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Cal fijó su atención en el ranger Thompson, que entraba en ese momento. Jeff había sido el primero en ir a socorrer a Leeann cuando se produjo la avalancha en el desfiladero de Tioga Pass. Cal se hallaba de servicio aquel día en otra parte del parque.

Su amigo había luchado desesperadamente por desenterrarla y sacarla del alud de nieve. Leeann había recibido varios cursos de supervivencia para casos de accidente en la montaña pero, cuando finalmente consiguieron recuperar su cuerpo, ya estaba muerta. Desde entonces, Jeff y Cal eran grandes amigos.

Ambos se saludaron en silencio. A juzgar por la mirada de Jeff, Cal llegó a la conclusión de que Cindy debía de tener razón. Algo importante se estaba cociendo allí.

Vance, seguido por Bill Telford, entró instantes después de Jeff. La presencia del superintendente del parque era la confirmación de lo importante que era aquella reunión. Cuando todos estuvieron sentados, el jefe examinó con la mirada al grupo.

– Buenos días, señores. Gracias por venir en este día tan primaveral -todos rieron la ironía-. Hace poco estábamos reunidos en este mismo lugar para dar la despedida a dos veteranos que ya están disfrutando de su jubilación. Es momento ahora de dar la bienvenida a las personas que han de sustituirlas. Después de tratar el asunto con el superintendente Telford, me complace anunciar los siguientes ascensos: el ranger Thompson, destacado hasta ahora en Tuolumne Meadows, será nuestro nuevo jefe de Departamento de Administración y Gestión de Infraestructuras. Jeff tiene una experiencia y unas cualidades que hacen de él el hombre idóneo para el cargo.

Cal se alegró. Nadie se lo merecía más que su amigo. Todos aplaudieron la decisión, pero él más que nadie.

– El segundo ascenso no creo que sea una sorpresa para nuestro amigo Cal Hollis -continuó diciendo Vance-. Ayer por la tarde, después de regresar de su viaje, le pedí que dejara libre su cabaña de Wawona para que pudiera trasladarse allí otro ranger -Cal escuchaba atentamente sin poder dar crédito a las palabras del jefe-. Durante los últimos siete años, Cal ha sido el ayudante de Paul Thomas. Ahora que Paul se ha retirado, la encomiable tarea de velar por nuestra flora y fauna debe recaer en Calvin Hollis. No puedo pensar en nadie más cualificado que él para desempeñar este cargo de biólogo jefe del parque -todos aplaudieron efusivamente.

»Sólo me queda felicitar a nuestros dos compañeros y ahora jefes. Ha sido un privilegio para mí trabajar con vosotros y espero que esta colaboración se mantenga en el futuro, ahora desde vuestros puestos de mayor responsabilidad. Bienvenidos a vuestro nuevo destino en las oficinas centrales del parque. La gente como vosotros constituye el activo más importante de Yosemite Valley.

Era un verdadero milagro, pensó Cal, que ese ascenso le hubiera llegado justo después de haber tomado aquella decisión tan difícil de quedarse en el parque. Amaba a su familia, pero llevaba en la sangre ser un ranger.

– Dejad los discursos para la cena que celebraremos en su honor. Tendrá lugar el sábado veintiocho, en el hotel Ahwahnee. Tenemos que dar tiempo a Cal y Jeff para que asimilen las responsabilidades y quebraderos de cabeza que acaban de heredar -añadió Vance con una sonrisa-. Cuando demos cuenta del desayuno que nuestra dulce Beth nos ha preparado, el ranger Jarvis os ayudará a instalaros en vuestros nuevos despachos. Podéis tomaros el día libre para reorganizar vuestras cosas.

No había nadie como Vance. Siempre iba derecho al grano, sin andarse con rodeos. Cal le estimaba mucho y le tenía como el jefe perfecto.

Todos se acercaron a la mesa donde Beth había dejado las bandejas con el café y los donuts. Chase, como ayudante del jefe, le entregó a Cal un par de llaves.

