya y yo te apoyaré completamente, pero quizás podamos encontrar un modo de romper el asidero de Xavier sobre ti. Sospecho que hay una manera.
Razvan dio vueltas a la idea en su mente. No había pensado en vivir, sólo en morir. Morir representaba la libertad de la posesión de Xavier, de la tortura mental y física, y ahora incluso provocaban sus recuerdos y emociones. Ivory había utilizado el término nosotros. Nunca había pensado en esos términos tampoco. Echó una mirada alrededor del pequeño grupo.
Nunca había pensado que estaría de pie entre Cárpatos sin tener que luchar por escapar. Una parte de él no se fiaba de su aceptación.
Como si le leyera la mente, Gregori sacudió la cabeza.
– No me fío enteramente de que no supongas una amenaza para los Cárpatos, pero estoy dispuesto a averiguarlo.
Razvan sintió el desafío de esas palabras. Gregori estaba dispuesto a ponerse en peligro para proteger al pueblo Cárpato y tal vez ayudar a Razvan. ¿Tenía Razvan el valor de permitirle entrar en su cuerpo para ver por sí mismo qué había hecho Xavier? La culpa yacía pesada en su mente.
Sus recuerdos de antes se habían desvanecido detrás de las barreras que había erigido para salvaguardar la cordura, y ya no estaba seguro de qué había o no había hecho. Eran semanas, meses, quizás incluso años que ya no recordaba, y tenía miedo de examinar lo que había sucedido. Xavier le había golpeado lentamente, exitosamente hasta que ya no pudo luchar contra el mago.
Si permitía que Gregory entrara en su cuerpo y lo examinaba, Gregori conocería cada humillante y degradante momento de su vida.
Entraré con el sanador. Puedo proteger tus recuerdos si algo fuera incriminatorio. De cualquier modo, todo lo que encuentre será sobre Xavier, no sobre ti.
El corazón de Razvan dio un vuelco. Ella se aliaba claramente con él, pero ¿por qué? Eran compañeros, cierto, pero no se conocían, y él era el criminal más famoso que tenían los Cárpatos.
He estado dentro de tu cabeza muchas veces en éstas pasadas tres semanas. Yo soy una intrusa también. Y creo absolutamente que tú eres la llave para destruir a Xavier.
Esa era una razón que podía comprender. No estaba seguro de que fuera verdad, de que él fuera la clave para destruir a Xavier, pero sabía que el propósito de Ivory era absolutamente inquebrantable. ¿Qué tenía que perder? ¿El respeto de los Cárpatos? No podía importarle menos. Eso había sido hacía siglos. Estaba más que dispuesto a enfrentar el alba. Pero no quería que ella viera, supiera, experimentara las cosas él había visto y hecho, tanto si había tomado parte en ellas como si no.