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Que maravillosamente expresado. Tal vez sus cascos estén atascados. Tanto mejor, porque los locos no son tan peligrosos.</p>

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En el calabozo del Castillo púrpura, el verdugo archiducal expresó franco disgusto. Sus gruesas manos temblaban y sus puños se abrían y cerraban:</p>

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- ¿En qué se basó usted, señor cardenal, para llevárselo?</p>

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-Hay una orden del Más Grande y Santísimo Archipapa de Gideemm. Ves el toro sagrado. - El cardenal por tercera vez empujó un rollo de pergamino con un sello debajo de la nariz de un torturador de aspecto aburrido.</p>

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- Esta es mi víctima, nuestra derecha... - El carnoso rostro del gorila-verdugo, con la frente inclinada de un gorila, temblaba de disgusto. Los ojitos mostraban molestia.</p>

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-De qué estás hablando, eres solo una herramienta de indagación, conoce tu lugar, si no quieres convertirte en una víctima tú mismo. - El cardenal, delgado y alto como el bravucón Don Quijote, siseó venenosamente, y puso una cara terrible.</p>

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- Al menos le avisaste a Grant. - El matón masivo se estaba desvaneciendo.</p>

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-No hace falta, ya que hay un toro y el derecho de la orden de la esvástica ígnea. ¿Qué tipo de estupa está fumando en tus manos? – El cardenal frunció el ceño disgustado, por el desagradable olor a quemado.</p>

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- Fui yo quien preparó un regalo para Ali, carbones calientes. - Bryaknul Kingpin, con un tono serio.</p>

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- Un bicho raro, un primate retrasado mental, Alimar es el príncipe de la sangre, y las brasas dejan ampollas. El Cardenal estaba furioso. - ¿Obviamente quieres que todos vean las huellas de tus interrogatorios, para crearnos nuevos problemas?</p>

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Soy un experto en mi campo, aunque no sé leer ni escribir. - Dijo con orgullo un gigante con una barriga a la que se le podría meter un carnero entero. Además de los métodos tradicionales y la tortura sin rastro, inventé una máquina así. ¡La belleza!</p>

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Un golpe brusco en la gruesa puerta interrumpió los desvaríos del torturador profesional. El archiduque, dos falsos condes y una docena de guardias entraron en la sofocante cámara de mármol. Un cardenal parecido a una mantis religiosa con una túnica tricolor de una deidad suprema y una esvástica en una cadena le pareció muy cómico a Likho. Aún así, los adultos deben ser grandes y musculosos, y la barba de cabra es un atavismo de salvaje. Un verdugo gordo e inmenso con cinco barbillas erizadas y temblorosas parecía un luchador de sumo. El vientre del torturador estaba cubierto con un delantal de cuero rojo, y sus manos eran más gruesas que las ancas de un búfalo y de ninguna manera estaban hechas solo de grasa.</p>

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-¿Dónde está el prisionero? - Gritó Likho con insolencia sin más preámbulos.</p>

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El estúpido rostro del verdugo se retorció, aunque en principio no hay por dónde torcer más una fisonomía tan degenerada.</p>

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- ¡Comió! - Seguido de una respuesta estúpida.</p>

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Al captar el gesto amenazador, el verdugo se corrigió apresuradamente:</p>

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- Tomado por los santos padres! Lo llevaron al Archipapa en Gideemm.</p>

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-¡Alcanza y para, regresa! - Famosamente ordenados como si ellos mismos fueran los verdaderos gobernantes del planeta.</p>

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El Cardenal resopló desdeñosamente.</p>

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-Tarde. Lo sacaron a través de un pasaje subterráneo y lo pusieron en un volador de ratas. Nadie puede volar más rápido que él.</p>

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- Tonterías, cualquier luchador imperial es un millón de veces más rápido que tu pterodáctilo. - ladró Weasel y dio un paso adelante.</p>

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Sacudiendo el estómago, el verdugo arrugó su dulcísimo rostro:</p>

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- Veo que sois gente ilustrada, y podréis apreciar mi invento de la máquina de interrogatorios.</p>

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- Apenas nos sorprende, pero es curioso. Sí, duque, acudiremos a vuestro Archipapa, la pobre y desafortunada ciudad de Hideem lo atrapará. - Mostró los dientes al leopardo, que, sin embargo, debajo de la visera es completamente imperceptible y, por lo tanto, Likho no tiene sentido.</p>

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La habitación de al lado olía a sangre, pimienta y carne quemada. Los asistentes gruesos con túnicas rojas susurraron ominosamente. Algo entre un telar y un huso ocupaba el centro de la habitación.</p>

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-Es solo aquí, se frota la lana y se suelda el pergamino en estas bolas. Y luego, se conectan con agujas y brotan chispas. Si te clavas dos agujas en la lengua y dos más en los oídos y giras el mango, los ojos se abrirán y se iluminarán como bombillas. Brillan de forma especialmente hermosa en la oscuridad, las lágrimas gotean, brillan, tienen sensaciones increíbles y no quedan rastros. ¡Jajaja! – soltó una carcajada el verdugo, como si, en realidad, nada pudiera ser más divertido.</p>

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- Pistola eléctrica primitiva, según el principio electrostático. La fricción acumula una carga en el condensador más simple en forma de bolas. - Comadreja aprendida insertada.</p>

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El atormentador dijo cariñosamente con veneno en su voz:</p>

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“Quizás quítense los cascos, mis señores arcos. Está bochornoso aquí, el estante se calentó recientemente</p>

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- No, no estamos calientes. – gruñó Likho, aunque en realidad lo era, en la armadura humeaba como en un sauna.</p>

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El archiduque se acercó al verdugo, su rostro apagado y afeitado sospechosamente astuto y amable.</p>