– La que tiene el número quince es la de tu nueva casa, la otra es la de tu despacho. A Jeff ya le he dado las suyas. Vamos a ser todos vecinos -dijo Chase muy sonriente-. Y te lo advierto desde ahora, ranger Thompson: nuestras esposas están dispuestas a hacer todo lo posible para que dejes tu soltería.

– El caso es que yo no estoy muy por la labor -replicó Jeff con una leve sonrisa.

– Pues díselo a ellas -le respondió Chase, mirando a Cal con un gesto de complicidad-. Uno nunca sabe lo que el destino puede depararle.

Cal vio a Chase Jarvis saliendo de la sala.

Sí, en su caso, era verdad. Había sufrido de amnesia y cuando se había recuperado años después, estaba unido con Annie, la mujer a la que siempre había amado. Tenían una hija, Roberta, y veía la vida de color de rosa.

La situación de Cal era diferente. Se sentía feliz de trasladarse a su nueva vivienda. Había pasado el último año compartiendo la pequeña cabaña de Wawona con otro ranger y deseaba olvidar los recuerdos amargos que le traía aquel lugar. Era donde había vivido con su esposa Leeann aquellas dos únicas semanas de su matrimonio.

Gracias a su ascenso, podría llevar a cabo algunos de los proyectos que tenía planeados. Miró a su alrededor. La sala estaba casi vacía. Sólo quedaban Jeff y él. Todos habían vuelto a sus trabajos.

– ¿Tienes la camioneta fuera? -preguntó Cal.

Jeff negó con la cabeza.

– Llegué temprano para recoger las llaves y me volví con ella a casa. Ahora tenemos garaje, ¿sabes? Aún no he descargado mis cosas.

– Yo tampoco -replicó Cal-. Pero tengo mi camioneta ahí fuera. Te llevaré a casa y te ayudaré con tus cosas.

– Tengo que pasar antes por mi nuevo despacho. Me dejé allí el chubasquero.

Cal recogió el sombrero de la mesa y siguió a su amigo por el vestíbulo. Giraron a la izquierda y avanzaron por un pasillo hasta detenerse en la segunda puerta que había a la derecha. Cuando Jeff la abrió, chasqueó la lengua en señal de disgusto antes de ponerse el chubasquero y el sombrero.

– No te preocupes, ya has oído al jefe: tendrás muy pronto en la puerta un letrero con tu nombre.

El despacho de Cal estaba en el otro extremo del pasillo. Paul Thomas había hablado con él desde allí infinidad de veces durante aquellos años. No tenía ninguna prisa por verlo.

CAPÍTULO 02

EL APARCAMIENTO estaba casi lleno cuando Alex entró en la oficina de correos. El cartero entregaba la correspondencia de sus padres en el rancho, pero ella tenía su propio apartado de correos.

Hacía ya una semana que su padre había vuelto de Yosemite. Había ido a las oficinas centrales del parque y había dejado el sobre en la bandeja de entrada del responsable del programa de voluntariado. Lo único que se podía hacer ya era esperar la respuesta.

Cuando abrió el buzón y no vio más que los montones de folletos de viajes y la propaganda odiosa de costumbre, sintió una gran desilusión. Se dirigió a la papelera más cercana pero, por fortuna, en el último instante vio que entre dos folletos estaba el sobre que andaba buscando.

Servicio de Parques Nacionales.

Alex tiró todo lo demás a la papelera y luego abrió el sobre con manos temblorosas.

«Por favor, por favor, que sean buenas noticias», pensó.

Estimada señorita Harcourt,

Le agradecemos el interés que muestra por participar como voluntaria en el programa de verano del Parque Nacional de Yosemite. Nuestra oficina ha estudiado su solicitud, pero siguiendo las directrices de nuestro departamento de selección, antes de tomar ninguna decisión debe usted reunirse en persona con el jefe del programa de voluntariado. Dicha entrevista tiene por objeto asegurar que reúne el perfil requerido para este parque.

El departamento ha reservado la fecha del lunes 23 de mayo para las entrevistas, que se atenderán en riguroso orden de presentación, entre las 8:30 de la mañana y las 5:30 de la tarde. Cualquier sugerencia puede remitirla al Departamento del Servicio de Administración y Gestión de Infraestructuras. Oficina Central. Yosemite Village.