La eficientísima secretaria de Hércules Poirot, Miss Lemon, llega excesivamente atrasada y comete algún error. El motivo de su nerviosismo tiene relación con un problema que atañe a su hermana, señora igualmente eficiente que lleva una pensión para estudiantes extranjeros situada en la calle Hickory. Hacía algunos meses que ocurrían hechos extraños y desagradables que la Sra. Hubbard no conseguía administrar adecuadamente: robos y actos de vandalismo inexplicables.
Poirot decide ayudar a la Sra. Hubbard, pero se siente inmediatamente confuso, en medio de tantas situaciones aparentemente independientes unas de otras. El problema se agrava cuando ocurre un asesinato.
Agatha Christie
Asesinato en la calle Hickory
Hercules Poirot - 32
ePUB v1.0
Ronstad 21.11.12
Título originaclass="underline"
Hickory dickory dock
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Agatha Christie, 1955.
Traducción: C. Peraire del Molino.
Editoriaclass="underline" Editorial Molino.
ISBN: 84-272-0233-4
Editor originaclass="underline" Ronstad (v1.0)
ePub base v2.1
Guía del lector
En un orden alfabético convencional relacionamos a continuación los principales personajes que intervienen en esta obra:
AKIBOMBO: Estudiante negro.
ALÍ (Achmed): Estudiante egipcio.
AUSTIN (Celia): Trabaja en un dispensario.
BATESON (Leonard): Joven pelirrojo muy corpulento, estudiante de Medicina.
COBB: Sargento de policía.
CHAPMAN (Nigel): Estudiante de Historia, delgado y de carácter irascible.
ENDICOTT: Abogado.
FINCH (Sally): Estudiante americana; pelirroja.
HALLE (René): Estudiante francés.
HOBHOUSE (Valerie): Joven morena, empleada en un salón de belleza.
HUBBARD: Hermana de la señorita Lemon.
GERONIMO: Criado italiano, esposo de la cocinera María.
JOHNSTON (Elizabeth): Estudiante de las Antillas.
GEORGE: Mayordomo de Poirot.
LAL (Chandra): Estudiante indio.
LANE (Patricia): Estudiante de Arqueología.
LEMON (Felicity): Secretaria de Hercules Poirot.
MACNABB (Colin): Psiquiatra.
MARIA: Cocinera italiana.
MARICAUD (Geneviéve): Estudiante francesa.
NICOLETIS: Dama griega, propietaria de una pensión para estudiantes.
POIROT (Hercules): Detective belga.
RAM (Gopal): Estudiante indio.
SHARPE: Inspector de policía.
TOMLINSON (Jean): Una rubia, estudiante en el hospital de Santa Catalina.
Capítulo I
Hercules Poirot frunció el ceño.
—Señorita Lemon —dijo.
—¿Diga, señor Poirot?
—En esta carta hay tres equivocaciones.
En el tono de su voz había un acento de incredulidad, ya que la señorita Lemon, aquella mujer falta de atractivos, pero eficiente, jamás cometía errores. No estaba nunca enferma, cansada, contrariada ni incorrecta. Es decir, en el aspecto práctico no era una mujer… sino una máquina: la perfecta secretaria. Ella lo sabía todo y lo resolvía todo. Gobernaba la vida de Hercules Poirot de modo que también funcionara como una máquina. Orden y método fueron el santo y seña de Hercules Poirot durante muchos años. Con George, el perfecto mayordomo, la señorita Lemon, la perfecta secretaria, el orden y el método rigieron siempre su vida. Y ahora que los bollos para el té tenían forma cuadrada en vez de redonda, no podía quejarse de nada.
Y no obstante, aquella mañana la señorita Lemon había cometido tres errores al escribir a máquina una carta sencillísima y, lo que es más, ni siquiera se había dado cuenta de ello, ¡y los planetas seguían su curso!
Hercules Poirot agitó el documento infamante. No estaba disgustado, sino simplemente asombrado. Aquélla era una de esas cosas que no pueden ocurrir… ¡pero que había ocurrido!
La señorita Lemon cogió la carta y Poirot la vio enrojecer por primera vez en su vida con un rubor que tiñó su rostro hasta las raíces de sus cabellos grises e hirsutos.
—Dios mío —exclamó—. No sé cómo ha sido… vaya, sí que lo sé. Ha sido por culpa de lo de mi hermana.
—¿Su hermana?
Otra sorpresa. Poirot no había imaginado nunca que la señorita Lemon tuviera una hermana, o unos padres, o tan siquiera abuelos. La señorita Lemon era una máquina tan completa… un instrumento tan preciso… que se hacía difícil pensar que pudiera tener afectos, ansiedades o preocupaciones familiares. Era bien sabido que la señorita Lemon, fuera de las horas de trabajo, se entregaba en cuerpo y alma al perfeccionamiento de un nuevo sistema de archivo que iba a ser patentado a su nombre.
—¿Su hermana? —repitió por lo tanto Hercules Poirot con una nota de incredulidad en su voz.
La señorita Lemon asintió con gesto enérgico.
—Sí —repuso—. No creo que le haya hablado nunca de ella. Prácticamente ha pasado toda su vida en Singapur. Su esposo se dedicaba a la explotación del caucho.
Hercules Poirot asintió con aire comprensivo. Le parecía muy apropiado que la hermana de la señorita Lemon hubiera pasado toda su vida en Singapur. Para eso existían los lugares como Singapur. Las hermanas de las mujeres como la señorita Lemon se casaban con hombres de negocios de Singapur para que las señoritas Lemon pudieran dedicarse a atender los asuntos de sus jefes con cartas para hacer a máquina (y, desde luego, a inventar sistemas de archivo en sus ratos libres).
—Comprendo —dijo—. Siga usted.
Y la señorita Lemon continuó:
—Se quedó viuda hará unos cuatro años. No tiene hijos, y yo conseguí encontrarle un pisito pequeño, de alquiler razonable… (Claro que sólo una señorita Lemon podía conseguir semejante cosa).
—Cuenta con una posición razonable… aunque ahora el dinero no valga lo que antes, pero sus gustos no son caros y tiene lo suficiente para vivir cómodamente si tiene cuidado.
La señorita Lemon hizo una pausa antes de continuar:
—Pero la verdad es que se encontraba sola. Nunca ha vivido en Inglaterra y no teniendo viejas amistades disponía de mucho tiempo para aburrirse. De modo que hará unos seis meses me comunicó que pensaba aceptar un empleo.
—¿Un empleo?
—Sí, de directora creo que le llaman, o patrona de una Residencia de Estudiantes. La propietaria era una mujer griega, y deseaba que alguien regentase la Residencia en su lugar. Cuidar de la despensa y de que todo marchara sobre ruedas. Es una casa antigua…, está en la calle Hickory, no sé si la conocerá usted.
Y desde luego Poirot lo ignoraba.
—Antes era un barrio distinguido y las casas están bien construidas. Allí mi hermana podría disponer de un buen dormitorio, saloncito y un pequeño cuarto de baño con una cocinita para ella sola…
La señorita Lemon hizo otra pausa, y Poirot la miró para alentarla, ya que hasta el momento aquello no parecía precisamente una tragedia.
—Yo no estaba muy segura, de si sería conveniente que aceptara, pero al fin comprendí los argumentos de mi hermana. Nunca ha sido mujer para estarse todo el día con los brazos cruzados, es muy práctica y sabe dirigir… y, desde luego, no tenía que arriesgar dinero ni nada por el estilo. Era puramente un empleo retribuido…, el sueldo no era muy elevado, pero ella no lo necesitaba, y no exigía gran trabajo físico. Siempre le han agradado las personas jóvenes, y habiendo vivido tanto tiempo en el Este comprende las diferencias de raza y las susceptibilidades de la gente. Porque los estudiantes de esta Residencia son de todas las nacionalidades; la mayoría inglesa, pero creo que hay también algunos negros.